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Estos dos individuos son unos asesinos.
Son responsables de crímenes contra la humanidad. Son unos criminales. Ellos y sus gabinetes de guerra y sus Estados. Y pasan los días y los meses y no sucede nada. Siguen ordenando a sus ejércitos que maten centenares y miles de personas en sus comunidades, en sus casas, en sus escuelas, en sus hospitales. Todos los días mueren asesinadas las mujeres y sus hijos. Y jóvenes y adultos y ancianos que estaban ahí sin hacer daño a nadie, viviendo sus vidas.
Destruyen las ciudades y los poblados y los asentamientos y los campos de refugiados Y la infraestructura necesaria para proveer a la gente calor y energía eléctrica y agua. Sus tácticas criminales incluyen bloquear la llegada de alimentos y medicinas a la gente. Ese tipo de acciones les encantan, se sienten inteligentísimos y unos grandes estrategas. Como en siglos anteriores, cuando se sitiaban las ciudades hasta comprobar que la gente se moría de hambre y de plagas, en medio del fango y las pústulas y los alaridos.
Esas épocas anteriores, se suponía, eran “bárbaras” y “degradadas”. Estas épocas de ahora, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, eran el camino impostergable hacia la “civilización” y la rehabilitación histórica. Hacia la evolución trascendental fundada en la clemencia universal, la solidaridad, la bondad, el enaltecimiento de la especie humana.
Pero no hay tal. Este mundo de ahora y estos ejércitos de asesinos a sueldo y sus comandantes despreciables -los que se han nombrado aquí y tantos otros-, son un asco, son nauseabundos, son una forma de la degradación y la ignominia. Viendo esto que pasa se inclina uno a aceptar que en algún momento no muy lejano, desapareceremos todos, nos extinguiremos todos. Quedará el silencio de la naturaleza inerte y el erial de la desesperanza y el fracaso. Y lo más triste, nadie se dará cuenta. Nadie notará nada en el cosmos, si es que hay alguien. Por aquí no va a venir nadie ni siquiera para dar testimonio de lo indignos que fuimos, de los ineptos que fuimos ante esta oportunidad, una entre millones, de hacer algo decente y memorable.
¿Y los Estados Unidos y la OTAN y la Unión Europea y la ONU?
¿No dizque son el paradigma del “mundo libre”? ¿No dizque representan la cordura y la sensatez y la justicia? No hacen un comino. Expiden resoluciones inanes y echan discursos. Y algunos de ellos, además, sin ningún rubor, financian la guerra y la perpetúan con armas y la mejor tecnología de punta. Son lamentables todos. No son más que burócratas profesionales, indolentes, cínicos y muy bien remunerados.
¿Y nosotros?
Ya anestesiados por completo. Todas esas muertes son ya una anécdota, una sección del noticiero que hay que tolerar en nuestras vidas cómodas y saciadas. Que pase rápido esa parte, tan molesta, para que podamos ver la Copa América y la Eurocopa. Y por supuesto, a las estrellas de la farándula.

Por Gonzalo Mallarino Flórez
