Ante el asesinato de la niña Sofía Delgado, queda uno demolido de la tristeza.
Entonces alguien dice que somos un país de salvajes, que no será la primera niña asesinada, ni la última. Y queda uno peor. Ya solo le queda arrancarse los ojos con las uñas y dar alaridos.
Pero no podemos quedarnos con eso, con que somos un país de salvajes. Esta forma de violencia contra los niños, las niñas y las mujeres, que vivimos día a día en este país, incluyendo las más ominosas de las que haya oído hablar este mundo, tienen que tener una causa, tiene que haber una explicación de por qué suceden. Tiene que haberla.
La primera cosa que es clara es que esos crímenes los cometen los hombres y no las mujeres. Y la segunda, que se trata de la degradación de la conducta sexual de esos hombres. Que asaltan a sus víctimas –a niñas como Sofía– y después las matan para que no los señalen, no los acusen, no los delaten.
Entonces está claro: como familias, como comunidades, como sociedad, como sistema educativo, como credo moral y religioso, como Estado, Colombia está formando mal a los niños en lo relacionado con su conducta sexual. Por eso de grandes se da el caso de que guiados por esa conducta sexual deformada, algunos se vuelven asesinos.
No es que un niño nazca malo, maligno, y después viole niños, niñas y mujeres. No es que sea, congénitamente, un violador. Es que desde niño está siendo mal preparado para el ejercicio de su conducta sexual cuando sea grande. Hay algo que se está haciendo muy mal, de forma muy confusa, muy desacertada, muy equivocada.
Dicen los que saben de estos asuntos que la manifestación de la conducta sexual en los seres humanos nace de una complicadísima constelación de instintos, pulsiones y elaboraciones hundidas en la mente inconsciente. Eso lo puedo medio entender. Pero me tiene sin cuidado en este momento, delante del asesinato de Sofía.
Mientras los sabios ponderan todo eso, yo vuelvo a lo que está claro y es que son los hombres los que cometen esos crímenes. Luego, en el origen de esos crímenes, están la cultura y la educación machistas que han predominado en Colombia. Eso no tiene duda. Es el machismo, históricamente, el que produce violadores y pederastas.
Yo no soy un experto ni nada, pero ténganlo por seguro, si Colombia fuera menos patriarcal y machista, si Colombia estuviera más feminizada, no habría violadores de niñas. Lo femenino, que claro que puede ser fuertísimo a la hora de defender, de combatir, de poner a salvo, es también preservador, clemente, tierno, protector y sabio como las cosas que se conectan hondamente con la tierra y con el porvenir. Lo masculino, mucho menos.
Si usted quiere tener un niño que al crecer pueda ejercer con felicidad y dicha y fruición la sexualidad, quítele todo rasgo machista que vea que está replicando. Quítele toda idea de que puede agredir y maltratar a las mujeres. Esté pendiente de eso. Quite eso de la educación de su hijo, de tajo.