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Transición energética

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Gonzalo Mallarino Flórez
04 de febrero de 2023 - 02:00 a. m.
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Me ha llamado la atención en este asunto que se discute a nivel mundial hace tantos años: la noción de decrecimiento.

Algunos expertos sostienen que hay que parar de crecer, que esta carrera obsesionante y demencial hacia el crecimiento del PIB de cada economía, año a año, sin descanso, va a acabar con la atmósfera, con el agua, con el aire, con los climas y los frutos de la tierra y, eventualmente, va a hacer insostenible la vida en el planeta.

Es una idea, por lo menos, sugestiva.

Como si natura otra vez nos estuviera dando una lección. Miren, van mal, cambien porque van muy mal. No dañen más, no degraden más, no contaminen más, no perviertan más. Cambien. No se pueden elevar las dimensiones, las cuantías, los guarismos y los índices de los tecnócratas, a expensas de la misma vida. De la yema que retoña y ha retoñado solita hace milenios, y va a quedar sedienta de repente. O marchita por el lodo y el hielo.

“Deténganse, piensen, reflexionen, tienen que mudar su comportamiento”, parece decir la naturaleza.

Una bella lección. Poética. Es que piénsenlo: que la solución al asunto de la conservación del planeta y de la supervivencia humana, sea, exactamente, lo contrario de lo que lo que estamos haciendo. De lo que pregonamos, de lo que hemos elevado a la categoría de paradigma, casi de fetiche, de lo que perseguimos terca y ciegamente: ¡crecer, crecer, crecer!

Es como un llamado a regresar a unas sociedades más simples. Más rudimentarias en lo material, pero más sabias. Más hondas humana y moralmente. Y digo moralmente en el sentido de la búsqueda de lo que es bello, bueno y enaltece, como la libertad y el amor y la solidaridad y la clemencia. Las virtudes humanas…

Pero no sé cómo hacerlo. Si la población crece y crece, pues hay que crecer la economía, ¿o no? ¿es eso cierto? ¿es este, desde el principio, un problema demográfico? Si fuéramos menos, ¿el problema se resolvería? ¿se trata de un asunto “malthusiano”, como dirían algunos economistas?

No lo sé.

Lo que sí podemos hacer en Colombia, según dicen algunos entendidos en esto, es ser audaces y buscar nuevas soluciones. Por ejemplo, producir energía nuclear. Parece que es la mejor, por mucho. Parece que la solar y la eólica no son la panacea, como tanto se ha dicho, que tienen problemas y son también contaminantes en alguna medida. Y además, que son infinitamente menos eficientes.

Digámosles, entonces, al presidente Petro y a la ministra Irene que nos embarquemos en una planta nuclear para producir energía eléctrica. Sí, aquí en Colombia. ¿Por qué no? ¿cuántos países desarrollados las tienen?

Sería mucho mejor que comprar aviones de guerra o hacer un tren elevado de cientos de kilómetros o destrozar el Darién o hacer otro centro comercial más o seguir, a lo bestia, sacando gas y petróleo del fondo de la tierra.

Una solución de este tipo, digo yo desde mi ignorancia, ¿no nos liberaría del yugo del crecimiento a base de combustibles fósiles? Tal vez podríamos ser más chiquitos, crecer menos, pero ser más inteligentes y felices.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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