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Como los cuerpos de los niños son más chiquitos, caben entre las losas que se vinieron abajo. Caben en una mínima cavidad que dejó la mole rígida que se derrumbó. Los niños caben en una abertura, en un huequito, aun menos, en un intersticio, en una grieta. Por eso algunos, bastantes, un número de niños que es un tesoro, se salvaron.
Se trató de un desastre natural, dicen los medios. Pero, hombre, ¡no hay nada de natural en esto!
Miles de familias con sus hijos, con sus nietos, con sus abuelos, con sus esposas, con sus maridos, todos dormidos porque el desgraciado terremoto llegó al amanecer. Lo natural era que se despertaran, despacio, sintiendo la luz de la mañana tocándoles las pestañas. Y que se tomaran de las manos y sintieran juntos el olor de la noche dulce dejando despacio las mejillas, las axilas, los vientres. Que sintieran juntos el olor del pan tibio y del café.
Dicen que se trata de los movimientos de la Tierra, de las capas tectónicas o lo que sea, como quiera que lo llamen los científicos, que suelen ser tan lúcidos cuando ya ha ocurrido todo. Es que la Tierra se mueve, es explicable científicamente. ¿Por qué no lo dicen antes? Antes de los niños y las niñas con el pelo gris de polvo, antes de los bebés atados por el cordón umbilical a la madre que ya no pudo respirar más, que respiró hasta que su hijo nació, entre sus piernas, entre el pánico y las paredes que se sacudían, hasta que no pudo más y se murió y dejó al bebé desnudo, llorando y esperando el milagro de que los rescatistas oyeran el llanto.
Ya que inventan tanto teléfono celular, con cámaras y dispositivos y pendejadas, ¿por qué no inventan algo que prediga la llegada de un terremoto? No parece tan difícil. Ya que fueron capaces de poner un carrito en Marte y descubrir nuevas lunas en Júpiter y ver destruirse una galaxia hace millones de años, ya que fueron capaces de todas esas maravillas, por qué no descubren un puñetero aparato, un sensor digamos, certero, dúctil, sensible, que avise que se viene un terremoto y que dé tiempo a que las familias puedan salir y albergarse y protegerse. Porque todas las familias del mundo vivimos en casas que se pueden caer. Todas. Unas más frágiles que otras. No hay normas de seguridad ni nada de eso que valga ante un terremoto. Todo lo que el ser humano levanta se cae algún día, se va a caer. Ténganlo por seguro. Pero sobre todo las casas, las viviendas, los edificios de apartamentos. ¡Donde vive la gente!
“Ah, es que esas edificaciones no fueron hechas observando las nuevas regulaciones antisísmicas”, dicen los tecnócratas. ¡Pues claro que no! ¡Llevamos siglos habitando las casas! Y por muy seguras que sean, se pueden venir abajo. Además, ¡no es posible reforzar las estructuras de todas las casas del mundo!
¿Por qué no inventan ese aparato que digo, ese sensor, en lugar de tanta arma nuclear y tanto dron y tanto aparatico de lujo? ¿No dizque somos muy tecnológicos y muy inteligentes?
