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Notas al vuelo

A cruzar la frontera

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Gonzalo Silva Rivas
09 de noviembre de 2022 - 05:01 a. m.
"Sea esta la oportunidad para posicionar a Satena como una aerolínea líder en Colombia, eficiente, autosuficiente y con una flota de aviones apropiada a sus necesidades y expectativas".
"Sea esta la oportunidad para posicionar a Satena como una aerolínea líder en Colombia, eficiente, autosuficiente y con una flota de aviones apropiada a sus necesidades y expectativas".
Foto: Satena
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Luego de mes y medio, desde la ceremonia de reapertura de la frontera terrestre entre Colombia y Venezuela, tomó pista la reanudación de las rutas aéreas entre ambos países, con la formalización de los primeros vuelos de confianza, operados por dos aerolíneas locales. El reinicio de operaciones, sobre el que tanto se había venido especulando en materia de fechas, como sucede, aún, en torno a las empresas que participarán del mercado, había quedado en suspenso por desacuerdos entre las partes, y solo se pudo concretar durante la reciente reunión de jefes de Estado, quienes le continuaron aflojando tuercas al suspendido proceso de cooperación, tras la ruptura de relaciones diplomáticas en febrero de 2019.

Satena, junto con la compañía privada venezolana, Turpial, autorizada para operar vuelo chárter, finalmente, les ganaron el pulso a otras competidoras con experiencia en el mercado internacional, algunas con varios meses ultimando trámites para comercializar servicios ante las dos autoridades aeronáuticas. Sobre la mesa están las cartas de media docena de compañías dispuestas a repartirse la horneada torta de pasajeros de este mercado común, en particular el importante volumen de ciudadanos venezolanos que reside en Colombia y que desea regresar del todo al suyo o, simplemente, viajar en plan de reencuentro familiar. Antes de la pandemia, en 2019, cuando operaban tres empresas aéreas, Bogotá era el principal mercado sudamericano del vecino país y entre los dos destinos se movilizaron 161.000 pasajeros.

Aclarándose el derrotero a seguir dentro de estas negociaciones de tire y afloje, en el que entran en juego diversos factores, tanto políticos como técnicos, es importante destacar la presencia de Satena en este convenio bilateral. Después de sesenta años de servicio, dedicada a conectar las regiones más remotas y abandonadas del territorio, hará su presentación formal en el mercado internacional, para el que tendrá que prepararse a vuelo de pájaro, empezando, desde ahora, con una adecuada planificación de sus frecuencias e itinerarios y la implementación de un complejo y costoso mecanismo de comercialización.

El éxito de su nueva travesía dependerá de la disposición del Gobierno de fortalecerla y consolidarla tanto como operadora internacional e, incluso, como turística, dado que es la única aerolínea que aterriza en las regiones naturales más bellas del país. Satena posee una estructura administrativa frágil y una flota aérea reducida para asumir nuevas responsabilidades, sin apartarse de las actuales. Solo el robustecimiento operativo y financiero le certificará competir en igualdad de condiciones con los demás jugadores de este mercado. Se menciona en las esferas de la Casa de Nariño el interés de potencializarla, mejorándole la capacidad productiva al Ministerio de Defensa, para que, de paso, esta entidad pueda incursionar en la construcción naviera.

Vale recordar que los tiempos para Satena han estado cargados de turbulencias severas y en varias oportunidades ha debido ingresar a cuidados intensivos por su carencia de recursos. La búsqueda de salvavidas financieros ha sido historia repetida a lo largo de su existencia. En 2011, luego de que se le formalizara el cambio de naturaleza jurídica para convertirla en empresa de economía mixta y cuando parecía llegarle la luz al final del túnel, se le debió aplicar de urgencia una capitalización de $98 mil millones. Hace un quinquenio estuvo a pocas millas de una eventual declaratoria de quiebra, al caer en causal de disolución, debido a su patrimonio negativo. Y a finales de 2020 recibió la última inyección de capital, por $40.000 millones, con la que ha logrado mantener el servicio.

Por su compromiso de cubrir rutas sociales no rentables, propensas a generar pérdidas económicas, Satena no es sostenible financieramente sin la ayuda directa del Gobierno Nacional. Desde cuando el presidente Lleras Camargo la creara en abril de 1962, desempeña una función poco reconocida, simbolizando la figura del Estado en zonas de agreste topografía y elevados índices de conflictos y pobreza. Su aporte ha sido decisivo para interconectar los territorios vulnerables con las grandes capitales. Regiones apartadas, como el Pacífico y la Amazonia, estarían literalmente aisladas y sus habitantes y mercancías no contarían con un medio de locomoción rápido y seguro, si sus aviones no hicieran presencia y ejercieran soberanía.

Su participación en el mercado aéreo nacional es desigual con respecto a las demás compañías de aviación. Juega en desventaja con los competidores privados, pues le corresponde superar las fallas del sistema aéreo y garantizar, bajo un prisma de equidad, que todas las regiones de Colombia estén conectadas. Bajo la responsabilidad de atender rutas sociales no rentables, propensas a generar pérdidas económicas, su filosofía comercial está lejos del objetivo de las aerolíneas comerciales que definen el negocio en términos de lucro y utilidades.

Sea esta la oportunidad para posicionar a Satena como una aerolínea líder en Colombia, eficiente, autosuficiente y con una flota de aviones apropiada a sus necesidades y expectativas. Por ahora, no le será fácil competir en este, su primer intento de operación internacional, donde le espera un atractivo mercado aéreo, que, hoy en día, acumula considerable oferta. Cruzar fronteras le permitirá crecer y compensar con dólares un servicio poco reconocido y nada rentable, que tantas veces la ha obligado a sacar el tren de aterrizaje para amortiguar los recurrentes golpes financieros.

En campo ajeno. El Estado colombiano, en todas sus instancias, es un pésimo empresario en un país con muchos negociantes. Eso se ve en diversos servicio y actividades que contrata con particulares, en los que recibe el pedazo más pequeño del pastel. Así ocurre en Bogotá con los patios de Alamos, donde el concesionario suele beneficiarse con los excesivos precios de grúa y parqueo, dos, tres o más veces superiores al valor del comparendo, en infracciones menores como mal estacionamiento o abandono del vehículo. Son negocios leoninos que develan la corrupción rampante de nuestros dirigentes, amangualados con particulares que saben sacar provecho de la administración pública.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5

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