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El turismo de cruceros navega a grandes velocidades y de milla en milla náutica aumenta su participación en el turismo internacional, donde el país empieza a perfilarse como un mercado con posibilidades.
Desde hace una década, cuando algunos de nuestros puertos se integraron a este peculiar segmento vacacional, la presencia colombiana registra un crecimiento destacado, reflejo de los buenos vientos que soplan sobre el sector a nivel mundial.
En estos diez años el número de pasajeros que visitó nuestros destinos se multiplicó cinco veces. El despegue tomó celeridad durante el último quinquenio, donde se marca un aumento cercano al 200 por ciento. Lejos de aquellos desperdigados 50 mil turistas de los inicios, en 2015 se recibieron 272 mil viajeros, en 192 recaladas. Cartagena mantiene el liderazgo del sector, al concentrar el 90 por ciento de la tajada, y acaricia proyecciones ambiciosas que prevén que para este año doblará sus actuales 174 mil cruceristas. Santa Marta apenas comienza a aparecer en los catálogos, en tanto que San Andrés y Providencia aflojan en ingresos, pagando el costo de sus restricciones en infraestructura para el servicio de cruceros de gran tamaño.
Tan de moda hoy en día, el turismo de cruceros se remonta a los albores de los años sesenta, cuando prende sus turbinas y las calienta a medida que se va apagando la industria de los barcos transoceánicos. Luego de un impulso moderado, inicia a partir de los 90 un vertiginoso período de expansión que lo lleva de Estados Unidos hacia Europa y los llamados mercados emergentes en América, Asia y Australia, en los que penetra con sólidas expectativas. Desde entonces su progresión en el escenario internacional asciende a 320 millones de pasajeros, un guarismo que lo convierte en factor determinante dentro del desarrollo turístico.
El enorme potencial del negocio y su capacidad de alternar como competencia del transporte aéreo estimularon la reconversión de algunas de las antiguas empresas navieras, afectadas por la pérdida de funcionalidad de los viejos buques, y dieron paso a las grandes compañías dedicadas a explotar el segmento. Por mares y océanos navegan hoy en día más de 400 líneas de cruceros. Su permanente reinvención, reflejada en la transformación de sus colosales y ultra modernos barcos en fastuosos centros vacacionales flotantes, rodeados de toda clase de comodidades y de un máximo confort, le vaticina un futuro arrollador.
Los estragos de las recientes crisis económicas que han azotado el mundo no han sido obstáculo para frenar su veloz despegue. Su tasa de crecimiento se proyecta ascendente y duradera, por encima del 10 por ciento. La suma de sus indicadores lo convierte en el segmento turístico más dinámico de los últimos veinte años, tal como quedó confirmado en la pasada vigencia cuando la demanda internacional sobrepasó los 25 millones de pasajeros. Su fuerte jalonamiento se beneficia con la aparición de lujosos barcos, como el Harmony of the Seas, recientemente construido para la Royal Caribbean, que ofrece 2.747 camarotes y pone a prueba su formidable capacidad de oferta.
Aunque en el caso colombiano, las cifras del mercado son relativamente bajas, las posibilidades de crecimiento tienen mucho mar abierto. Las bondades culturales e históricas que brindan Cartagena y Santa Marta –complementadas con las irresistibles tentaciones del trópico- podrían ayudar a capitalizar mayor cantidad de paradas y más acceso de navieras; pero más importante aún, es que abren la oportunidad para que se conviertan en destinos permanentes de cruceros. Un agregado adicional es la diversificación y el abaratamiento de la oferta, que permiten conquistar el interés de elevados volúmenes de viajeros nacionales.
En los nuevos tiempos de postconflicto, en los que parece mejorarse la percepción internacional y reducirse los sobresaltos, el Gobierno tiene la oportunidad de agregarle otro componente a su flujo de divisas. Ahora, -cuando al parecer no se ven moros ni piratas en la costa- es el momento apropiado para planificar un producto competitivo, ultimar estrategias y embarcarse en este segmento turístico que -hoy por hoy- alimenta varias economías locales y navega a toda máquina.
@Gsilvar5
