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Por las circunstancias que vive el país, consecuencia de la pandemia del coronavirus, viajar con fines recreativos o de descanso durante esta temporada vacacional de fin de año y comienzos del que viene tiene que ser una decisión responsable. Quienes decidan hacerlo deben ceñirse a los protocolos de bioseguridad para minimizar los factores que provocan el crecimiento de los contagios. Por tal razón, el uso de la mascarilla, el lavado de manos, el distanciamiento social y la prevención de las aglomeraciones son el único procedimiento relevante para evitar los riesgos e impedir que el paseo se convierta en fatal pesadilla.
Frente al paso de la enfermedad, la tendencia del turismo se orienta hacia los viajes en pequeños grupos, con destino a lugares rurales, poco poblados, cercanos a la residencia, que prioricen la salud, garanticen la confianza y, preferiblemente, que sean accesibles en automóvil. En estos tiempos difíciles, en los que las relaciones de los viajeros deben ser confiables y controladas, las experiencias turísticas en torno al campo y la naturaleza se hacen más atractivas y prevalecen sobre las actividades masivas.
Las lecciones que deja la crisis sanitaria comprometen a los prestadores de servicios turísticos a no bajar la guardia en la aplicación de protocolos rigurosos y en el control de los aforos. La compleja situación financiera que los impacta desde hace nueve meses los obliga a asumir el reto con sensatez y la seguridad será el principal punto de referencia para atraer visitantes.
A quienes vivimos en la zona andina se nos brinda una atractiva y variada oferta en el corazón de la multifacética región cundinamarquesa, integrada por 11 pintorescos municipios, cada uno con características particulares, que conforman la Sabana Centro. Una opción que bien vale la pena considerar —mientras no se restrinja la movilidad—, por ser destinos que trabajan para consolidar estándares de bioseguridad y que se proyectan en el mercado turístico debido a la diversidad y calidad de su producto.
Hablamos de Cajicá, Chía, Cogua, Cota, Gachancipá, Nemocón, Sopó, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá, todos ubicados dentro de un apacible contexto geográfico sabanero y conectados por una red vial en buen estado. En esta franja de territorio, caracterizada por su magnífico entorno ambiental, abundan las alternativas, a través de rutas turísticas en las que se mezclan gastronomía, naturaleza, historia, cultura, bienestar, parques temáticos, biciturismo y oferta rural, contempladas en un variado portafolio de escenarios y atractivos.
A pocos minutos de Bogotá, Cota se luce con el Bioparque La Reserva, una conjunción de especies silvestres, animales y plantas, en donde se ofrecen recorridos guiados, y con el Cerro Majuy, resguardo indígena, ideal para caminatas, senderismo y aviturismo. El municipio posee una hermosa iglesia parroquial y en su jurisdicción rebosa la buena cocina en restaurantes reconocidos, con servicio al aire libre, como Las Cholas, Balsámico, José Arepas, La Provincia o El Barrilito del Chef.
A su norte está Chía, con centenar y medio de restaurantes bioseguros, un centro histórico que se explaya ocho manzanas a la redonda, el resguardo indígena, la reserva Parque La Montaña del Oso —en el que se practica ciclomontañismo— y, enclavada en la montaña, la iglesia de la Valvanera. Cerca de allí, Cajicá es un espacio ideal para el biciturismo, las caminatas a La Cumbre, pasear por el Parque La Estación del Ferrocarril o por entre sus competitivos talleres y tiendas de tapetes.
Hacia el occidente, en Tenjo, se puede disfrutar de granjas ecoturísticas y dormir en glamping, hacer senderismo por los cerros Majuy y Juaica, visitar el parque temático Faunáticos y recorrer la reserva natural privada Forest of Orchids, con su sorprendente colección de orquídeas y de especies en peligro. Por la ruta se ubica Tabio donde, junto a su variada gastronomía, se dispone de rutas para cabalgatas y de dos espléndidos parques ecológicos: el Tygua Mague, conservatorio de aves y plantas nativas, y el Carmen de los Juncales, con 22 estaciones de naturaleza disponibles.
Siguiendo hacia el norte está Zipaquirá, otro epicentro gastronómico regional, cuyo principal atractivo es la emblemática Catedral de Sal. Cuenta, además, con el museo El Colegio de Gabo, donde el escritor universal terminó su bachillerato, y con un atesorado centro histórico. Más arriba, Cogua engloba una de las principales ofertas de turismo rural, referenciadas para el senderismo.
Por la autopista que va hacia Tunja, Sopó recrea con el bellísimo Santuario de Nuestro Señor de la Piedra, el Parque Puente y la Plaza de los Artesanos. Allí se ubica el Parque Ecológico Pionono, espléndida reserva forestal, y los viajeros tienen a su disposición privilegiados lugares para la práctica de deportes extremos. Siguiendo hasta Tocancipá se encuentra el Parque Jaime Duque, dedicado a la recreación familiar, y la Hacienda Normandía, donde se proponen actividades de ordeño y se puede pernoctar.
El recorrido incluye Gachancipá y termina en Nemocón. El primero de estos municipios refresca con la Casa-Museo del Campesino, reliquia de bareque y barro, con dos siglos de construcción, que conserva intacta su estructura antigua y cuya huerta recoge los saberes y oficios del patrimonio cultural de la región. También ofrece el Eco Hotel, situado sobre la montaña, donde a un buen descanso se le suma una excelente gastronomía. El segundo destaca por la Mina de Sal, suntuoso sitio con cascada salina y pozos de agua salada similares al Mar Muerto, donde se visibiliza la cultura minera tan pronunciada entre sus pobladores.
Sabana Centro, en el corazón de Cundinamarca, es una de las más multifacéticas regiones del país. Se soporta en una propuesta de turismo de aventura y experiencias relacionadas con la naturaleza, dispuesta para el descanso y la relajación, que encaja dentro de la actual coyuntura sanitaria que vive el planeta en el marco de la nueva realidad, con escenarios abiertos y oxigenados en los que es posible disfrutar del refrescante sosiego de la ruralidad. Es la excusa turística perfecta para abrirle campo al campo.
Para todos los lectores, un buen viaje, feliz Navidad y un 2021 próspero y seguro, con autocuidado, para derrotar la pandemia.
Posdata. Que los oleoductos del “nuevo petróleo”, como el presidente Duque designa al turismo, no se tomen los parques naturales y echen a perder el esfuerzo de tantas décadas para consolidar en ellos un bastión ecológico. Sorprende la decisión del ministro de Ambiente de cambiarle el decorado a la entidad que los rige con el retiro de su eficiente directora, para ensayar con un funcionario sin experiencia en estas lides, cuando el país y el mundo afrontan una preocupante emergencia climática.
