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Al menos, la marca

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Gonzalo Silva Rivas
14 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.
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El letargo administrativo de los últimos tiempos ha minado el liderazgo de Cundinamarca.

El Departamento acaba de ser testigo de la detención de su gobernador, pero también lo ha sido de su progreso social. Se durmió entre los tibios índices del comportamiento económico, con un PIB per cápita que simplemente se pasea por el promedio nacional y un moderado índice de desarrollo humano.

De nada le ha servido la influencia de Bogotá. Aunque debería ser -gracias a ella- la segunda región más competitiva del país, apenas cabalga sobre las escalas intermedias, mientras alarga su distancia de los referentes internacionales.

La perversa práctica de apropiarse de la administración pública para priorizar el beneficio personal sobre el servicio a la comunidad, como es el caso del capturado mandatario, Álvaro Cruz, distrae las responsabilidades y retrasa las posibilidades de crecimiento y bienestar. La región mantiene serios problemas en materia de salud, educación, servicios públicos, productividad e integración, y le apunta a indicadores económicos y sociales poco ambiciosos.

Resulta inexplicable, por ejemplo, que en un departamento con tanta potencialidad turística, dada su variada riqueza natural, ambiental, histórica y cultural, no se observen resultados que validen un trabajo serio y planificado para impulsar el sector, y lo conviertan en eje catalizador que integre a las comunidades y les sirva de herramienta para reducir las brechas de desigualdad y pobreza.

Dispone de una infraestructura básica para jugársela por el turismo pero carece de voluntad política y administrativa para materializar una propuesta estructurada y organizada que le permita competir, siquiera, en el mercado doméstico. De tiempo atrás son abundantes los recursos invertidos para diagnosticar y analizar la factibilidad turística de sus regiones, pero la falta de disposición y metas claras solo desgastan y marginan a comunidades que acarician sueños de ser protagonistas de la industria.

Queda una larga tarea por hacer para perfilar paquetes turísticos competitivos en actividades en las que abundan las potencialidades. Existe buena oferta de experiencias en turismo ancestral por los lados de la sabana; de naturaleza, entre los páramos, parques naturales y el fabuloso bosque de niebla, y de aventura, en modalidades de senderismo y torrentismo. Se pueden lanzar programas de turismo acuático para dinamizar embalses y represas; posicionar el turismo religioso con peregrinaje por los coloniales templos de provincia, y priorizar el turismo de bienestar, soportado en la adecuada oferta de termales, manantiales y spa concentrada en municipios aledaños a Bogotá. La región del Tequendama acumula incluso un desperdiciado inventario de atractivos, con buena infraestructura física, en el que compiten granjas temáticas, ecoparques, cascadas, villas y fincas de recreo, en medio de una amplia alternativa gastronómica.

La vocación turística del Departamento puede encauzarse en función del desarrollo social, pero para que despegue habrá que inyectarle institucionalidad, incorporando, capacitando y tecnificando a las comunidades para elaborar productos de calidad, abrirlos al mercado y promocionarlos.

La oportunidad para fijarle un nuevo norte al departamento se presentará en las elecciones de la próxima semana. En propuestas de turismo se han conocido algunas de Nancy Patricia Gutiérrez, la candidata del conservatismo, que podrían darle a la actividad un viraje hacia alta mar, y las del joven aspirante liberal a la Asamblea, Carlos José Sandoval (L 52), sobrino del exgobernador González -en cuya época se fijaron las primeras líneas de acción departamental sobre el tema-. Sandoval promueve la consolidación de una política pública para hacer del turismo una prioridad, que apalanque las arcas de la Gobernación y redistribuya la riqueza entre las provincias. Ambos complementan un acertado paquete de acciones que le apuntan a un nuevo orden regional, y por tanto sería una equivocación no contar con sus aportes en los próximos cuatro años.

El Departamento necesita recobrar su liderazgo y convertirse en vitrina turística. Cundinamarca es la mitad de Dinamarca, pero tiene el doble de atractivos. Ojalá este 25 de octubre se decida por una gobernadora y una calificada representación de diputados que le impriman su sello. O que -por lo menos- le dejen la marca…

gsilvarivas@gmail.com

 

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