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Tanto en Colombia, como en el escenario internacional, la recuperación del turismo evoluciona con paso firme. A la vuelta de este segundo semestre del año, seguramente, estará saltando sobre los niveles pre-pandémicos en la mayor parte de las regiones del planeta, posicionando su condición de exportador líder de servicios, por encima de sectores como el petróleo, los productos alimentarios o la industria de los automóviles.
Un ilustrativo indicador sobre el avance de la actividad es el movimiento de viajeros. El flujo que se dio en lo corrido de los primeros seis meses de este 2023 refiere un rápido crecimiento de llegadas internacionales, superior al 80 % de los niveles previos a la pandemia. Según las cifras generales del más reciente Barómetro OMT del Turismo Mundial, cerca de 275 millones de turistas tomaron vuelo durante este período, más del doble de los contabilizados durante su equivalente de 2022.
Este salto largo del sector le ha permitido superar la barrera del billón de dólares en ingresos, reflejo de su probada capacidad de resiliencia, con la que está sorteando el complejo el entorno económico mundial, minado de conflictos y problemas. Sin duda, un panorama alentador, pero no exento de eventuales tropezones en ese azaroso camino hacia la redención, en el que, aún, persisten las alertas en torno a complejos desafíos, como la inseguridad geopolítica, derivada de la guerra en Ucrania; las latentes amenazas sanitarias, y la incertidumbre económica global.
En Colombia, el escenario proyecta indicadores positivos, después de la abrupta caída del mercado tras el desplome causado por la pandemia. Las expectativas son considerables, pese a que el turismo creció con altibajos, a ritmo más lento que el de la economía nacional. El semestre mostró las dos caras de la moneda. A diferencia del tráfico aéreo nacional, el internacional tuvo mejor compás. El turismo emisivo se incrementó, pero desaceleró el doméstico, después de que el pasado fuera un año récord en el mercado, conforme a las estadísticas de la firma Ari Consulting Group.
La disminución en el turismo doméstico resultó compensada con el desenvolvimiento favorable del turismo emisor, que mantuvo un crecimiento del 6 % durante los primeros meses, pese al altibajo en la salida de viajeros nacionales hacia destinos internacionales en abril, cuando pareció trastabillar la dinámica en la demanda de los servicios turísticos. Empero, la coyuntura que ofrece el bajonazo del dólar posibilita incrementar la demanda hacia el exterior. En cuanto a la llegada de turistas extranjeros, también se evidenció un crecimiento cercano al 50 %, de acuerdo a Procolombia.
El mercado local ha sido, tradicionalmente, el motor principal de la actividad turística, y los motivos de la caída se explican, fundamentalmente, por la crisis que afrontó el sector ante la cancelación de servicios de las dos aerolíneas de bajo costo, que debieron aterrizar de emergencia, empujadas por los fuertes vientos de sus crisis financieras y por la desactivación de algunos incentivos temporales que, con motivo de la pandemia, contribuyeron a proteger al sector y le facilitaron surfear la crisis durante su más fuerte oleaje. El eventual ingreso de nuevas líneas aéreas al mercado nacional podrá perfilar un notable potencial de crecimiento, en términos de conectividad, dinamizando la oferta.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) estima que, al finalizar este año, el sector turístico del país estará bordeando el 4,8 % de participación en la economía nacional, jalonado, en parte, por la ocupación laboral, que rondaría en 4,6 %, encima de los niveles de empleo de 2019. De cumplirse la meta sumaría alrededor de 1,4 millones de puestos, equivalente al 5,5 % del total de los empleos en el país. El rol protagónico que en el incremento de las plazas de trabajo cumple la recuperación del turismo le permitiría aportar 250.000 nuevos empleos el término de la década.
Este organismo mundial pronostica que la promoción de esta actividad aumentará su contribución al PIB en más de US$20.000 millones para 2033. Este volumen de recursos le representaría una tajada del 4,9 % del total de la economía nacional y posicionaría la actividad como un determinante en el ingreso de divisas e inversión extrajera y en el desarrollo regional.
Pasada la primera mitad del año, el sector turístico colombiano se alista para potenciar motores con destino hacia un nuevo semestre, venciendo incertidumbres, sumando millas para su recuperación y con el optimismo puesto en la fortalecida demanda de un mercado que, literalmente, pide pista para despegar y que requiere, a través de un impulso, que el Estado le dé alas para volar.
En el sector: La compañía venezolana Laser Airlines se une al proceso de reactivación aerocomercial entre Colombia y el vecino país, al programar para el próximo 12 de junio el primero de sus tres vuelos directos semanales entre Caracas y Bogotá. En su portafolio de servicios incluye la propuesta de incluir la ruta Maracaibo-Bogotá-Maracaibo, donde se proyecta un atractivo mercado. Laser Airlines se convierte, entonces, en la tercera aerolínea en ofrecer vuelos comerciales entre ambos destinos, compitiendo con su compañera de bandera, Turpial Airlines, y la colombiana Satena.
