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Arma de doble filo

Gonzalo Silva Rivas

30 de abril de 2025 - 12:05 a. m.

El tsunami desatado por el presidente Trump con la imposición de aranceles a un centenar de países podría propagarse hasta las costas de la industria turística, en caso de llegarse a prolongar y, más aún, de producir una recesión económica global. Las amenazas arancelarias, a las que el mandatario pareciera ceder en su proporcionalidad, como se infiere en sus más recientes declaraciones respecto a China y a ciertas naciones europeas, le lanzan nubarrones al sector, con consecuencias en sus proyecciones de crecimiento, particularmente en las del propio mercado estadounidense, hoy por hoy, el más beneficiado en el mundo por concepto de divisas.

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Una guerra de aranceles desbordada en el tiempo no solo sería un acto suicida para la economía mundial, sino un golpe para el turismo, sector exportador considerablemente sensible a los vaivenes y contingencias que perturban el entorno geopolítico. Esta industria depende de cadenas globales de suministro, cuya afectación incide de manera directa en la dinámica de costos, tanto para fábricas de aviones y operadores aéreos, como para hotelería, gastronomía y comercio en general.

Los fabricantes pagarían un mayor valor por repuestos e insumos y las compañías aéreas por compra, alquiler y mantenimiento de componentes y equipos. El sector hotelero restringiría la construcción y renovación de establecimientos ante el encarecimiento de materiales como acero y aluminio, y restaurantes y comercio enfrentarían las cargas tributarias sobre los productos importados.

La imposición de aranceles universales, a mediano y largo plazo, llevaría al descuadre del comercio global, a la incertidumbre económica y a la inflación, ingredientes básicos de una recesión global. De reducirse el poder adquisitivo de los viajeros y preverse un aumento en los costos de viaje y los productos de consumo en los destinos, se tendría un impacto directo en el gasto de los hogares, que podría traducirse en una espiral descendente de la demanda turística, lacerando destinos en los que el turismo es fuente importante de empleo e ingresos.

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Paradójicamente, frente a este neurálgico panorama, el principal perjudicado sería Estados Unidos, el tercer país más visitado en el mundo el año pasado, con 72.3 millones de viajeros, y el primero en recepción de ingresos ligados a la actividad, cercanos a los US$2,26 billones. Las decisiones de talante imperialista y los mensajes agresivos de la administración Trump han generado una fuerte carga explosiva que empaña la percepción sobre esta nación de portentosa industria cultural y de entretenimiento, tradicionalmente destacada por su hospitalidad.

Una suma de factores, entre ellos el paquete de medidas arancelarias que tensiona las relaciones internacionales, las políticas discriminatorias contra inmigrantes y comunidad LGTBQIQ+, la prohibición y restricciones de ingreso a viajeros, los controles aeroportuarios exagerados, los arrestos y los atropellos a los que han sido sometidos millares de ellos, estimulan un sentimiento antiestadounidense en el resto del mundo, que empieza a pasar factura con una caída de los flujos turísticos. Según los reportes oficiales, el año podría terminar con una disminución de visitantes del 9,4%, baja corroborada por la firma de investigación Tourism Economics, que pasó de pronosticar un crecimiento en los viajes del 8,8% a prever una disminución del 5,1% con respecto a 2024.

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Mientras una docena de gobiernos actualizó advertencias, recordando las dificultades que podría tener la intención de ingreso a esa nación, históricos aliados, como Francia, Alemania y Reino Unido, informan a sus ciudadanos que la exención de visado no garantiza la entrada, y Finlandia y Dinamarca les recuerdan a los suyos que, para ser recibidos, los pasaportes deberán reflejar el sexo asignado al nacer. En España se revela un retroceso del 15% en los viajes de sus nacionales con destino a Miami y Nueva York.

El caso más crítico, sin embargo, se registra con sus dos vecinos fronterizos, que, juntos, superan la mitad de los visitantes. Canadá y México han respondido con algunas restricciones a los nacionales estadounidenses, pero, también, con un descenso de sus turistas a ese país. Canadá presentó en febrero una baja del 12,5%, en comparación con el año anterior, y del 18% en marzo. México, por su parte, reseñó una mengua del 23.2% durante el primer trimestre de 2025, con respecto al mismo periodo de 2024.

A la par con la creciente baja del turismo receptivo, Estados Unidos enfrenta la debilidad de su mercado interno, castigado por una serie de circunstancias recientes, como la incertidumbre laboral por el despido masivo de empleados gubernamentales, la inflación en alza y el tenso ambiente político y económico que reina en el país. Aerolíneas, como American Airlines, Sothwest, United y Delta, reconocieron la reducción en la demanda interior y contemplan reprogramar itinerarios.

Donald Trump, cargando a cuestas el más bajo índice de aprobación popular de un presidente en su país desde la segunda guerra mundial, prendió una mecha que genera profunda incertidumbre económica global y que corre el riesgo de convertirse en un arma de doble filo para el propio Estados Unidos, al afectar la confianza de los mercados internacionales, y en particular, la de la industria turística, de la que Estados Unidos es un privilegiado beneficiario.

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En el sector: Novedosa y concurrida ha estado la carpa que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ubicó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, denominada “Colombia a la mesa; libros para comer”. Medio centenar de invitados comparten con el público experiencias culinarias de siete regiones gastronómicas del país, en las que el Gobierno busca fortalecer su desarrollo turístico y su seguridad alimentaria. Hasta el 11 de mayo los asistentes podrán recorrer los sabores y tradiciones de la comida colombiana a través de una variada programación de cocina en vivo.

En el sector II: En el mismo evento, el empresario de la aviación, Alfonso Ávila, presentó el libro “Volar Alto”, en el que relata episodios y comparte experiencias sobre su exitosa carrera corporativa de más de cuatro décadas. Ávila Velandia es un líder visionario, con valiosa contribución al desarrollo de la conectividad aérea del país. Ejerció como vicepresidente de Avianca, presidente de SAM y fundador y presidente de Aerorepública (hoy Wingo) e Easyfly (hoy Clic).

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