La diversificación de modelos de turismo sostenible es una alternativa que toma impulso en el mundo dado el empuje inyectado por destinos que, como resultado de la pandemia, contribuyen a reconstruir el sector, castigado por la crisis sanitaria y la recesión económica. La actual coyuntura abrió un abanico de oportunidades para fortalecer la relación entre el turismo y la naturaleza mediante la promoción de experiencias responsables que -además de bioseguras- permiten liberar los recursos naturales y los ecosistemas de los efectos perversos que genera la masificación turística: una perturbadora modalidad global que se impuso en las últimas décadas a expensas del medio ambiente.
La acampada es, hoy en día, una apuesta turística en pleno auge con la que la gente, durante tanto tiempo encerrada, busca reconectarse con la naturaleza, antidepresiva natural, ideal para combatir el estrés y la ansiedad y, en consecuencia, una excelente aliada para mejorar los estados de ánimo. Ir de campamento por estos tiempos es un atractivo seguro, que responde a los hábitos impuestos para la nueva etapa de adaptación social, basada en conservar distancia razonable entre las personas y evitar las aglomeraciones.
Dentro de esta disparada tendencia coge fuerza el glamping, un concepto surgido a mediados de la década anterior, que, como su nombre lo indica, es una particular manera de acampar bajo ciertos estándares de elegancia y de glamour. Podría definirse como un campamento glamuroso ofertado en acogedores parajes ecológicos, bucólicos y paisajísticos, con un exclusivo portafolio de alojamientos y una oferta de servicios en la que priman términos como estilo y elegancia.
El glamping es una opción respetuosa con el medio ambiente, soportada en la interacción entre el turismo rural y el de naturaleza, que fusiona la tranquilidad y el descanso con la aventura, gracias a la conexión directa con el entorno natural. Está ligado al cuidado del medio ambiente y es sostenible. Incluso más que la acampada tradicional -aquella del trajín y las incomodidades que suelen provocar la manipulación de tiendas de campaña, esterillas y colchones inflables-, la cual, dada sus características, tiende a ser generadora de residuos y desechos. En el glamping, por el contrario, un puñado de servidores está al cuidado de los detalles.
El alojamiento es su sello de marca. Se convierte en su principal novedad por la creatividad de las propuestas y sus niveles de confort. El tipo de tiendas glamping disponible en el mercado es diverso y novedoso, reflejo de la creatividad de sus propietarios y del sitio de ubicación. Abarca desde casas rurales y convencionales cabañas, hasta tiendas de safari, casas-árbol, iglúes, caravanas vintage reconvertidas, domos, tipis, yurtas y hasta castillos en España. Se basa en estructuras livianas de bajo impacto ambiental, en su mayoría dispuestas de mobiliario confortable y servicios varios, como limpieza y alimentación. Esta última prioriza los productos orgánicos para darle ese toque armónico con la naturaleza.
La idea de estos establecimientos es facilitar la desconexión con el mundo y, de ahí, que se expandan en lugares apartados y ambientalmente privilegiados. Se encuentran en diversos ecosistemas, como bosques, selvas, playas, zonas de montaña y parques nacionales. Los alrededores disponen de facilidades para la práctica de actividades ecoturísticas, ecológicas, agroturísticas, deportivas, de aventura e, incluso, de meditación, salud y bienestar.
Este estilo de turismo se impone en varios países. Francia, España, Portugal, Reino Unido, Tailandia, Australia, Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Brasil y Argentina están entre los mejores del mercado. Colombia no está exenta y gana adeptos entre viajeros que buscan escaparse de la rutina y del caos urbano. Se ofrece en más de una docena de departamentos y cerca de Bogotá, en Cundinamarca -junto a incomparables vistas de lagunas y naturaleza- se promueven alojamientos en los municipios de Neusa, Guatavita, San Francisco, Suesca y Ubaque.
En Medellín surgió una atractiva alternativa, creada por Natalia Garzón, conocida emprendedora de la región. Se trata de Glamping Mundial, un espacio confortable para disfrutar del descanso y el reposo interior, con apoyo profesional de expertos en salud y terapias alternativas. Entre caminatas y constante parloteo de aves, el lugar permite cargar dosis de bienestar y fomentar un estilo de vida saludable, lejos de la contaminación visual, auditiva y ambiental que invade nuestras ciudades.
El glamping revive una forma de viajar de varios siglos atrás cuando algunos reyes, durante sus visitas a tierras remotas, pernoctaban en tiendas instaladas con accesorios y lujos similares a los de sus palacios. El término fue acuñado a finales del siglo XIX por exploradores británicos que abrieron las puertas del turismo en África y, de paso, las selvas a los cazadores durante los safaris.
Aunque, todavía, es una modalidad ligeramente costosa, el glamping va en continuo crecimiento, diversifica la oferta turística y año tras año le gana adeptos al circuito turístico tradicional. Basado en conceptos de lujo y comodidad, le pone sacoleva al camping, al elevarlo a la altura del servicio y las habitaciones de hoteles de cuatro o cinco estrellas. Sin duda, no compite con estos, pero tiene la ventaja de ofrecer el más original de los lobbys hoteleros: la naturaleza.
En campo ajeno: La evasión de impuestos en este país deja un boquete más grande, incluso, que la corrupción, y es la más miserable forma de robarle a los pobres. Es una práctica rentable de la que hacen uso los grupos de poder, tanto económicos como políticos. Con el caso de los Papeles de Pandora, los expresidentes Pastrana y Gaviria y la vicepresidenta Ramírez, envueltos permanentemente en escándalos éticos, ponen en evidencia la doble moral de nuestros gobernantes.
Twitter: @gsilvar5