El mercado de cruceros en Colombia navega a una velocidad creciente, con evolución progresiva, como lo certifican las cifras registradas al término de las más recientes temporadas en el último quinquenio. El prometedor impulso de esta industria genera un impacto económico de importancia para el país, con una derrama económica cercana, por ahora, a los US$50 millones, escenario que plantea la necesidad de comprometer el trabajo de las autoridades para afinar los planes de manejo ambiental que permitan minimizar los efectos ecológicos producidos por la actividad.
De acuerdo con estadísticas oficiales, tomadas de ProColombia y del Ministerio de Industria y Comercio, este segmento turístico empieza a jugar un rol esencial, al experimentar aumento gradual en el número de recaladas, reflejo de la dinámica portuaria de los destinos nacionales, tanto los tradicionales, como aquellos emergentes que emprenden camino hacia los catálogos de las agencias de viaje.
Si bien es cierto que la participación del sector en el ámbito internacional es pequeña por limitantes de infraestructura, e, incluso, por la posición geográfica del país, ligeramente alejado al sur de las paradisiacas islas del Caribe donde circula el grueso de rutas de las navieras, el potencial de crecimiento es promisorio, conforme a las proyecciones previstas para los años venideros.
Desde la inclusión de Cartagena y San Andrés en los itinerarios de las grandes navieras, hace un par de décadas, Colombia incursiona en el mercado global con buenos nudos de velocidad, tras el gran salto dado en la temporada 2022-2023, cuando se registró un alza sorprendente del 151 % en las recaladas y del 346 % en la llegada de pasajeros, frente a la 2021-2022. Repunte mantenido en los últimos dos años, en los que la industria le pone la proa a la propuesta turística del país
Actualmente, La Heroica lidera el foco de interés con el 97 % de los pasajeros; San Andrés comparte un 2 % con Santa Marta, mientras el restante se lo reparten propuestas emergentes, como el Cabo de la Vela, Buenaventura, Bahía Solano, Isla Gorgona, Utría y Leticia, que irrumpen en el escenario crucerista con buen perfil, dada su riqueza paisajística y cultural. El potencial que ofrece el país impresiona a empresarios e inversionistas por el atractivo de los destinos caribeños, pincelados con arena blanca y aguas cristalinas, y el entorno exótico de los puertos del Pacífico, privilegiados por la naturaleza y la diversidad ecológica.
Navieras de prestigio han dirigido la mirada hacia estas costas. Norwegian Cruise, Walt Disney, Carnival Corporation, TUI Group, Windstar Cruises y Royal Caribbean, que acaba de dar un paso adelante, al incluir a Cartagena como punto de partida de su crucero Rhapsody of the Seas, un portentoso barco con capacidad para dos mil pasajeros. Sus itinerarios arrancarán el próximo 6 de octubre, con recaladas en las Antillas Holandesas -Aruba, Bonaire y Curazao- y Colón, en Panamá. El llamado Crucero de los Colombianos favorecerá la economía de turistas nacionales y suramericanos, quienes podrán acceder al servicio sin requerir viajar hasta los Estados Unidos.
La vinculación de este operador estadounidense, con más de medio siglo de historia comercial, contribuirá a la promoción de Colombia, a través de su inventario de experiencias gastronómicas y culturales, diseñado particularmente para los viajeros latinos, segmento al que pretende atraer con un producto diversificado.
De este boom hará parte AmaWaterways, otra naviera estadounidense, que anuncia el servicio de un crucero fluvial por el río Magdalena, con lujosas embarcaciones que se encuentran en etapa de pruebas técnicas. Con puertos de salida en Cartagena y Barranquilla cubrirá pintorescas poblaciones reconocidas por su autenticidad, como Palenque, Calamar, Mompox, Magangué y El Banco, unidas por la misma identidad cultural afrocolombiana.
La expansión de los cruceros ofrece oportunidades de desarrollo, necesarias para nuestros destinos por su importancia económica y social. Fortalece la infraestructura turística, crea empleo, mejora la calidad de vida de las comunidades y fomenta la inclusión social. Pero su avance encadena ciertos riesgos ambientales y socioculturales que implican la atención de los sectores público y privado para prevenir impactos en los pilares de la sostenibilidad.
El incremento de la actividad ejerce presión sobre el medio ambiente por contaminación acústica, quema de combustible, generación de residuos líquidos y de desechos domésticos y alimenticios. El anclaje de los barcos podría dañar ecosistemas sensibles, y las excursiones en tierra, afectaciones a los hábitats naturales.
En la propuesta del río Magdalena, los cruceros navegarán por zonas protegidas y vulnerables, siendo una de las más delicadas Nueva Venecia, en la Ciénaga Grande de Santa Marta, una población palafítica, asentada en el agua y construida sobre pilotes de madera. En Mompox, el dragado demanda formular reglas claras para monitorear la disposición de los materiales. Para estos casos se exigen planes de manejo que articulen el ordenamiento ambiental con las travesías turísticas.
Frente a un mercado en ascenso y una temporada 2025-2026 dispuesta a las buenas expectativas, será necesario ajustar la planeación para coordinar y armonizar el tránsito de los cruceros con la protección ecológica, en procura de limitar emisiones contaminantes y otros impactos negativos causados sobre el medio ambiente. El crucerismo zarpa por estos mares, pero habrá que arranchar las velas para que navegue sin dejar cicatrices en la naturaleza.
En el sector: Una alternativa imperdible de hospedaje en Salamina, Caldas, es el Hotel Boutique Salamina Highs, una hermosa casona cuidadosamente restaurada y situada a media cuadra de la plaza principal. Tras su fachada colonial y su portón tallado, acorde con la bella arquitectura local, se descubre un espacio armonioso, elegantemente decorado y con un toque afrancesado en el que prima la madera. Sus habitaciones son espaciosas y su inmenso patio trasero encierra un denso y hermoso jardín con flores, bonsáis y fuentes de agua. Al fondo, el paisaje de montaña corona una experiencia inolvidable. Sus propietarios, Carlos Alberto Franco España y Tatiana de la Pava, representan lo mejor de la hospitalidad colombiana.
@gsilvar5