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Notas al vuelo

De fronteras cerradas a cielos abiertos

Gonzalo Silva Rivas
21 de septiembre de 2022 - 05:00 a. m.

Después de siete años del cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela, cinco de la suspensión de las operaciones aéreas de Avianca hacia este país y tres de la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales, el próximo lunes los dos gobiernos darán el primer paso para enderezar el camino y recobrar la caracterizada vecindad, surgida desde la Gran Colombia, basada en el entendimiento, el respeto y la confianza. La apertura del espacio fronterizo clausura un enmarañado período de dificultades, en el que la tozudez de los mandatarios de turno se sobrepuso a los intereses y necesidades de millones de personas que, además de vínculos familiares y comerciales, comparten una historia común.

Ese día, en el marco del restablecimiento de las relaciones bilaterales, se dará la apertura oficial de la frontera y se formalizarán el reinicio de la conexión aérea y del transporte de carga, preámbulo de esa nueva etapa de normalización de la vida económica, política, migratoria y turística a la que le apuestan los mandatarios, y que requerirá de sutil diplomacia para bajar las tensiones y saldar, amigablemente, los numerosos asuntos pendientes acumulados durante la última década.

El mercado aéreo colombo-venezolano, relativamente dinámico e importante para las dos naciones, será uno de los primeros beneficiados, tras la fuerte crisis desatada, a partir de la coyuntura política de 2015, que lo puso en tierra. En 2017 el movimiento de pasajeros apenas sí sobrevoló la altura de los treinta mil, y su crecimiento ha seguido lento, impulsado por tres aerolíneas, entre las que se reparten una red de seis ciudades. Las venezolanas Laser y Avior, esta última con la mayor tajada, y la colombiana Wingo mantienen el cordón umbilical entre Bogotá, Medellín, Cali, Caracas, Barcelona y Valencia.

Avianca, uno de los principales jugadores de este mercado bilateral, y el más antiguo de todos, suspendió actividades en ese país después de sostener una relación de más de 60 años, justificando la decisión en deficiencias de infraestructura e inconsistencias en las operaciones. Contaba, entonces, con el 59% de la ruta Bogotá-Caracas-Bogotá y el 77% de la ruta Lima-Caracas-Lima. Sin embargo, la azarosa crisis política, económica y social que se desató en Venezuela, en 2014, fue la que terminó asfixiando el servicio aéreo, al precipitar el retiro de la casi totalidad de las aerolíneas extranjeras, cuyas fuertes pérdidas económicas, ante la imposibilidad de repatriar sus ingresos hacia las casas matrices, hizo insostenible su operación.

Con la reapertura de las actividades aéreas, que al decir de los presidentes Petro y Maduro incluiría un vuelo piloto, varias empresas, conforme a sus pretensiones, han alzado la mano para retomar los vuelos, una vez surta la aprobación de las respectivas autoridades aeronáuticas. Por Colombia, Avianca, Wingo Viva Air y Latam adelantan el proceso operativo y regulatorio para su participación, mientras que del lado venezolano se alistan Avior, Laser y Estelar. Conviasa, línea bandera fundada por Chávez en 2004, en reemplazo de la recordada Viasa, también, calienta motores.

El proceso no resulta fácil, pues son diversos los asuntos estratégicos que requieren de afinación como parte de las reglas del juego para garantizar la presencia de los operadores. Tal es el caso de los aspectos técnicos y jurídicos. Sobre la mesa de negociaciones, además de la capacidad del intercambio aeronáutico, los derechos, deberes, frecuencias, reciprocidades y estándares de seguridad aeroportuaria, en ciudades como Caracas, deberá ponerse la carta de los tiquetes. Estos resultan encarecidos en ese país por los altos costos de las operaciones aéreas y la cantidad de impuestos y gastos que de ellos cuelgan.

Sin duda, el éxito del proceso de reapertura radica en la despolitización de las relaciones, la clave para generar confianza. Reanudar el servicio de las operaciones aéreas conlleva beneficios, no solo para el turismo, sino para la economía, en particular la de los departamentos que comparten la más activa y dinámica frontera de Latinoamérica, afectada en el intercambio comercial y en la seguridad fronteriza, actualmente bajo el control del narcotráfico y el contrabando. De acuerdo con cálculos proyectados en el sector, la operación aerocomercial entre ambas naciones puede arrojar beneficios por US$80 millones durante los próximos cinco años.

Luego de apretón en el cuello que sufrió la conectividad aérea entre Colombia y Venezuela, quizás en octubre próximo, seguramente, arranque la programación oficial de vuelos, tan esperada por las comunidades de ambos países, los empresarios y los turistas. El inicio de este nuevo ciclo en las relaciones debe dejar como lección que, frente a las coyunturas difíciles, siempre será mejor voltear la página, y pasar de las fronteras cerradas a los cielos abiertos, donde, precisamente podría estar volando la paloma de la paz.

En el sector. A lo largo de la última semana, Londres, la capital británica, se convirtió en el destino más demandado del planeta en materia de viajes y turismo, con motivo del fallecimiento de la reina Isabel II. Según estimaciones del Gobierno, en los últimos cinco días, millares de personas se desplazaron a la capital de Inglaterra para dar el último adiós a la soberana, provocando el caos en los seis aeropuertos de la ciudad. Desde España y otros países de la región, las aerolíneas dispararon los precios para el pasado lunes, fecha en la que tuvo lugar el entierro de la monarca. Sin embargo, los tiquetes para la mayor parte de los vuelos se agotaron rápidamente.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5

 

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