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El empoderamiento económico de las mujeres es un asunto que gana importancia en el mundo del trabajo y sobre el cual diversos países y organizaciones vienen avanzando para reducir la actual brecha de desigualdad. La participación de la mujer en el empleo, comparada con la de los hombres, sigue teniendo características diferenciadas y marginales que exigen necesaria corrección. Mientras la presencia masculina es mayoritaria, mejor remunerada y se instala cómodamente en la cumbre de los cargos directivos, la femenina, al contrario, suele ubicarse en la escala de los ingresos más bajos y se explaya hacia la informalidad.
En el caso del turismo, las mujeres son la principal fuerza laboral en casi la totalidad de las regiones del planeta. Ocupan seis de cada diez empleos, por encima del promedio de la economía en general. Pero sus frutos en el terreno de la igualdad de oportunidades, al considerar las distintas variables de este escenario, no son suficientemente maduros. Esa amplia participación femenina y diversa no se refleja ni en las condiciones salariales ni en las posiciones de mando que se mueven dentro del sector.
Dentro de las empresas, en la selección de recursos humanos, todavía, prevalecen estereotipos de género para ciertos puestos de trabajo. Un considerable segmento del mercado laboral femenino se concentra en áreas relacionadas con actividades domésticas, como sucede en el campo hotelero, o en cargos subalternos, aquellos de gestión interna o de atención al cliente, en el caso de la aviación. Al contrario, en los de mayor responsabilidad, el desequilibrio de sexos marcha en paralelo a la profunda brecha salarial.
En términos de liderazgo, las mujeres en el turismo solamente ostentan entre el 25% y el 30% de los puestos directivos a nivel mundial, un promedio que, aunque superior al de la generalidad de los sectores económicos en los que la media llega al 15%, no corresponde a la amplia participación femenina en la torta laboral. De acuerdo con el último informe del Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC), la industria se posiciona en el tercer lugar de la clasificación que registra la escala de mujeres intervinientes en posiciones de mando, y en la que, a diferencia de los hombres que son más autoritarios, prevalece un escenario más democrático y participativo en la manera de tomar las decisiones.
Sobre el pago de salarios, la grieta es relativamente menor con respecto al promedio de la economía en general. Según la Organización Mundial del Turismo (UNWTO) se ubica en un 14% frente al 16%. Sin embargo, la remuneración de las mujeres tiende a ser porcentualmente inferior a la de los hombres, situación que parece voltear la página en algunos países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), donde la incursión femenina en las bandas salariales más altas ya está superando la de los demás sectores. En el Reino Unido, por ejemplo, el 52% de las trabajadoras del turismo están posicionadas en los niveles salariales superiores.
El desbalance laboral, salarial y de participación directiva de la industria turística en su conjunto poco difiere de las estadísticas que registra la aviación comercial, de la que hicimos referencia en la columna anterior. Vale recordar cifras sobre algunas monumentales diferencias entre sexo y sexo, como la del mercado de pilotos, en el que las mujeres apenas representan al 5% de la población mundial de estos profesionales, y las de los CEO, de cuya nómina escasamente arañan un 3% de los cargos.
En Latinoamérica, más de la mitad de los negocios turísticos, muchos de ellos de carácter familiar, son liderados por mujeres. En ciertos países la economía colaborativa les ha ofrecido oportunidades, como pudo determinarse tras la irrupción de las compañías de economía compartida en el sector de transporte y en el de alquiler de alojamientos vacacionales. También, la revolución tecnológica ha sido una gran aliada en esta carrera hacia la equidad, al ofrecerles nuevos horizontes de oportunidades empresariales y laborales.
A la par con la responsabilidad que recae en los gobiernos de atacar los factores causales de las desigualdades en el entorno laboral, mediante un enfoque integrado de políticas públicas, el sector turístico, en conjunto con otros actores sociales, debe asumir sus propios compromisos, impulsando acciones que permitan redefinir el equilibrio de género a través de programas y estrategias de capacitación, liderazgo y toma de decisiones.
En un viaje de tantas millas hacia la equidad de género, el turismo puede orientar el camino que conduzca al empoderamiento de las mujeres, que hoy en día constituyen su principal fuerza laboral, dando ese primer e indispensable paso para contribuir a la promoción de una sociedad más justa e igualitaria.1 Y no será una misión imposible, si se tiene en cuenta que la industria de la hospitalidad, tan altamente feminizada, ha demostrado que, en materia de sexos, el verdaderamente fuerte es el débil.
En el sector. La semana de receso estudiantil es una refrescante bocanada para el sector turístico, que sigue dando pasos hacia su reactivación. En el mercado aéreo se estima una movilización de dos millones de pasajeros, 60% más que la versión del año pasado, las dos terceras partes hacia destinos nacionales. Por los terminales terrestres se desplazarán cerca de 3,5 millones de pasajeros, un incremento del 25% en relación al mismo periodo de 2021. Para evitar inconvenientes no sobra asumir precauciones en las regiones afectadas por las ondas tropicales, mantener los protocolos de seguridad y adquirir servicios y productos que provengan de operadores formales y cuenten con el RNT vigente.
