Publicidad

Notas al vuelo

El turismo no está dado para devorar destinos

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Gonzalo Silva Rivas
27 de agosto de 2025 - 05:04 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La actual temporada de verano en el hemisferio norte no ha estado exenta de las ya recurrentes protestas motivadas por el aumento vertiginoso de turistas en varios destinos emblemáticos del planeta. De un tiempo para acá, la historia se repite con la llegada de cada período vacacional. Se revive un sentimiento antiturístico y se intensifican las demandas de poblaciones que se sienten afectadas por el turismo masivo, al que se le atribuyen diversos males económicos y sociales, como exacerbar la especulación inmobiliaria, desplazar residentes locales e inflar el costo de vida.

Esta agitación popular se concentra en lugares icónicos, donde una fogosa actividad turística viene transformando barrios y generando una preocupante profusión de alojamientos fraudulentos. En España, Italia, Francia, Portugal e Indonesia, concurridos grupos de activistas, alimentados por la indignación frente al turismo de masas, desbordan acciones para exteriorizar sus fuertes posturas hacia una industria que, en su razonable propósito de democratizar el viaje, ha venido olvidando que los destinos tienen sus propios límites.

En las últimas semanas se han convocado movilizaciones simultáneas en epicentros turísticos, como Barcelona, Venecia, Lisboa, Paris, Palermo, Amsterdam e Islas Canarias, sintonizados dentro de un contexto de creciente malestar social por el impacto del turismo en sus comunidades. El objetivo se enfoca en visibilizar los efectos negativos de una actividad turística desmedida y en exigir el cambio de modelo, hacia uno más regulado, sostenible, responsable y equitativo, que priorice el bienestar de los residentes y la protección del medio ambiente.

Las comunidades locales alzan la voz, ejerciendo comportamientos que, por fortuna, aún, no rayan en la turismofobia, y que incluyen marchas en zonas turísticas, protestas en aeropuertos, bloqueos a autobuses con viajeros, acoso a turistas y ocupación de monumentos, buscando llamar la atención sobre los problemas atribuidos al turismo masivo, como la turistificación, el encarecimiento de la vivienda, la presión sobre servicios públicos y transporte, la basura y la contaminación ambiental y sonora.

La masificación turística no es una metáfora sino una realidad que se mide en ciudades desbordadas, ecosistemas alterados y comunidades locales desplazadas, con serio impacto sobre los recursos y la economía, pero, también, sobre los hábitos sociales y el entorno paisajístico. Es un fenómeno de consecuencias letales, que los gobiernos han aceptado y en el que se han acomodado, por cuanto representa una fuente importante de divisas, al favorecer los recaudos tributarios, el empleo, el consumo y otra amplia gama de actividades y servicios.

El turismo es un motor económico que ha acelerado sus revoluciones en las últimas décadas y que, hoy en día, responde por el 10 por ciento del PIB mundial. Según la OMT, en 2024 se movilizaron alrededor de 1.500 millones de turistas internacionales, y se espera, para 2030, que 1.800 millones sean los que recorran y atraviesen las múltiples fronteras del planeta, con recurrencia en los mismos y congestionados destinos tradicionales.

El auge imparable de esta actividad es apalancado por factores de reciente presencia, entre los que cabe citar el aumento y expansión de aerolíneas de bajo costo y la proliferación de plataformas de alojamiento como Airbnb y Booking.com, que permiten hacer, más fácil que nunca, la movilidad y el hospedaje por estos tiempos. En la ecuación también entra en juego la difusión intensiva que ofrecen las redes sociales, donde los viajes se han convertido en una competencia visual y en un símbolo de distinción social. Ahora, exhibir fotos en las plataformas digitales, posando en Santorini, Machu Picchu o la Torre Eiffel, es estar dentro del círculo.

Aunque en la casi totalidad de los destinos en los que se han crispado los ánimos de los residentes, las autoridades comienzan a tomar medidas para bajarle la calentura a la creciente presión social, estas, por ahora, son insuficientes. Aparte de fijar límites de visitantes e implementar tasas impositivas a los turistas en algunos de ellos, es necesario adoptar regulaciones y planificaciones urbanas de fondo, que controlen los efectos invasivos de una industria resiliente, dinámica y de raudo crecimiento, que asume un rol protagónico como pulmón de la economía global.

La industria turística debe desconcentrarse y desestacionalizarse, y poner en práctica el discurso de la sostenibilidad, priorizándolo sobre el aumento en la llegada de viajeros. La masificación actual, azote de ciudades emblemáticas, es un fenómeno evitable, mediante la toma de decisiones políticas, económicas y culturales, que reviertan sus efectos y le permitan comprender al mundo que esta industria no está dada para devorar destinos, sino para protegerlos y visibilizarlos, promoviendo su desarrollo sostenible y estimulando la equidad social en sus territorios.

En el sector 1: Durante el reciente Congreso Nacional de Agencias de Viajes y Turismo de ANATO, celebrado en Medellín, se resaltó el papel estratégico que sigue jugando el turismo en la economía nacional, gracias a los avances en la promoción, la diversificación de productos y el desarrollo en temas de sostenibilidad y tecnología. Las divisas por turismo que ingresaron a Colombia para el primer trimestre de 2025, alcanzaron los USS2.865 millones, es decir, 12,9 por ciento más frente al mismo periodo de 2024, mientras el PIB de las actividades de servicios administrativos y de apoyo, categoría de la que hacen parte las Agencias de Viajes, creció 1,8 por ciento, aumentando, así, 3 puntos porcentuales, en el segundo trimestre de 2025. Los participantes, sin embargo, plantearon inquietudes en temas de seguridad, informalidad, infraestructura y liquidez de recursos fiscales. El evento se consolida como un significativo espacio de análisis y proyección para el sector turístico colombiano.

En el sector 2: La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), en su informe World Air Transport Statistics 2024, publicado en días pasados, señala que la ruta doméstica más transitada en América Latina, a lo largo de dicho año, fue la de Bogotá a Medellín, que movilizó 3.8 millones de pasajeros. El vuelo doméstico más dinámico se presentó en Corea del Sur, entre Gimpo y la isla de Jeju, con más de 13 millones de pasajeros. En América del Norte, la ruta más utilizada fue entre Nueva York y Los Ángeles, con 2,2 millones de viajeros, y en Europa, la de Barcelona a Palma de Mallorca, con dos millones. Colombia figura, entonces, con una ruta estrella que vuela bastante alto en el firmamento de la aviación global.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5

Conoce más

Temas recomendados:

 

AtehortuA(40638)27 de agosto de 2025 - 07:26 p. m.
El gran problema es que cada vez queremos viajar más, volar más, alquilar un Airbnb, molestar a los vecinos y residentes a donde vamos y encarecer el costo de vida. En conclusión, hemos reducido el impacto económico positivo y aumentado el impacto social y medioambiental negativo. Esa es la verdad, esa es la triste realidad.
Felipe Fegoma(94028)27 de agosto de 2025 - 05:07 p. m.
Cuando el turismo sustituya al petróleo en la economía colombiana no causará esos problemas de Venecia, París o Barcelona, porque aquí solo hay turismo de migrantes colombianos que vienen a visitar a la familia, un puñado de mochileros argentinos con cero presupuesto y turismo de cocaína, trago y meretrices en la costa. No hay peligro de turismofobia en este destino inseguro y sórdido que es Colombia, al turista gringo o europeo no le gusta pagar por ver miseria o que le roben en Cartagena.
JDurán(15611)27 de agosto de 2025 - 07:37 a. m.
Totalmente de acuerdo en que en el mundo se puede lograr un turismo sostenible, pero para llegar a eso se requiere un cambio profundo. No basta con viajar “con conciencia” si las estructuras siguen premiando el volumen sobre el valor. Se necesita planificación urbana, regulación efectiva, participación comunitaria. Se necesita entender que viajar no es solo llegar, sino respetar.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.