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Ciudad del Vaticano es el estado más pequeño del mundo, localizado en el corazón de Roma, con escasas 44 hectáreas de superficie, claramente delimitadas. Su reducido tamaño es literalmente absorbido por dos edificaciones, la Basílica y la Plaza de San Pedro, que ocupan tres cuartas partes del territorio. El enclave, declarado en su totalidad como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es, además, albergue para un millar habitantes, relacionados con la Santa Sede, máxima autoridad de la Iglesia Católica.
Surgido en 1929 con el Tratado de Letrán, bajo la firma de Pío XI y Benito Mussolini, este diminuto estado soberano e independiente se sostiene, mayoritariamente, gracias a donaciones e inversiones financieras y a la gestión de un nutrido patrimonio inmobiliario. El turismo, también, ejerce como pieza fundamental de ingresos, generados por concepto de entradas a museos y venta de sellos postales, medallas, monedas conmemorativas, productos editoriales, recuerdos y otras actividades comerciales.
Por el factor limitante de su espacio geográfico, el Vaticano carece de infraestructura hotelera y gastronómica, pero, pese a ello, desempeña un papel relevante en el portafolio internacional del turismo religioso. Son decenas de miles los peregrinos y turistas que diariamente disfrutan de la particular riqueza arquitectónica y artística que se entrelaza al interior de sus antiquísimos muros y de los extensos y exuberantes jardines de plantas exóticas, un sugestivo refugio natural disponible para los visitantes, que arropa en su interior fuentes, esculturas, torres, grutas y restos de murallas leoninas, mandadas a construir por el Papa León IV, a mediados de los 800 D.C.
La apuesta de atracciones contempla monumentos emblemáticos y una arquitectura representativa de diferentes períodos históricos. Las joyas de la corona son la majestuosa y solemne Basílica, con su imponente cúpula de 135 de altura y 42 metros de diámetro; la icónica Capilla Sixtina, ilustrada con los frescos de Miguel Ángel, y los cuatro museos vaticanos, los más visitados del mundo después del Louvre, en París. En ellos se atesora una vasta colección de arte que viene desde la antigüedad e incluye el acopio acumulado por los pontífices a lo largo de los siglos. Su aporte en materia de divisas sobrepasa los US$150 millones al año.
Aunque el principal mercado turístico se centra en la comunidad católica -religión de la que forman parte 1.400 millones de personas-, merced a la multitud de peregrinos que acuden a celebraciones eucarísticas y a las diversas ceremonias y protocolos litúrgicos, presididos por el Papa, con el paso de los años ha venido en alza el número de viajeros de otros credos religiosos que buscan compartir las experiencias místicas y disfrutar del encanto que irradia esta mini ciudad que cautiva por historia, arte y espiritualidad.
El pico turístico más alto se registra durante los rituales del Jubileo. Este evento religioso, dedicado a la reconciliación, la conversión, la renovación espiritual y la concesión de indulgencias, se realiza cada cuarto de siglo, siendo, precisamente, este 2025, fecha de celebración. Conocido, también, como Año Santo, podría convocar cerca de un millón de visitantes internacionales, según el Ayuntamiento romano.
El recurrente flujo turístico hacia el Vaticano no solo consolida su imagen y beneficia sus finanzas, sino que repercute favorablemente en las de Roma. Los resultados se cuantifican en términos de proyección de imagen y visibilidad internacional, por ser la capital italiana obligatorio puerto de destino. En el campo económico, el frecuente flujo de turistas de paso dinamiza su hotelería y gastronomía, así como su oferta comercial y de transporte público, junto a su atractivo catálogo de propuestas turísticas. La Ciudad de las Siete Colinas, solo como consecuencia de esta conurbación, puede recibir este año una derrama económica superior a los US$S19.000 millones.
En esta particular ocasión, el jubileo, el fallecimiento del Papa Francisco, el cónclave de cardenales y la entronización de su sucesor, el pontífice León XIV, configuraron un inusual cruce de acontecimientos que disparó de manera significativa la actividad turística hacia la región. Los actos del funeral y de elección del nuevo papa sumaron cerca de medio millón de fieles, a los que se integraron las delegaciones de por lo menos 150 gobiernos, medio centenar de ellas encabezadas por jefes de Estado.
En solo dos meses el incremento de vuelos aéreos hacia Roma superó el 260 por ciento, comparado con el mismo período del año anterior, mientras que el registró de ocupación superó el 90 por ciento en hoteles y establecimientos complementarios. Es así como la Ciudad Eterna y su enclave, El Vaticano, como epicentros de uno de los eventos más importantes del mundo, determinante para la Iglesia católica, recibieron un refrescante impulso en sus economías, haciendo, gracias a Dios, su “agosto” entre abril y mayo.
En el sector: Dos mujeres, reconocidas por sus experiencias locales en beneficio del turismo, se perfilan como las principales candidatas en la carrera por ejercer la jefatura de ONU Turismo, entidad que antes era conocida como la Organización Mundial del Turismo (OMT). Se trata de la mexicana, Gloria Guevara, y de la emirtí, Sheikha Al Nowais, cuyos nombres han tomado fuerza tras el retiro de la candidatura de Zurab Pololikashvili, actual secretario general, por decisión de su país natal, Georgia. Aunque la exministra mexicana cuenta con el apoyo de varios países clave y el del exsecretario general de la organización, Taleb Rifai, su competidora comparte una visión estratégica y un enfoque práctico y progresista del sector, en el que se mantiene un pronunciado liderazgo femenino.
@gsilvar5
