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Con la posesión del ministro de Comercio, Industria y Turismo, se da inicio a la que, posiblemente, será una etapa de cambios en las políticas que orientarán el rumbo del sector turístico durante los próximos cuatro años y cuyos lineamientos se esbozan en la plataforma programática del presidente Gustavo Petro, como componente de un plan de acción, encaminado a hacer tránsito del modelo económico actual hacia una economía productiva y no extractivista.
El ministro Germán Umaña Mendoza, economista, especializado en planificación e industria, y un conocedor del tema, llevará la voz cantante en este proceso que se pondría en marcha bajo la etiqueta denominada “Pacto por un turismo en armonía con la vida”. El propósito está dirigido a promover la actividad hacia el mercado de la naturaleza, dada la singular biodiversidad que ofrece el país y su considerable potencial como motor de integración social. La alternativa se basa en una relación armónica con el medio ambiente y en el protagonismo de las comunidades locales.
Aunque el mandatario no se refirió a este asunto durante su discurso del 7 de agosto, sí lo hizo vía Twitter ese mismo día al anunciar la designación de Umaña, con un mensaje en el que fijó la pauta que priorizará su agenda: “nuestra economía debe volcarse al turismo, a potenciar y a revitalizar la producción y la industria”, escribió. El orden de los términos permite presumir que esta industria forma parte de los desafíos que la administración enfrentará durante los próximos cuatro años.
El presidente Petro tiene claro el giro que le daría a la actividad turística, tras experimentar los buenos resultados que dejó su paso por la alcaldía de Bogotá, en la que, en llave con su director de políticas turísticas, Luis Fernando Rosas, un politólogo y escritor, enfocó su plan de acción en el posicionamiento de la capital como un destino turístico sostenible. En aquel entonces, la promoción de los segmentos de naturaleza, ecología, agroturismo y cultura, le permitieron a la ciudad liderar el escalafón turístico nacional y posicionarse en la mira de los mercados internacionales. En su segundo año, Bogotá superó el millón de visitantes extranjeros.
Hasta el momento, las expectativas entre el empresariado y la dirigencia gremial son inmensas, en espera del nombramiento del nuevo viceministro de Turismo para conocer las cartas que se pondrán sobre la mesa y el papel que jugarán todas las fichas del sector. El Gobierno, por ahora, descarta la continuidad del programa “Turismo, nuevo petróleo”, estrategia que impulsó Iván Duque para fortalecer la competitividad y mejorar la imagen del país, cuyos logros no fueron significativos, entre sus causas, por la crisis sanitaria mundial. Otra decisión a tomarse, sería prohibir la construcción de megaproyectos de infraestructura turística, propuestas de desarrollo extraordinario que no encajan dentro de la concepción de un turismo realmente sostenible.
En la mira se encuentran Procolombia, la oficina encargada de identificar oportunidades de mercado y de promover turismo en el exterior, con la idea de encajarla en sus funciones y en sus relaciones dentro del organigrama estatal, al igual que las empresas del sector, a las que se les reducirían beneficios tributarios otorgados en la última ley del turismo, debido a la necesidad que advierte el ministro de Hacienda de conseguir recursos para consolidar el ajuste fiscal, tras el profundo desajuste dejado por la administración anterior.
Pero mientras se le empieza a dar vuelta a la página de las políticas públicas, rondan inquietudes sobre el norte inmediato de la actividad, en torno a las estrategias que habrán de seguirse para impulsar la reactivación de la industria, aún con rezagos de la larga pandemia; a la promoción de los destinos domésticos, y al posicionamiento de marca en el exterior, con el fin de atraer turistas.
Otros aspectos, entre ellos las acciones encaminadas a reducir la creciente informalidad que aborda distintos sectores de la industria y que, en ciertos casos, puede corregirse eliminando trabas gubernamentales; y la profesionalización del sector, a través de la especialización del personal, el bilingüismo y el uso de tecnologías, también, forman parte de un listado de asuntos de interés que pasean por los escritorios de la dirigencia gremial para ser tratados con el vocero oficial.
Gremios y empresarios se muestran dispuestos a trabajar de manera articulada con el Gobierno, y prestos a participar en la programación de una agenda que les permita contribuir en el proceso de cambio. Junto con las autoridades territoriales, serán piezas clave en esa nueva apuesta hacia la implementación de un turismo sostenible, que incluya a la Colombia olvidada, a la que ha estado secuestrada por la pobreza y la violencia, para que les aporte beneficios y les genere oportunidades a sus comunidades.
Para que el Gobierno pueda conducir con éxito su particular estrategia turística, deberá sortear, también, sus propias limitaciones. La principal, la ausencia de una cartera institucional, autónoma administrativamente y con capacidad financiera, que regule la actividad y le permita adelantar un ambicioso proceso de transformación turística. Hoy por hoy, según se dice, el viceministerio raquítico no solo está en la “olla”, sino que, los del último trasteo, antes de irse a vivir sabroso por su cuenta, la han dejado raspada.
En el sector. La buena idea de retirar las desentonadas rejas que impedían el acceso de transeúntes por los alrededores de la Casa de Nariño para permitir, ahora, el disfrute público de la bella y colorida Plazoleta Núñez, es un regalo para el Centro Histórico de la capital de la República, que revive ese valioso atractivo turístico, por largo tiempo perdido, conformado por dos hermosas construcciones representativas del esplendor de la arquitectura republicana y neoclásica: la Casa y el Capitolio.
