El factor diferencial entre las grandes líneas aéreas del mundo no son sus modernas aeronaves, fabricadas por las mismas constructoras, sino la calidad de los servicios que prestan, tanto en tierra como a bordo.
Millares de aviones se cruzan a diario por múltiples destinos, pero las experiencias que viven los pasajeros, desde el momento de su chequeo inicial hasta el retiro de su equipaje en el terminal de llegada, suelen ser diferentes, dependiendo de la elección comercial tomada.
Hay vuelos inolvidables y placenteros por largos que sean, porque el concepto de atención de las aerolíneas y la comodidad que ofrecen a lo largo de sus trayectos se enmarcan dentro de estrictos criterios de competitividad. Sin embargo, en el universo de los viajes son más los que dejan ciertos sinsabores por el bajo cumplimiento de pautas en la supervisión de los procesos empresariales, donde poco cuentan el esmero y el confort.
Los rankings sobre las mejores empresas aéreas del mundo, elaborados por consultoras y portales especializados que miden los niveles de satisfacción de los pasajeros en más de cuarenta indicadores, lo encabezan desde hace varios años las aerolíneas asiáticas, que asumen liderazgos en innovación, seguridad, solidez financiera, motivación, avances tecnológicos, renovación de flotas y protección del medio ambiente. Pocas son las europeas que entran en la pelea, pero más escasas son las americanas que logran tener figuración entre las preferencias de los usuarios.
Marcas como Cathay Pacific, de Hong Kong; Singapore Airlines; Emirates y Etihad, de Emiratos Árabes; Qatar Airways, Asiana, de Corea del Sur, All Nipon, de Japón, o la australiana Quantas, se han apropiado del protagonismo en los escalafones mundiales, por haber hecho de la eficiencia, el confort y la rapidez de sus conexiones, entre otros motivos, sus estrategias prioritarias de venta, y ofrecer cabinas de clase turista cada vez más cómodas y atractivas.
En Colombia desde hace tiempo se anuncia la presencia de tres aerolíneas que forman parte de ese cartel élite de la aviación comercial. Una es la Turkish Airlines, de bandera turca, la primera que posiblemente aterrice en Eldorado, en desarrollo de un plan de expansión que tiene trazado por Latinoamérica y que incluiría un amplio escenario geográfico conformado por Brasil, Argentina, México, Chile y Cuba. La otra es Emirates, que cuenta con oficinas locales, pero sobre la que no reposan sobre su escritorio proyectos a corto o mediano plazo para iniciar vuelos regulares desde Dubai.
La tercera es Singapore Airlines, avalada por un acuerdo aerocomercial bilateral. Acaba de designar a la gigante multinacional alemana, Aviareps, experta en servicios de outsourcing, como su representante en el país, bajo la dirección del colombiano Carlos Valbuena. Y afina motores para su eventual ingreso al territorio nacional. La compañía es una asidua ganadora de reconocimientos globales, está ubicada en el top 5 de las mejores en términos de ingresos pasajeros–kilómetros y pasajeros internacionales transportados, y se proyecta como la puerta de entrada al místico y ancestral continente asiático a través de Singapur, una pequeña nación insular de gran fortaleza turística y próspera economía, a la que hoy se conecta desde Estados Unidos y Brasil.
El sonido de turbinas de los más reconocidos jugadores del mercado aéreo internacional aún no se escucha en nuestros aeropuertos, pero cuando sus aviones crucen el horizonte y -con sugestiva atención de geishas- muestren sus narices a las aerolíneas regionales, quizás cambien el tablero de juego de una industria, que por estos cielos todavía parece… flotar en sus laureles.
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