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Entre percepciones

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Gonzalo Silva Rivas
22 de noviembre de 2011 - 09:51 p. m.
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La percepción de inseguridad es uno de los factores que más atenta contra el turismo, especialmente el extranjero, y aunque es un problema que inquieta a muchos países, en Colombia las últimas mediciones ponen el tema sobre la mesa.

La reciente encuesta Gallup advierte que para el 67% de los colombianos la inseguridad está empeorando, cifra que tiene coincidencias con la de “percepción y victimización de Bogotá” de la Cámara de Comercio, conocida el semestre anterior, que registra igual sensación para el 72% de los habitantes de nuestro principal destino turístico.

Aunque en Bogotá el promedio de los últimos diez años en materia de percepción de inseguridad ha merodeado en el 55% y son evidentes los esfuerzos de las autoridades  distritales para conquistarle espacios a la seguridad, el sentimiento ciudadano no baila al mismo ritmo de la realidad y de los resultados obtenidos.

En agosto la embajada de Estados unidos lanzó una alerta a los ciudadanos norteamericanos que visitan la capital, y el ranking del Foro Económico Mundial revela datos que nos dejan mal parados. Colombia ocupa el puesto 126 en la escala de seguridad dentro del escenario mundial; el 139 en la de costos del terrorismo en los negocios, y el 134 en la de criminalidad y violencia. Cifras que para algunos quizás podrían estar por fuera de un contexto objetivo y que advierten hasta dónde se extienden los tentáculos del imaginario popular, muchas veces atizados por una cultura amarillista de los medios de comunicación. La realidad colombiana tiene numerosas facetas positivas que cumplen su ciclo o abortan sin cámaras de televisión.

Nuestra percepción es la que se concibe en el exterior, donde el conflicto interno y el narcotráfico suman el mayor combustible a la controvertida imagen. Y para voltearle la cara a la moneda no han sido muy efectivas las campañas promocionales que se lanzaron en los últimos años. “El riesgo es que te quieras quedar” y “Colombia es pasión”, resultaron estrategias poco afortunadas en su concepción, y a buena hora la gerente de Marca País, Claudia Hoyos, anunció el reemplazo del último eslogan.

El turista es tan sensible a la información mala, escasa o distorsionada como lo es a las deficiencias de infraestructura del destino visitado: basuras, riesgos higiénicos, insuficiencias en servicios públicos, mal estado de vías, contaminación, mendicidad, criminalidad y descuido de atractivos turísticos. Son pésimas señales que atentan contra su tranquilidad y su disfrute pleno del esparcimiento. Alarmismo y precariedad le ponen baja nota a la percepción.

gsilvarivas@gmail.com

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