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Notas al vuelo

Ese diamante en bruto

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Gonzalo Silva Rivas
02 de noviembre de 2022 - 05:01 a. m.
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La depreciación de la moneda genera incertidumbre dentro de los mercados, dada la influencia que ejerce sobre los diferentes indicadores de la economía y el efecto inflacionista que arrastra ante el encarecimiento de las importaciones. Pero no todos los sectores se ven perjudicados. Es el caso de las exportaciones, que resultan beneficiadas con mayores ingresos y un aumento de su capacidad productiva. Y al ser el consumo realizado por los turistas extranjeros una exportación, según la OMT, el turismo receptivo internacional está alojado en esa privilegiada orilla de los favorecidos.

En Colombia, el dólar viene alcanzando máximos históricos, en medio de una compleja coyuntura de factores internos y externos, que se ha venido tejiendo en los últimos tiempos y que no es ajena a la profunda crisis financiera global. Las altas cotizaciones de la moneda estadounidense frente a las latinoamericanas, en particular sobre el azotado peso colombiano, son un evento que plantea elevados grados de riesgo, pero, a su vez, irriga oportunidades de ingresos, a través de la entrada del turismo extranjero.

Con respecto a los demás destinos emergentes que nos rodean, Colombia resulta barata y, por consiguiente, atractiva para los turistas, particularmente provenientes de naciones dolarizadas, por lo que se favorece su competitividad dentro de la oferta regional. Con una tasa de cambio como la actual, el poder adquisitivo de los visitantes se incrementa, al recibir más pesos por cada dólar, lo que les permite alargar y rendir los presupuestos. Muchos extranjeros están sacándole provecho a la oportunidad, al duplicar el tiempo de sus estancias, privilegiando un aumento en el volumen del gasto y estimulando una derrama económica creciente, en beneficio de los diversos eslabones que encadena la industria de la hospitalidad.

Al ritmo de la reactivación que lleva la actividad turística, la depreciación se ha visto compensada, en lo corrido del año, con un progresivo flujo de turistas provenientes del exterior, tal y como indican las cifras oficiales. En el primer semestre se superó el número de visitantes extranjeros recibidos en todo 2021; y durante el actual período, el turismo receptivo ya escala por encima del 90%, con respecto a 2019, cuando por estas tierras el sector rompía todos sus récords.

Nuestro mercado emisor, sin embargo, sigue siendo muy limitado. Lo encabeza Estados Unidos, y detrás suyo, en cuanto a número de visitantes, desfilan nacionales de seis países latinoamericanos. En su orden, Venezuela, México, Ecuador, Perú, Chile y Panamá. España encabeza el reducido flujo europeo. Las principales motivaciones de viaje se centran en actividades de recreación, eventos y negocios, con preferencia en cuatro grandes ciudades que tienen sustitutos altamente competitivos en la región, y se reparten el 44% de la torta de los arribos internacionales: Bogotá, Medellín, Cartagena y Cali.

Colombia reúne atributos intrínsecos providenciales que le permitirían desarrollar un turismo especializado de primera clase en el escenario mundial, en el que realmente pueda ser competitivo, considerando su variada y particular oferta de destinos. Para lograrlo, requiere mejorar su posición en el mercado receptivo. Papel que le corresponderá liderar al Gobierno, a través de estrategias, infraestructura, inversiones, innovación y calidad en la oferta, además de un trabajo concertado con el sector privado. Convertir el turismo en una fuente primaria de divisas, en concordancia con los anuncios hechos, en campaña, por el presidente Petro, implicará ponerles disposición y voluntad a los compromisos, a fin de implementar las políticas públicas requeridas.

La apertura de territorios regionales para la estructuración de segmentos de naturaleza, apalancaría una propuesta especializada, aumentaría los dígitos en materia de turismo receptivo y, de paso, irrigaría prosperidad económica y social a las comunidades vecinas. El escenario internacional, pincelado de gris por las crisis económica y sanitaria, ha venido fortaleciendo el nicho de los consumidores que se la juegan por destinos con atractivos de naturaleza, además de económicos, dos indicadores que encajan dentro de las condiciones y características de nuestro país por estas épocas.

Surge la posibilidad de aumentar el número de visitantes, ampliando la cobertura de mercados emisores en el exterior, mediante inversiones en marketing y eficientes campañas de mercadeo, que atraigan turistas interesados en esta modalidad turística. A factores clave como los anteriores se suman el empaquetamiento de productos con valor añadido, la capacitación de talento humano, el mejoramiento de la infraestructura para optimizar experiencias de viaje y reducir distancias y, en especial, las garantías de seguridad, de manera que se ofrezca tranquilidad y confianza a quienes nos visitan.

El complejo panorama actual plantea alternativas al Gobierno y abre oportunidades a las empresas turísticas, pero exige de voluntad política y elevadas inversiones de capital, si se pretende convertir esta industria en un verdadero motor de crecimiento económico. El valor agregado que genera tiene directa correlación con la importancia que se le dé. Y si Colombia dirige esfuerzos hacia ese diamante en bruto, que es el turismo de naturaleza, será el líder de la oferta en América Latina, pero, claro está, garantizando su sostenibilidad, sin sacrificar esta valiosa joya por un puñado de dólares.

En campo ajeno. Nuestra aguerrida selección Sub 17 femenina le ha tapado la boca a tanto dirigente misógino del fútbol colombiano, que durante décadas se ha venido pertrechando de las mieles del poder, a través de los cargos directivos de las entidades rectoras, con una visión caduca y limitada sobre el futuro de este deporte. Felicitaciones a nuestras jóvenes guerreras, subcampeonas mundiales, porque lo importante no ha sido haber perdido la final sino haber podido participar en ella y, en este caso, con los máximos honores.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5

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