La protesta protagonizada el fin de semana por decenas de pasajeros que decidieron pernoctar en el interior de un avión de Avianca que no pudo cubrir un trayecto local a la hora programada, ante la imposibilidad del copiloto de integrar la tripulación por tiempo de servicio cumplido, devela ciertas fallas en el manejo operacional de algunas aerolíneas y revive el forcejeo que desde hace años enfrenta a la empresa con sus pilotos.
La difícil relación laboral entre los dos bandos, animada por el cruce de sus acusaciones frente al episodio de Eldorado, avanza con los motores prendidos desde la firma del pacto colectivo ocurrida durante el primer semestre, que excluyó a los pilotos sindicalizados y los dejó por fuera de algunas prebendas acordadas con el resto de los trabajadores.
La semana pasada la Federación de Pilotos de América Latina, reunida en Bogotá, instó a la Corte Constitucional a que se les ampare su derecho a la igualdad frente al pago de beneficios económicos derivados del pacto, y -en presencia de la Aerocivil- cuestionó la situación y problemática de los aviadores y del sector aéreo colombiano
Un tema pendiente es el de las jornadas laborales de los pilotos, que sobrepasan lo establecido en el régimen laboral -doce horas diarias al servicio de la aerolínea, aunque no todas ellas sean de vuelo-, condición que rompe el marco de equidad con el resto de trabajadores del país y extiende los niveles de fatiga de las tripulaciones. El desgaste físico y psíquico al que se expone el personal de vuelo mantiene prendidas las alarmas sobre la eventualidad de que se desencadenen incidentes o accidentes aéreos.
Aunque Avianca desestima la contingencia de riesgos, sí reconoce que las jornadas son mayores a las que establece el Código Sustantivo del Trabajo, pero compensadas con tiempo de descanso proporcional al de vuelo efectuado, más un período libre de nueve días adicionales al mes. A juicio de la compañía, el régimen laboral vigente, establecido y reglamentado por la Aeronáutica Civil, contempla razonables márgenes de reducción de la fatiga y posibilita la realización de operaciones seguras.
Las dos posiciones se enfrentaron meses atrás en el Congreso de la República a raíz de un proyecto de ley radicado por el senador Juan Manuel Galán, que traslada al Código de Trabajo la regulación laboral de los tripulantes, pero el lobby, con fuertes vientos cruzados y de cola, promovidos por Atac, la agremiación de los empresarios aéreos colombianos, ha dejado bastante zarandeada la iniciativa, a punto de abortarle el despegue.
Para Atac el problema es económico. Incluir a los tripulantes en el Código obligaría a las aerolíneas a contratar más personal. Y el incremento en los costos operacionales podría conllevar consecuencias, como quiebras, reducción de itinerarios o incremento de tarifas.
Avianca presenta notable incremento de su flota, con más de 140 aeronaves en servicio, y un gradual aumento de rutas y trayectos por el mundo. Pero este crecimiento contrasta con la escasa novedad que registra su nómina de tripulantes. La pasada protesta de pasajeros es ilustrativa. La falta de tripulación alterna condujo a un caos aéreo evitable. Y de no resolverse las condiciones laborales y prestacionales de los pilotos, podrían venirse mayores amenazas.
Mientras tanto, seguirán siendo los usuarios los eternos paganinis de las improvisaciones y déficits de personal de las aerolíneas, empecinadas en abrocharles el cinturón.
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