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Mientras diversos sectores de la economía nacional acrecientan sus temores por los efectos del TLC, las autoridades turísticas están de plácemes.
Con esta lámpara de Aladino sueñan apalancar su meta de 4 millones de visitantes extranjeros prevista para 2014 y percibir divisas por US$4.000 millones. Es decir, un millón y medio más de turistas y US$1.000 millones adicionales en ingresos, con referencias a 2011.
Las cuentas podrían darse si el país resulta capaz de lograr su posicionamiento en el mercado gringo, que se pelea cabeza a cabeza con el alemán la condición de principal emisor mundial de viajeros y de consumidor de servicios turísticos. Y en Colombia la presencia estadounidense crece paulatinamente como lo reflejan las estadísticas: 350 mil personas arribaron en 2010, un 11% más que en 2009.
El TLC quizás incremente el turismo ejecutivo en lo que resta del año, jalonado por potenciales inversionistas y empresarios interesados en explorar el clima de negocios que ofrece el país. Pero el paquete mayor se prevé a partir de enero próximo cuando arranque el acuerdo de “cielos abiertos”, suscrito en mayo pasado con Estados Unidos, que tumba la limitante de 91 vuelos semanales de allá para acá y otorga plena libertad de operaciones aéreas y de empresas de aviación, apertura que repercutiría en la entrada de nuevos flujos de turistas.
Las autoridades del sector hacen sumas que permitan acercar al país a los flujos receptivos de Argentina, Brasil y Dominicana, pero el entorno para ganar terreno en el vecindario no es fácil. La seguridad, la deplorable infraestructura vial, las deficiencias migratorias y aduaneras, el incipiente bilingüismo y la baja capacitación de personal de servicios turísticos, son ciertas trabas para sacarle debido provecho al TLC. En hotelería se avanza, especialmente en segmentos altos, con concentración en destinos como Bogotá y Cartagena. Varios departamentos, como Cauca, no tienen idea del papel que jugarán en esta nueva etapa de la industria. La descentralización de la conectividad aérea y la modernización aeroportuaria, excepción hecha de Eldorado cuando lo terminen, aún siguen en el limbo.
Habrá que ver además qué efectos tendrán tanto los turistas como las inversiones que llegarán a la industria por cuenta del TLC en materia laboral, empresarial, de impacto social, ambiental y de recursos hídricos. El Gobierno tiene en el tratado una herramienta para cumplir metas. Pero el reto no solo está en traer turistas sino en fidelizarlos.
gsilvarivas@gmail.com
