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El visto bueno dado por el gobierno nacional a las propuestas de las consultoras internacionales sobre la expansión de El Dorado es la determinación más importante que desde el inicio de su construcción, hace casi seis décadas, se ha tomado sobre el futuro del aeropuerto bogotano.
La decisión oficial es punto de partida para la conversión de la infraestructura aeroportuaria en un nodo de desarrollo regional. Reconoce además que quienes en el momento de iniciar su actual proceso de ampliación y modernización -que deberá concluir en julio de 2014 con la entrega del renovado muelle nacional- tenían razón cuando alertaron sobre la insuficiencia de las dos nuevas terminales, entonces programadas, para garantizar la eficiencia del servicio.
El Dorado concentra el 65% de las operaciones aéreas nacionales, recibe vuelos de todo el continente y de las principales ciudades de Europa, y registra el mayor volumen de carga y el segundo lugar en movilización de pasajeros en Latinoamérica. Con semejante récord y el portentoso crecimiento de viajeros de los últimos años no era para menos pensar que los 185 mil metros2 que alcanzará en 2014 serían exiguos para atender su desbordada proyección.
En 2011, El Dorado movió 20.3 millones de pasajeros, se calcula que en 2016 recibirá 30 millones; en 2026, 46 millones y en 2041 superará la barrera de los 70 millones. La actual terminal internacional, según las directivas de Avianca, estaba diseñada para movilizar 15 millones de pasajeros en 2014.
La actualización del Plan Maestro aprobada por el gobierno evidencia la realidad. Es señal de alerta sobre las consecuencias de un eventual colapso, que además garantiza el crecimiento ordenado y seguro del servicio aéreo. La infraestructura de El Dorado debe estar al ritmo del comportamiento del mercado y de sus exigencias para estar acorde con su pretensión vanguardista dentro de la región.
Bogotá juega papel fundamental en el escenario aéreo internacional, dadas sus múltiples fortalezas. Su estratégica posición geográfica, su condición de metrópoli y su positivo desempeño económico son factores que se suman a los ambiciosos avances que en materia de acuerdos aerocomerciales y tratados de libre comercio ha suscrito el país, junto al incremento del turismo, al arribo de nuevas aerolíneas y a la marcada presencia de cadenas hoteleras, como destaca la misma consultoría.
La razón de ser de los aeropuertos del futuro está en su capacidad de transformarse en motores de la economía urbana. Si El Dorado pretende convertirse en potencial aerotrópolis, como lo sueñan el presidente Santos y el director de la Aerocivil, deberá planificarse rigurosamente y caminar de la mano del comercio global.
