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De manera recurrente, desde su conformación como Unidad Administrativa Especial, en 1992, la Aeronáutica Civil ha permanecido en el ojo del huracán. Esta entidad, eminentemente técnica, encargada de garantizar el eficiente desenvolvimiento de la aviación civil y de cuyo manejo depende la seguridad de los millones de viajeros que surcan los cielos del país, lleva a rastras un encapotado historial relacionado con fuertes sobredosis de escándalos, hechos de corrupción y un ambiente laboral frecuentemente enrarecido.
No cabe duda que es este el ente más politizado de nuestro andamiaje institucional desde que fue tomado, hace décadas, como un jugoso fortín electoral. En el último cuarto de siglo ha contado con más de una veintena de directores, en su casi totalidad políticos venidos de huestes conservadoras, varios de los cuales han resultado salpicados por cuestionadas decisiones administrativas, abuso de autoridad, malversación de dineros públicos y nexos con grupos criminales. Algunos terminaron destituidos y otro tanto, como -el después embajador del gobierno Duque- Fernando Sanclemente, investigados por narcotráfico.
Entre la lista de señalamientos que han sobresaltado la imagen institucional de la entidad durante las últimas administraciones figuran adquisiciones de equipos técnicos inoperantes, el caso de radares obsoletos, entre otros; compra innecesaria de elementos inmobiliarios; sobrecostos, irregularidades en la adjudicación de contratos que no cumplen con las condiciones de regulación, adjudicación y cumplimiento; estafas en venta de servicios institucionales y conformación de nóminas paralelas con funcionarios fantasmas.
Como ha sucedido con buena parte de las anteriores irregularidades, las más recientes, denunciadas por los medios de comunicación en el último par de años, siguen acumuladas en los escritorios de los organismos de control, como Fiscalía y Procuraduría, sin que se conozcan pronunciamientos definitivos sobre la judicialización de los responsables. Denuncias sobre vínculos de funcionarios con redes delincuenciales y de manipulación de los sistemas de navegación aérea, con el fin de sacarlos de funcionamiento y facilitar el tráfico de dinero y de sustancias ilícitas, se mantienen a la deriva, y los acusados, bajo la presunción de inocencia, siguen escalando posiciones dentro de la entidad.
Sigue a El Espectador en WhatsAppTras la llegada del actual gobierno se generaron expectativas favorables sobre el inicio de un nuevo modelo de gestión, no solo dirigido a ponerle la tranca a los desmanes y a la politiquería, sino a colocarle un sello de identidad, que refleje los aires frescos de su modernización. Su director, Sergio París Mendoza, es reconocido conocedor del sector aeronáutico y comulga con ideas progresistas del presidente de la República, a quien acompañó, como gerente de TransMilenio, durante su paso por la alcaldía de Bogotá. Pero, en estos momentos, cuando se acerca el ocaso de su primer año de liderazgo, dentro del círculo de los trabajadores no sale bien librado por la manera como se manejan las relaciones laborales, un vínculo importante para optimizar el funcionamiento de la entidad.
París no ha mantenido buenas migas con los sindicatos y ante la ausencia de fluidos espacios de diálogo, estos han decidido salir a la calle a protestar. Ayer, martes, los trabajadores iniciaron la primera de una sucesión de marchas en los aeropuertos del país, abogando por definir una línea de acción que, entre otros asuntos, permita mantener la estabilidad laboral y la preservación de la seguridad operacional, a través de una política de transmisión del conocimiento.
Las relaciones entre directivos y sindicatos vienen agrietadas de tiempo atrás, ante la inexistente solución de un viejo problema, heredado de administraciones anteriores, sobre el exceso en la carga laboral a la que son sometidos los controladores de vuelo, técnicos y personal de bomberos, como consecuencia del considerable desfase existente entre una planta misional insuficiente y el crecimiento, cada vez más desbordado, del tráfico aéreo en el país. Este problema latente no deja de ser una alerta roja sobre el potencial nivel de riesgo que acecha a las operaciones aéreas en el país.
Pero ha sido su decisión de sacar a concurso una convocatoria para mayo del año entrante, que aplicaría, en su fase inicial, para cerca de 1.400 cargos, el detonante de unas agotadas instancias de diálogo entre las partes. El citado concurso llenaría, por fin, alrededor de 800 vacantes de nómina, que por años carecen de dueño, pero aplicaría, de paso, para centenares de puestos en provisionalidad, repartidos entre administrativos, control de vuelo, bomberos y técnicos en diversas áreas, que vienen siendo desempeñados durante décadas por funcionarios que, hoy en día, suman suficiente experiencia para garantizar la estabilidad de la entidad.
La Dirección se encamina, dentro de sus potestades, a poner en marcha el Plan de Formalización Laboral del Empleo Público, trazado por este Gobierno, con el propósito de que las actividades permanentes y misionales sean desempeñadas por servidoras y servidores públicos y no por contratistas. Pero es razonable evaluar la propuesta de los sindicatos de priorizar la experiencia y no sacar de un solo tirón a personal capacitado y conocedor de sus oficios, para reemplazarlo por personal principiante e inexperto, dado el impacto negativo que la medida tendría, tanto para el funcionamiento administrativo como operacional.
Enfrentar los vientos cruzados que soplan sobre la Aerocivil exige de una relación armónica y de autoconfianza con los trabajadores, principio que encaja dentro de la política de diálogo social que promueve el presidente Petro. En esta entidad, sobre la que caen tantas tempestades, se requiere dar el timonazo del cambio para limpiar la casa, demostrando que, para barrer bien, una escoba nueva no debe levantar el polvo de la controversia sindical.
En el sector: Hoy, miércoles, se celebra en el planeta el Día Mundial del Turismo 2023, un evento de reflexión sobre la importancia que tiene este sector, tanto en la economía global, como en el apocalíptico escenario de la emergencia climática, que se presenta como una seria amenaza para varias decenas de destinos turísticos. El evento principal, coordinado por la OMT, se llevará a cabo en Riad, la capital y el más emblemático centro de negocios de Arabia Saudi, construida sobre una meseta del desierto. Bajo el lema de “Turismo e Inversiones Verdes”, busca promover la importancia de desarrollar una actividad sustentable y sostenible, en la que los turistas, su pieza fundamental, prioricen experiencias de viaje respetuosas con el medio ambiente.