Son muchos los países, y claro está, Colombia se incluye en la lista, en los que la pérdida o la baja competitividad en el sector turístico constituyen un detonante que deteriora la prestación de los servicios.
Fenómeno del que no son ajenos los destinos que tienen en esta industria un motor estratégico dentro de su desarrollo económico. La eventualidad de una crisis que termine por erradicar el ingreso de divisas, compromete a gobiernos y empresarios a replantear la situación y adoptar medidas correctivas.
Desde hace varios años las relaciones de los pilotos españoles con sus compañías y la autoridad aeronáutica se encuentran fracturadas por presiones comerciales, abusos de poder, politiquería y presencia de personal poco calificado en plazas clave como las de seguridad operacional. La respuesta de los mejores pilotos ha sido emigrar hacia aerolíneas extranjeras, en especial de Asia y Oriente Medio, con la consecuencia de generar tremendo boquete en la cualificación del sector aéreo español.
Los bajos sueldos, el cruce de favores, los carruseles de intereses económicos y los padrinazgos dentro del sector, como suele suceder en Colombia, son una sumatoria de circunstancias que prende las alarmas porque atentan contra la eficiencia y la competitividad. Mientras persistan falencias en la profesionalización y desinterés por promocionar funcionarios especializados en cargos técnicos y de responsabilidad, la ineficacia, o sea la incapacidad para lograr resultados, se hará más profunda.
El panorama de la aviación mundial es bastante complejo. Para 2030 la OACI proyecta la presencia de más de 25.000 aeronaves nuevas, de gran desenvolvimiento tecnológico, que exigirán personal calificado en por lo menos 30 especializaciones que se mueven a su alrededor, tales como ingenieros en diferentes ramas, mecánicos, tripulantes, expertos en seguridad y agentes de counter. La demanda de pilotos, por ejemplo, aumentará entre 7% y 8% anual, según estimaciones internacionales, y para entonces se espera un millón de comandantes cruzando los cielos.
Para no salir del mercado las aerolíneas deberán fortalecer su estructura operativa a través de innovación, gestión y mejoramiento de la productividad, y los organismos estatales que regulan la aviación tendrán que sacudirse de la corrupción y del favoritismo para trabajar en función del interés público.
La aplicación de términos como calidad y excelencia en el servicio solo serán posibles si se consolida la adecuada profesionalización del personal dedicado a las actividades aeronáuticas. De esta manera las empresas podrán crecer y posicionarse en el ámbito internacional. Si la expansión del transporte aéreo no va de la mano con trabajadores bien capacitados, las turbulencias del mercado pondrán en la cuerda floja a los competidores de baja calificación.
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