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Notas al vuelo

La envalentonada mariposa

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Gonzalo Silva Rivas
16 de marzo de 2022 - 05:01 a. m.
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El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania constituye un nuevo traspiés para la industria de los viajes, que, aunque venía mejorando hasta enero pasado, no se repone de los estragos generados por la larga pandemia provocada por el covid-19. El que parecía ser el año de la recuperación, va camino a no serlo, pues las turbulencias de la crisis aumentaron el impacto negativo en el mercado. Medidas adoptadas, como el cierre del espacio aéreo en Europa del Este y las drásticas sanciones aplicadas al país invasor por parte de los Estados Unidos y la Unión Europea, le siguen revolcando las finanzas al sector y conducirán a un inevitable incremento en los precios de los servicios aéreos y turísticos.

La advertencia de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) de no sobrevolar la zona de alerta en torno a Ucrania para evitar una eventual tragedia de aviación, sumada a la orden adoptada por cerca de cuarenta naciones, entre ellas Estados Unidos y Canadá, de cerrar el espacio aéreo para las aeronaves rusas, y respondida recíprocamente por el presidente Putin, colapsó las operaciones de numerosas aerolíneas, condicionando los flujos turísticos hacia determinados países.

Destinos como Seúl, Tokio y Shangái quedaron lejos de la mira de las compañías occidentales por la prohibición de atravesar, tanto la zona de guerra, como los cielos rusos, y cubrirlos involucra desvíos costosos. Otros quedaron virtualmente paralizados, entre ellos Turquía, Chipre y Maldivas, cuyos habitantes viven del turismo y para los que lo ocurrido desencadena severas complicaciones para la estabilidad de sus economías.

La incertidumbre que reina ante la ofensiva del Kremlin ha significado la cancelación de millares de vuelos, con afectación de gran parte de la demanda turística. A los empresarios los inquieta que viajeros europeos y asiáticos se queden en casa para evitar las zonas del conflicto y sus alrededores, y pospongan los itinerarios de viaje previstos o existentes, optando, como sucedió durante el furor de la pandemia, por destinos conocidos, cercanos, seguros y de fácil acceso, ante las probabilidades de un imprevisto y urgente regreso, generado por la situación de zozobra que se vive en la región.

A los problemas de tránsito aéreo, pérdidas de mercado y cancelaciones de vuelo, se suma la crecida de los precios del petróleo, del que Rusia es el tercer productor mundial. Con el barril por encima de los cien dólares, los costos de las operaciones se trepan, dado que este combustible representa un tercio de los costes totales. Superar la restringida barrera de espacio, mediante el desvío y alargamiento de rutas, implica mayor consumo y, por consiguiente, menor margen de ingresos para las aerolíneas.

El alza en los precios de la energía es otro reto que encara el sector turístico. En varios países del Viejo Continente la actividad viene sintiendo el peso que representa el incremento en este servicio, que golpea directo a la cabeza a los hoteleros, quienes hasta hace pocas semanas observaban una lenta pero segura recuperación, después de tantos meses de parálisis. El aumento se origina por diversos factores, entre los que juegan, además de la fuerte baja en el suministro de gas natural ruso y la escasa oferta internacional de este producto, la álgida temporada invernal que ha venido agotando los inventarios.

Un escenario más delicado para el turismo, y en general para la economía mundial, se presentaría ante un potencial recrudecimiento de la pandemia, alimentado por la crisis humanitaria que se vive en Europa, como resultado de las oleadas de refugiados ucranianos que deambulan dispersos por las fronteras, en condiciones difíciles y dolorosas, y en número que supera los 2.4 millones de personas. Semejante panorama sería fatal, daría al traste con los esfuerzos hasta ahora realizados, reviviría cuarentenas y restricciones de viajes y le pisaría a fondo el freno al sector.

Las sanciones tocaron a la industria de los viajes y los efectos han sido inmediatos. Los empresarios turísticos no tendrán alternativa diferente que ajustar sus costos para salir a flote, y los aprietos por los que pasan, obviamente, se trasladarán al consumidor, como ya se ve reflejado en el considerable encarecimiento de los boletos de avión, proceso que, aunque venía en marcha por la pandemia, se acelera a raíz del conflicto militar.

El aumento de las tarifas de la aviación conduce a un descenso de la demanda, lo que supone, al final de cuentas, otra mala noticia para un sector que viene trastabillando en medio de esta compleja coyuntura, en el intento de compensar las pérdidas que arrastra desde hace un par de años. Las condiciones económicas que vive el planeta le sumarán dígitos a la inflación y disminuirán la renta disponible, el principal determinante para estimular los viajes.

Bien lo dice el proverbio chino, que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Ello se cumple con el conflicto en Europa del Este, que retumba en occidente y oriente. La confianza y la economía son las mayores afectadas por el estallido de una guerra y la industria de los viajes, la más sensible de todas, depende de ambas condiciones. Las consecuencias, sin duda, se replicarán más allá de la zona donde la envalentonada mariposa rusa viene dando tan salvajes aletazos.

En campo ajeno. Los medios de comunicación tradicionales le prestaron, esta vez, un flaco favor a la democracia, al minimizar la participación de los candidatos al Congreso, que, salvo excepciones, como la de este periódico o Caracol Televisión, carecieron de espacios para plantear sus propuestas legislativas. La imposibilidad de los aspirantes, particularmente los nuevos o independientes, para tener acceso a estos canales, sigue favoreciendo a los políticos profesionales, aquellos que negocian con los votos y mantienen siempre engrasada su maquinaria clientelista.

gsilvarivas@gmail.com

Twitter: @gsilvar5

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Atenas(06773)16 de marzo de 2022 - 03:00 p. m.
Una cosa es q’ este opinador de la industria turística aquí exponga cómo va su actividad de tumbo en tumbo a escala orbital, ese es su derecho, y otra es q’ en su Campo ajeno haga febril demostración de maniqueísmo al resaltar a EE y Caracol como portadores de la verdad, y todo x cuenta de la derrota de la CCE, lo q’ era previsible. Tanto dogmatismo no cabe y besaron la lona.
Lalinde(15611)16 de marzo de 2022 - 02:36 p. m.
A medio plazo la debilitación de los sistemas globalizados de las cadenas de suministros y de los sistemas financieros integrados, que se pusieron en marcha en 1991, precisamente tras la caída de la Unión Soviética, obligarán al mundo entero a reformularse el funcionamiento global de la economía incluido el turismo.
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