Pese a su escaso recorrido como alternativa de viajes para la comunidad LGBTI, Colombia entró en el radar del mercado internacional.
El reconocimiento acaba de hacérsele en la Feria Internacional de Turismo celebrada en España, donde fue nominada como uno de los primeros destinos turísticos emergentes en esta modalidad.
El posicionamiento en este nicho de negocios no deja de ser paradójico, por cuanto se da en un país que vive en medio de una sociedad incoherente, hipócrita y tradicionalmente moralista, que defiende la guerra, se silencia ante la corrupción pública y privada y pasa de agache ante la discriminación y la intolerancia promovida por ciertos sectores. Entre ellos, una recalcitrante extrema derecha que da refugio a ciertos actores estatales, como fue el caso del extravagante exprocurador Alejandro Ordoñez y su añejo séquito de excolaboradoras apoltronadas en el primer nivel de su roscograma.
El país, sin embargo, sortea el pataleo estigmatizante que se alimenta de la homofobia, y en corto tiempo logra avances significativos en la búsqueda de la igualdad de derechos de género. Los aportes judiciales y legislativos en materia de orientación sexual han sido determinantes para conformar un marco legal de políticas incluyentes, con resultados como el matrimonio igualitario y el derecho a la pensión de sobreviviente. La Corte Constitucional refrendó además la ley antidiscriminación que castiga con multas y prisión las conductas de hostigamiento, aquellas que tanto oxigenaba Ordoñez.
Ante el nuevo escenario, el sector turístico tomó la delantera y puso sobre la mesa una variada oferta de alternativas para este mercado, algunas con posibilidades de competir dentro del portafolio global. Empresas del sector como Aviatur, Marriott, Hilton, W, Delta y American Airlines, entre otras, se certificaron como establecimientos de servicio público respetuosos de la diversidad y de la igualdad de derechos, y le abrieron las puertas a la comunidad.
En Colombia, donde funciona una influyente Cámara de Comercio LGBT con más de centenar y medio de empresas afiliadas y de aliados corporativos, operan más de tres decenas de hoteles y hostales de apropiados estándares de calidad para atender el segmento. Varias agencias de viajes incorporan dentro de sus portafolios paquetes turísticos con innovadoras experiencias en materia cultural, gastronómica, de sol y playa y de luna de miel para parejas del mismo sexo. Y en Bogotá miembros y simpatizantes cuentan con la mayor discoteca de Latinoamérica.
Se calcula que la comunidad local supera los cinco millones de personas -dos millones menos que el total de habitantes bogotanos-, cifra equivalente al diez por ciento de la población nacional, que resulta un porcentaje estándar con la media mundial. El movimiento gay criollo, como sucede en buena parte del mundo, incursiona hábilmente en todos los niveles de la sociedad y participa con roles influyentes en el Gobierno, el Congreso, la justicia, la milicia y las grandes empresas privadas.
El poder como fuerza económica de esta población es creciente y su capacidad de gasto en el turismo está por encima de la del turista heterosexual, dados sus altos promedios de ingresos y sus bajos compromisos económicos familiares, lo que les facilita hacer de los viajes de placer uno de sus principales motivos de consumo. El nivel de gastos de sus turistas supera el de los viajeros chinos, el principal emisor turístico del planeta.
Hoy en día el turismo gay representa el 20 por ciento del gasto mundial, una capacidad de compra para nada desdeñable. Esta coyuntura la han sabido aprovechar grandes urbes, como San Francisco, Buenos Aires, Barcelona, Londres, Amsterdam, las Islas Griegas o Berlín, ofertadas como atractivos paraísos para este segmento. En tiempos del posconflicto, ahora que Colombia asoma la cabeza por el mercado, tendrán el Gobierno y los empresarios la posibilidad de colocarse en la línea de partida y sacarle el jugo a una propuesta turística que por estos lugares empieza a salir del clóset y que bien podría aceitar la economía para introducir los avances sociales.
@Gsilvar5
