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Los huevos de oro

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Gonzalo Silva Rivas
02 de marzo de 2016 - 02:00 a. m.
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Con la exención del IVA a tres de nuestros más importantes nichos turísticos, el país baila al ritmo de una tendencia tributaria universal que busca estimular el turismo receptivo como actividad exportadora, liberándolo de amarras impositivas para llevarlo a niveles de competitividad.

La eliminación de gravámenes hace atractivo el destino, por cuanto abarata los costos de viaje, motiva al visitante y le abre oportunidades de invertir su dinero en otra clase de bienes y servicios, contribuyendo a desencadenar una dinámica económica en diversos frentes. Canadá, Estados Unidos, la Unión Europea y algunos vecinos como Argentina, Chile y Perú no aplican impuestos semejantes y gracias a ello los turistas resultan más rentables en ingreso de divisas que muchas de sus exportaciones tradicionales.

El decreto 297 -anunciado por el presidente Santos, dentro del marco de la Vitrina Turística de Anato- exime del IVA a visitantes del exterior que adquieran paquetes turísticos asociados con los sectores de salud, eventos corporativos y actividades culturales, extendiendo la cobertura del beneficio a casi el ciento por ciento del turismo receptivo en Colombia. Ya en 2013 -con el decreto 2646- se dispensó del impuesto a los servicios turísticos y hoteleros para el turismo de ocio, y en 2014 -con el decreto 1903- se autorizó para este mismo la devolución del IVA por concepto de consumos.

Estos tres nuevos sectores de alto perfil y elevado consumo turístico, que reseñan crecimiento dentro de las ofertas nacionales y se posicionan a buen paso en el mercado internacional, empiezan a jugar ahora con las mismas reglas del turismo clásico, al recibir tratamiento similar, lo que seguramente apalancará las expectativas del Gobierno Nacional de recibir para 2018 cinco millones de visitantes extranjeros y captar por este concepto la suma de US$6.000 millones. Posibilidad que se refuerza con el escenario de un peso devaluado frente al dólar, que abarata al país y anima la llegada de potenciales viajeros.

En Colombia el turismo de salud comenzó a ser una apuesta a partir de 2008, dentro del propósito de sacarle provecho a la capacidad científica y a la calidad de los servicios de algunos reconocidos establecimientos médicos. Ciudades como Medellín, pionera nacional en este ramo, Bogotá, Cali y Bucaramanga disponen de una adecuada infraestructura y se hallan en la mira de pacientes extranjeros que buscan tratamientos especializados en áreas como oftalmología, cardiología, ortopedia y cirugías estética y bariátrica. El cálculo sobre los ingresos dejados por esta modalidad oscila en los US$200 millones anuales.

El turismo corporativo, por su parte, resulta ser una de las mejores sorpresas de los últimos tiempos por su considerable aporte en divisas. El año pasado se recibieron 310 mil viajeros de este segmento, algo así como el 20% de los ingresos generados por vía aérea. Su crecimiento ha sido sostenido desde 2012 y los registros de la International Congress and Convention Association (ICCA) clasifican a Colombia entre las 25 primeras naciones del mundo en la organización de eventos internacionales, y la sexta en América Latina, por encima de Chile y Perú.

Entre tanto, el turismo cultural está llamado a ser uno de los pilares de la industria, considerando no solo su relevancia en el mundo moderno, bien sea como motivo principal o secundario de viaje, sino las variadas manifestaciones de riqueza étnica y bienes patrimoniales con los que cuenta el país. Eventos de la trascendencia de los carnavales regionales o los festivales de teatro o cine, como los que se organizan en Bogotá, están llamados a recibir buenos dividendos con la aplicación del decreto.

La propuesta de extender a las principales ofertas turísticas la exención del IVA era un caballo de batalla en el que se montaban sus gremios, y la decisión resulta consecuente con el buen trato que se debe promover hacia el turismo extranjero. Es este un impuesto desproporcionado y contraproducente porque no solo cierra puertas sino que castiga a quienes toman voluntariamente la decisión de visitar un destino extraño para conocerlo, promoverlo y dejar en él su dinero.

Sin duda, un punto a favor de la ministra Álvarez y su viceministra Howard, quienes comprenden que el turismo puede ser la gallinita de los huevos de oro, estratégica para estas épocas en las que amenazan síntomas de recesión económica. De no despescuezarla, permitirá darle una mano –o quizás un ala- a la paloma de la paz para contribuir a financiar el anunciado posconflicto y dejar a sus envalentonados críticos sin derecho al cacareo.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5
 

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