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Una región que refleja en su verdadera dimensión la belleza y la biodiversidad colombianas es la que enmarca el Valle de Tenza, paradójicamente, un vasto relieve montañoso que poco tiene de valle, como lo denominaron los indígenas muiscas desde antes de la llegada de los colonizadores españoles. Es un territorio fascinante que seduce por la majestuosidad de los paisajes, en los que se resume la exuberancia de sus recursos naturales. Se encuentra a escasas horas de Bogotá, por la carretera a Tunja y la vía alterna al Llano, anclado sobre la Cordillera Oriental, con catorce municipios cundi-boyacenses sembrados entre una rugosa topografía de postales espectaculares.
Por sus pliegues agrestes desfilan campos verdes y se desliza una portentosa red de ríos y quebradas de aguas cristalinas, que etiquetan no menos de 350 atractivos turísticos, más de un centenar de ellos producto de la misma naturaleza. Su variedad de flora y fauna -alrededor de 2.000 especies- recoge la oferta característica de cinco ecosistemas, con climas variopintos, que van desde la sabana cálida hasta el frío páramo, particularidad que, sumada a su considerable riqueza hídrica y cultural, lo perfilan como un escenario privilegiado para el desarrollo de la actividad turística, con fortalezas poco comunes de encontrar en cualquier otro lugar de Colombia.
Entre los pintorescos municipios enclavados en este territorio, cada uno con sus propios distintivos dentro del portafolio de la industria sin chimeneas, despunta uno de los más pequeños y, quizás, el más privilegiado de todos por el insinuante embrujo de su entorno. Se trata de Macanal, en cuya cabecera residen menos de mil habitantes, fundado en la profundidad del llano, cerca de la frontera con Casanare, con doscientos cuarenta y siete años de apacible historia rural a cuestas. Es un pueblo campesino, de casas sencillas y gentes cordiales, donde día y noche reina la seguridad.
Allí se llega en tres horas, desde el Sisga, por una carretera pavimentada, en buen estado, protegida en variados tramos por quince túneles en roca viva, algunos con cascadas internas, desprendidas de arroyos y manantiales que, por decenas, brotan entre el colorido follaje natural. La localidad está entrecruzada por bosques nativos que actúan como reservorios de flora y fauna, en los que anidan aves endémicas y revolotean mariposas multicolores, bajo un cielo azul zafiro que pincela el paisaje.
Macanal sobrepasa el tradicional espacio cósmico de nuestros municipios, integrado por parroquia, parque y ceiba de copa gigantesca, para convertirse en un estratégico punto de partida para recrear los magníficos escenarios circundantes, a través de paseos cortos o largos, a pie o en automóvil, que revelan las entrañas de su accidentada geografía. Dispone del mayor atractivo turístico regional, el embalse La Esmeralda, también conocido como Chivor, la verdadera joya de la Corona, un soberbio y sublime lago artificial que da vida a una creciente demanda de proyectos hoteleros, gastronómicos y de recreación, donde los turistas practican la pesca y los deportes náuticos, o viajan en lancha e, incluso, montan en ferry, para extasiarse de la belleza paisajística.
Este municipio es un paraíso para los caminantes, que disponen de múltiples senderos ecológicos para interactuar con el medio ambiente y descubrir el avistamiento de aves. El principal, el de La Esmeralda, integrado a la reserva natural más grande del Valle de Tenza, con caminos ancestrales del Siglo XIX, bordea la cuchilla de Guanaque, a cuyos pies se refleja interminable el espejo de agua del embalse. También, el de EcoVaral, entre una biodiversidad única de bosque subandino, donde, aún, se resguardan especies animales y florales en vías de extinción.
Si la idea es viajar durante algunos kilómetros, se llega hasta el Alto de Cristo Rey, que sobresale por las vistas espectaculares de su profunda hondonada; o hasta la cascada La 70, con 140 metros de altura, entre las más vistosas del país, engullida entre la selva y bautizada, así, como recordatorio al año en el que se inició la construcción del embalse. Esta se ha convertido en un sitio popular para bañistas.
Macanal es sinónimo de agua, la que no solo abunda, sino que corre cristalina y se mezcla entre su paisaje tapizado con cultivos de árboles de macana y habitados por aves exóticas. De ahí que su fiesta mayor sea el Festival y Reinado del Agua, celebrado cada noviembre, desde hace un par de décadas.
Su infraestructura turística comienza a despegar, favorecida por el clima fresco, que promedia en los 20 grados y, hoy en día, se perfila como la principal joya ecoturística del Valle de Tenza. La riqueza natural, el paisaje y el embalse lo proyectan como un revelador destino sostenible, con gastronomía variada y amplia oferta de alojamiento, entre centros hoteleros, glamping, fincas, casas rurales y posadas campesinas. Algunos, emprendimientos hechos a pulso por pequeños propietarios, que sin mayores pretensiones le aportan al desarrollo turístico de la región.
El turismo, como generador de oportunidades para todos los macanalenses, ha sido tomado en serio por sus autoridades, y un ejemplo es la reciente inauguración, por parte del alcalde, Javier Solano, de un gigantesco letrero con el nombre del municipio, inspirado en las icónicas letras blancas del famoso Hollywood de Los Ángeles, en Estados Unidos. El monumental referente corona el cerro tutelar de la población, el Alto de la Virgen, llamado, ahora, El Mirador del Cielo. Sus letras, con longitud de 85 mts y una altura de 10.5 mts, se pueden ver desde los suburbios. Construido sobre una pasarela de atrayentes balcones y plazoletas comerciales se convierte en el más grande y mejor dotado del país.
Macanal es un destino ideal por lo atractivo, sorprendente y bien conectado. Se perfila como la gran apuesta para el turismo de aventura, con el beneficio de reconciliar con la naturaleza, que allí bien pródiga sí es. Bajo su marca hollywoodense, con la que se pretende vender en el exterior, comienza a ser denominado por sus habitantes como MacanalWood, un lugar donde las estrellas, en vez de caminar por una alfombra roja, se mueven por el cielo, brillando en la oscuridad de sus noches de verano. No cabe duda, que será el nuevo actor protagonista del celuloide turístico criollo.
En el sector: Dentro de la gama de alternativas gastronómicas y de alojamiento más atractivas que ofrece Macanal se cuentan dos excelentes paradores, a orillas del embalse, que atrapan la atención de los viajeros por sus hermosas vistas de las montañas y la calidad de los servicios. Guanaque, un precioso café restaurante, donde se disfruta de una excelente experiencia culinaria ancestral, y SummerC, un elegante hotel, al que se le suman bocanadas de oxígeno puro.
