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Gonzalo Silva Rivas
28 de mayo de 2014 - 04:45 a. m.
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Después de tanta modernidad en el diseño de los automóviles y de su protagonismo como eje de movilidad, la bicicleta, un aparatico sencillo y de bajos costos, toma fuerza en muchos lugares del mundo como una alternativa viable, saludable y ambientalmente sostenible.

Su impacto positivo en el tiempo de los desplazamientos y en la reducción de las congestiones permite que sea una opción eficiente, superior a la de otros medios individuales de transporte.

Pero en buena parte de los países europeos y en numerosos estados norteamericanos, la bicicleta como propuesta de transporte urbano va más allá de convertirse en potencial solución a los graves problemas de tráfico y contaminación. Está retomando una de sus funciones primarias. Servir de vehículo idóneo para la práctica de actividades recreativas y vacacionales. El turismo en bicicleta se posiciona como actividad económica y multiplica con creces el movimiento de divisas.

En los Estados Unidos, el bici-turismo deja alrededor de USD50 billones al año. Junto a la industria nacional de las bicicletas reporta cerca de USD20 billones por concepto de impuestos y genera una cifra superior al millón de plazas laborales. En Alemania mueve no menos de 9 millardos de euros y emplea a unas 200 mil personas. Grandes urbes como Londres, Amsterdam, Copenhague, Madrid o Sevilla van camino de hacer de la bici algo más que una moda. La proyectan como una propuesta turística de amplia acogida, soportada por una moderna y creciente infraestructura de carriles para su uso y de una excelente red de estacionamientos y puntos de alquiler a precios cómodos.

Bogotá celebra este año las primeras cuatro décadas de funcionamiento de su ciclovía y lidera en el vecindario el uso de la bicicleta para actividades físicas y fines recreativos. El modelo, implantado en otras ciudades colombianas como Medellín, Barranquilla y Cali, e impulsado en capitales como Caracas, Santiago y Ciudad de México, beneficia con masivos programas de esparcimiento dominical a un millón de usuarios bogotanos.

Sin embargo, la oferta del bici-turismo es incipiente, pese a que el Instituto Distrital de Turismo, en alianza con hoteleros y agencias de viajes, empieza a chuparle la rueda a ese atractivo y apetecido mercado, con la promoción nacional y mundial de un ‘combo’ de rutas temáticas. La trepada es larga y dura; y para ponerse la camiseta de líder de este turismo no contaminante tendrá que sumar esfuerzos interinstitucionales, adelantar una responsable tarea educativa y asumir costosas inversiones en infraestructuras adecuadas y seguras. Solo con un pedaleo firme hacia la búsqueda de esta meta, la ciudad podrá irse incorporando a una tendencia mundial que -hoy en día- marca estilo.

gsilvarivas@gmail.com

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