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Mermelada aérea

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Gonzalo Silva Rivas
28 de agosto de 2012 - 11:00 p. m.
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En términos aeronáuticos podría ilustrarse que el transporte aéreo en Colombia pasó de largo carreteo y lento despegue a la fase de ascenso, aunque todavía vuela con velocidad de rotación.

Y mientras se aproxima a la de crucero deberá sortear un dilatado trayecto, posiblemente no exento de amenazas de turbulencias provocadas por cruces de vientos que soplan en el horizonte, consecuencia de la crisis económica internacional que intimida al sector.

Sin codearnos con los niveles de demanda de Brasil o Chile, países que en materia de viajes aéreos comandan la delantera subcontinental, las cifras preliminares confirman la tendencia de crecimiento sostenido que nos acompaña en los últimos tres años. El primer semestre registró la movilización de un millón 300 mil pasajeros, 70 mil más con respecto a igual período de 2011, y aunque de seguro las estadísticas contemplan operaciones regulares y no regulares, orientan una dinámica positiva.

Es predecible encontrar las razones de este aumento. Presencia de más competidores empresariales; consecución de nuevos nichos de mercado, y planes promocionales lanzados por las aerolíneas, pese a que algunas mantienen ciertas tarifas por las nubes y otras persisten en cobrar el desmontado sobrecargo del combustible frente a las narices del Gobierno.

Desde 2010 la Aerocivil ha dado luz verde a más de un centenar de rutas, 66 domésticas y 67 internacionales, que suman un millar de frecuencias distribuidas de manera equitativa en ambos segmentos. El problema sigue siendo su concentración marcada en Bogotá. La mayoría tiene puntos de origen y referencia en Eldorado, aeropuerto en reconstrucción cercano a promediar al día otro millar de frecuencias, y con serios cuellos de botella en sus horas pico. Entre tanto, terminales como los de Medellín, Cali y Barranquilla continúan subutilizados.

Si bien se admite que varios de ellos empiezan a entrar en la jugada, lentos aún son los esfuerzos del Gobierno por frenar el centralismo y distribuir la mermelada de la conectividad aérea a lo largo del país. Situación curiosa en una nación abundante en ciudades intermedias, unas con atractiva rentabilidad como Medellín y Cali donde se dan movimientos individuales cercanos a los 4 millones de pasajeros al año. El Gobierno carga un informe contratado con la consultora ICF-SH&E, cuya propuesta es desempolvar 14 aeropuertos que, sacados del clóset, podrían ser estratégicos centros de operaciones directas nacionales e internacionales.

gsilvarivas@gmail.com 

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