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Con récords en expositores y visitantes, y multimillonarios negocios en firme, se clausuró el Salón Aeronáutico de Paris-Le Bourget, la vitrina más importante del mundo en materia de tecnología aeroespacial, y cuyo telón de fondo, sin duda, fue la competencia comercial entre las compañías constructoras de aviones, Airbus y Boeing.
Desde la aparición de Airbus, en 1970, consorcio del que forman parte empresas de Francia, Gran Bretaña, Alemania y España, nació una encendida rivalidad con la estadounidense Boeing, adobada con fuertes enfrentamientos legales, especialmente por los subsidios que han recibido de sus respectivos gobiernos y que les han permitido profundizar en una guerra de precios y de atractivas ofertas de financiamiento en la venta de sus aviones.
Boeing, legendaria compañía fundada en 1916, ejerció durante casi un siglo el solitario monopolio en un sector tan complejo por sus altos costos de inversión y elevados riesgos financieros, y su principal contendiente en las últimas décadas del siglo pasado, McDonnell Douglas, fue absorbida en 1997 para dar paso a The Boeing Company. Tras un decolaje lento, Airbus tomó altura en el mercado y en los últimos años volteó la torta en materia de ventas. En el clausurado Salón de Paris firmó pedidos para 910 aviones por US$88 mil millones (Air Asia de Malasia le compró 200 unidades por US$18.200 millones), mientras que Boeing facturó 142 aparatos por US$22.073 millones.
La apuesta, sin embargo, ha sido provechosa para el mercado al inspirar la construcción de aviones ecológicos, futuristas en diseño y eficientes en consumo de combustible. La última propuesta de Airbus fue el A380, el avión más grande del mundo, para 555 pasajeros, con el que se propone enfrentar a la aeronave insignia de Boeing, el Jumbo B747, de 460 sillas.
Boeing replicó con una nueva versión del B737, el avión de pasajeros más vendido en la historia de la aviación, al que Airbus desafía con el ya popular A320. Se trata del 737 Boeing Sky Interior, dotado de bella arquitectura curva e iluminación de cabina color azul cielo, ventanas para mejor visión del paisaje y reducción de emisiones de carbono. Lo acompañará en el mercado el B787 Dreamliner, eficiente versión de medio alcance para 350 pasajeros.
Pero Airbus colocó sus últimos ases sobre la mesa para 2050. Un avión supersónico, capaz de volar a 5.000 kms por hora, y otro de cabina biodegradable que puede hacerse transparente y ofrecer vista exterior plena mientras el pasajero juega golf virtual o compra en un centro comercial interactivo.
El novel consorcio europeo aprendió a mostrarle los dientes al centenario coloso americano.
