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En estas épocas de vacas flacas, cuando la incertidumbre se toma la economía, el turismo vuelve y juega como opción inmejorable para contribuir a la desaceleración.
Los bajos precios del petróleo y la caída de las exportaciones minero energéticas le mantienen papel protagónico, con suficiente capacidad de maniobra para empujar la balanza de pagos y mejorarle los vientos al Gobierno en su intento de llevar por buen rumbo el desarrollo económico.
Sin embargo, son variados los retos que enfrenta esta industria para convertirse en un estratégico aliado. Deberá superar sus propias turbulencias para acomodarse y participar activamente en la reactivación de un escenario adverso, oscurecido por los bajonazos del sector productivo y la actividad industrial; la reducción de las exportaciones, el encarecimiento del dólar, el repunte de la inflación y la alta carga impositiva que sufren los colombianos.
En los últimos años, el turismo ha registrado un crecimiento histórico, favorecido en gran parte por los avances en infraestructura y seguridad y la confianza que generan los diálogos en La Habana. En 2015 el incremento del turismo internacional en Colombia alcanzó 9% -con cerca de 3.8 millones de viajeros-, un 10% por encima del registro de 2014. Cifra, que según la Organización Mundial de Turismo, supera el 5% del promedio mundial.
La fotografía de la reciente temporada vacacional le marca derroteros al Gobierno y a los gremios para enfrentar los desafíos del presente. El turismo emisivo se contrajo y el interno registró un crecimiento alentador, dado que el histórico apretón del dólar obligó a los colombianos a empacar maletas y a cambiar las islas caribeñas por las playas criollas. Los viajes al exterior bajaron 1.3%, mientras que el desplazamiento local desbordó cauces y permitió que muchos de nuestros hoteles elevaran sus índices de ocupación con tasas superiores al 90%.
El país tiene la oportunidad única para hacer del turismo una industria prometedora dirigida no solo a dinamizar nuestro propio flujo sino a cazar viajeros del exterior.
El comportamiento alcista del dólar lo convierte en destino económico dentro del portafolio internacional y en consecuencia lo pone sobre la mesa como plato fuerte. Para ganarle a mercados con similares niveles de oferta al nuestro -que no son pocos- habrá que empezar por innovar y ser competitivos. La devaluación del peso es una herramienta eficaz para atraer la atención de los visitantes y elevar las divisas, pero hasta el momento no ha sido utilizada eficientemente con el propósito de sacarle provecho a la coyuntura.
Falta mejorarle el músculo a la actividad, mediante el empaquetamiento de buenas ofertas y la focalización de esfuerzos entre Gobierno, gremios y empresarios. En el producto turístico nacional rondan las debilidades. Las regiones poco le meten el hombro a esta apuesta económica y es escaso el empoderamiento que se les da a las comunidades nativas para que pongan a mover propuestas de inclusión y de sostenibilidad. A la considerable cantidad de atractivos naturales y culturales que tiene el país y que podrían sentar la diferencia en el mercado global poco jugo se le saca.
Existen muchos campos en los que se puede jugar dentro de un fluido destino con alternativas geográficas, hídricas, ecológicas, históricas y culturales. Propuestas de naturaleza, aventura, bienes de interés patrimonial y paisajístico, entre otros, constituyen una envidiable oferta a la que podría ponérsele los ingredientes de competitividad necesarios para hacerla atractiva. En el manejo de congresos y convenciones Colombia tiene buena calificación y los beneficios que traería un acuerdo definitivo de paz con las Farc serían insospechables, de acompañarse con mayor fortaleza comercial y una renovada promoción del país ante el mundo.
Pero no solo basta mejorar el producto turístico y aprovechar esta providencial palomita que quizás nos puede dar la paz. Será necesario racionalizar precios, bastante altos en muchos establecimientos hoteleros, gastronómicos y de servicios, como se comprobó en la última temporada vacacional. Mientras en esta época de crisis y de abierta competencia mundial los empresarios del ramo sigan cobrando en dólares no habrá -parodiando el refrán- ni turismo extranjero que nos dure ni peso colombiano que lo resista.
gsilvarivas@gmail.com
