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La promesa del expresidente Iván Duque de convertir el turismo en el nuevo petróleo de Colombia, lamentablemente, no fluyó. Antes de la pandemia, el sector se venía desempeñando en la tercera posición de la categoría principal de las exportaciones y, por el momento, sigue ahí, recuperándose de su prolongada cuarentena, a la espera de dar el paso definitivo para convertirse en un generador estratégico de empleo, inversiones y oportunidades, como lo soñaba el exmandatario y, hoy en día, lo plantea su sucesor.
El impacto que la pandemia del COVID-19 tuvo en la actividad turística fue determinante para que se empañara ese propósito, en el que el exmandatario, en los inicios de su gobierno y al ritmo de sus primeras correrías por el exterior, ofrecía el nuestro, como un atractivo y biodiverso destino para visitar. Sin embargo, el confinamiento y obligado cierre de fronteras y del comercio mundial le pisó el freno, hasta el fondo, al provocar una drástica disminución de las corrientes viajeras, tanto en el mercado doméstico como en el internacional.
El tránsito hacia el restablecimiento de la industria sin chimeneas se empieza a dar después de un 2020 sombrío y de un frágil 2021, en los que primaron las limitaciones a la movilidad impuestas por numerosos gobiernos, mediante el cierre de fronteras y la exigencia de certificados de vacunación. Gracias a la suspensión de las talanqueras globales, a la flexibilización de los requisitos de entrada en los países y al final del aislamiento local, el camino tiende a enderezarse.
De todas maneras, el sector tendrá que ponerles el pecho a otros factores que conspiran contra su desenvolvimiento, como son el aumento de la inflación, los altos precios del petróleo, la voluminosa deuda contraída por las empresas, la tasa de cambio representativa del mercado y la desaceleración económica o, quizás, la recesión que prevé el Banco Mundial. La invasión rusa a Ucrania, desde febrero pasado, y el roce de fuerzas entre occidente y oriente continúan siendo latentes amenazas globales.
En armonía con la recuperación mundial, tras un par de años ensombrecidos por la incertidumbre, los diferentes subsectores turísticos en el país pudieron mostrar al término de este primer semestre signos promisorios de redención, y para el segundo proyectan una tendencia favorable, que les permitirá acercarse o superar ligeramente los indicadores de 2019, cuando se rompieron récords nacionales, tanto en volumen de visitantes, como en ocupación hotelera e ingresos nominales de las agencias de viajes.
La reactivación del sector puede calificarse de positiva, dado el papel relevante desempeñado por el turismo doméstico, ficha clave en el tablero económico nacional, escenario que le ha posibilitado rescatar numerosos puestos de trabajo perdidos por la crisis sanitaria, no obstante, el desmedido aumento en los niveles de informalidad que subsiste alrededor de esta actividad.
Importante, también, el aporte del turismo receptivo, que empieza a atravesar un buen momento. Anato, la asociación de los agentes de viajes, estima que en el primer semestre de este año ingresaron al país algo más de 1,6 millones de visitantes extranjeros, volumen significativo para la coyuntura, que podría representar una recuperación del 86 % frente a los registros de igual período de 2019, vigencia en la que arribaron cerca de dos millones de viajeros.
La reactivación del sector turístico en el país se muestra, entre otras señales, a través del incremento de las rutas nacionales e internacionales por encima de la cobertura pre-pandémica; crecimiento en la búsqueda de paquetes domésticos e internacionales, estas últimas por encima del 217%, con respecto a 2021; mayor demanda de las reservas de automóviles para servicio turístico, y un aumento de pasajeros en la industria de cruceros, proyectado en 509%, en relación con 2019.
En el sector hotelero la situación sigue siendo favorable y va camino de mejora. La tasa de ocupación promedio durante este primer semestre fue de 57,8%; tres puntos porcentuales por encima del mismo período de 2019, con una característica poco usual en las tarifas de alojamiento, en las que se aprecia una tenue tendencia a la baja en el último año.
La actividad turística durante el último semestre del cuatrienio presidencial de Iván Duque remontó las bajas estadísticas de 2021, año lánguido en resultados por la efervescencia de la crisis sanitaria, pero solo arañó los históricos indicadores de 2019. El gran salto hacia el publicitado nuevo petróleo, generador de empleos e inversiones, esta vez, no se dio. La pandemia impidió abrir las válvulas de sus invisibles oleoductos, de los que salió poco oro durante un período teñido de negro.
En el sector. El presidente Gustavo Petro sorprendió en su acto de posesión con un discurso moderado y conciliador, de corte más bien liberal que castrochavista, como era el pronóstico de ciertos sectores de opinión. Ahora le tocará convertir en acciones todo ese simbolismo retórico que propuso en campaña. Lamentable, por su parte, la mezquindad de Duque, quien, hasta el último momento de su controvertido gobierno, mostró ser un personaje de poca estatura democrática, envalentonado, mezquino y con mala disposición frente a sus rivales políticos.
