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Paisajes bogotanos

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Gonzalo Silva Rivas
05 de febrero de 2014 - 04:00 a. m.
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La enorme riqueza vegetal y animal que tiene nuestro país lo catalogan como potencia en materia de biodiversidad, y aunque el segundo lugar en el mundo, en el que lo clasifican los investigadores, garantiza de cierta manera la existencia de un valioso legado para la humanidad, preocupa la gradual pero acelerada destrucción de los hábitats y sus devastadores efectos.

Colombia ocupa el 0.7% de la superficie continental del planeta y posee cerca del 10% de la diversidad biológica, con tendencia a la baja. La causa de esta degradación radica en la carencia de políticas públicas responsables que le den el debido valor a la naturaleza. Tala y destrucción de humedales, explotación minera y de hidrocarburos, contaminación,  profundización anárquica de la frontera agrícola; uso ilícito de cultivos, desplazamiento campesino e indígena y vertimientos de aguas negras, entre otros factores, generan daños irreversibles en los ecosistemas y trazan un oscuro panorama que se agudiza con los efectos del cambio climático.

El inapreciable patrimonio natural es destruido irracionalmente por los explotadores de riqueza y afectado de manera irreversible por la pobreza y los problemas culturales. Millones de hectáreas, que podrían ser alternativa sustentable para el turismo en actividades de recreación, cultura y contemplación vienen siendo desaprovechadas para el disfrute de la comunidad.

Frente a tanta desprotección de la naturaleza merecen destacarse los esfuerzos de la administración de Bogotá en la recuperación y ampliación de los ecosistemas. En los últimos dos años se pasó de 677 hectáreas localizadas e intervenidas a 967. Y ahora, para aprovechamiento del turismo y la comunidad, lanza una campaña de promoción y socialización de 25 de sus más importantes tesoros naturales, estratégicos pulmones verdes que oxigenan la ciudad, y que dan respiro al caótico e irregular crecimiento urbano que ha impactado de manera negativa en la calidad de vida de sus habitantes.

Los parques de Los Nevados, Sumapaz, Entrenubes o Simón Bolívar; las quebradas Las Delicias o La Vieja; los humedales de La Conejera, Córdoba y Santa María del Lago; los páramos Verjón Alto y Verjón Bajo, el Jardín Botánico, la laguna Alar Pastilla y la reserva El Delirio, son algunas reservas de incalculable diversidad genética que el Instituto Distrital de Turismo pone sobre la mesa para concientizar sobre su existencia y darles enfoque ecosistémico, priorizando un uso sostenible, equitativo y social.

Los espléndidos paisajes bogotanos se conciben como una alternativa de desarrollo sustentable, apta para el turismo responsable, pero su viabilidad depende de una seria y comprometida gestión pública que los blinde del impacto ambiental y la depredación.

gsilvarivas@gmail.com   

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