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Notas al vuelo

Pinceladas multicolores

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Gonzalo Silva Rivas
04 de agosto de 2021 - 05:00 a. m.
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Los acuerdos de paz, tan duramente cuestionados por sectores de opinión, permitieron oxigenar territorios que durante largas décadas estuvieron secuestrados y sometidos por el grupo guerrillero más antiguo del país. El cese del conflicto armado, pese a las dificultades posteriores que han puesto en riesgo el proceso, permitió mejorar las condiciones de seguridad en algunas de estas regiones que fueron escenario crudo de combates, desplazamientos, tráfico de drogas y cultivos ilícitos, pero, además, hizo posible visibilizar lugares de particular belleza natural, con invaluable potencial para el desarrollo del turismo.

Uno de estos atractivos es la Serranía de la Macarena, la primera reserva natural nacional que se estableció en el país, en 1948, ubicada en el suroccidente del departamento del Meta. Este relieve permaneció por más de medio siglo bajo el control de las FARC, insurgencia que tuvo allí uno de sus estratégicos centros de operaciones, y en cuyos alrededores se montó la fallida zona de distensión decretada por el presidente Andrés Pastrana. La Sierra fue refugio del ´Mono Jojoy’, jefe militar de las FARC, quien desde allí organizaba los campos de concentración en los que esa guerrilla puso en cautiverio a centenares de secuestrados, civiles y militares.

El rescate de la zona pudo hacerse hacia finales de 2010, cuando, en medio de un ataque aéreo lanzado por el Gobierno, fue muerto el ´Mono Jojoy’. El suceso trajo nuevos aires, la zozobra se fue borrando entre habitantes y viajeros y se abrieron puertas a las comunidades locales para promover pequeños emprendimientos turísticos. El turismo regulado, con una oferta social y ambientalmente sostenible, se ha venido convirtiendo en oportunidad para el desarrollo de la actividad económica, pese a que las amenazas a la seguridad no están resueltas, como lo demuestran los intentos del crimen organizado de retomar el control de áreas estratégicas para el manejo del narcotráfico.

Se trata de una extensa área que alberga un excepcional parque nacional natural, formada por un ecosistema abundante en diversidad de flora y fauna y un impresionante decorado de saltos y furiosas cascadas que se han venido formando entre rocas de 1.200 millones de años de antigüedad. La diversidad de bosques y la selva húmeda, junto a su variedad de pisos bioclimáticos, la convierten en hábitat de especies nativas; más de 1.100, según listado del Jardín Botánico de La Macarena. Se concentra en su entorno una auténtica maravilla de la naturaleza, trazada por el serpenteo del Río Guayabero.

Entre los atractivos se incluye uno providencialmente hermoso, Caño Cristales, el río de los siete colores; el más “bonito del mundo”, como se le promociona en el portafolio de los viajes. Tras su apertura, hace una década, liberado del acoso guerrillero, se convirtió en seductor espacio turístico, moderadamente visitado, que alcanzó a tener cerca de 20.000 visitantes durante 2019, hasta que el espinoso año y medio de pandemia lo mantuvo otra vez clausurado. Por fortuna, acaba de reabrir sus puertas y la presencia de reducidos grupos de turistas devuelven a los habitantes la esperanza de activar los beneficios económicos que genera la explotación turística.

Caño Cristales, cuyas aguas multicolores sirvieron de piscina privada al mismo jefe insurgente, es una auténtica joya natural con características peculiares, premiada con un singular regalo de la naturaleza. En su lecho, durante el segundo semestre del año, crece una planta acuática endémica y sensible que proyecta una impresionante explosión cromática. Planta, conocida como Macarenia clavigera, que en contacto con el sol trasluce entre las aguas cristalinas del río todo el esplendor de una paleta multicolor.

Con el regreso de los visitantes a Caño Cristales han retornado los ingresos, volvieron los negocios, renació el empleo y se empiezan a mejorar las condiciones de vida de millares de personas que desde tiempos recientes esperan hacer del turismo su alternativa de vida. El turismo comunitario desarrollado en La Macarena es un modelo sostenible que podría ser de utilidad para ponerle freno a la deforestación, un fenómeno preocupante que se ha venido agudizando en los últimos años.

La práctica de una actividad turística sostenible y responsable, basada en el cumplimiento de protocolos y requisitos legales, contribuirá al logro de sus niveles de restauración y conservación e irrigará beneficios vitales a la comunidad. Hoy en día, los impactos producidos por la explotación agropecuaria, los cultivos ilícitos, el pastoreo, la tala de bosques, el comercio ilegal de la madera e, incluso, el acaparamiento mafioso de tierras -que causa desplazamiento social-, son una seria amenaza que se cierne sobre este tesoro ecológico.

La Macarena es una de las pocas regiones del país que en el azaroso escenario del posconflicto ha podido avanzar en la implementación de estrategias de desarrollo local alrededor al turismo, la principal apuesta para redimir vastas zonas apartadas y olvidadas. Caño Cristales -como el matiz de sus aguas- da pinceladas multicolores a una esquiva paloma de la paz, la que por esos lados parece reemplazar al tristemente célebre Mono de las Farc y de la guerra.

gsilvarivas@gmail.com

Twitter: @gsilvar5

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Atenas(06773)04 de agosto de 2021 - 01:59 p. m.
Ahh, eso de bajarse los pantalones hasta quedar en abyecta posición a costa de muy dudosos beneficios, me suena a servilismo. O cobardía como Estado. Y pa qué hablar más del infierno desatado, aún, en las regiones de coca x ser tan complacientes cuando el gbno se postró. Lo q' hoy padecemos es prueba al canto. Otra prueba de cómo viven de desenchufados en la capital.
Guillermo(15611)04 de agosto de 2021 - 01:54 p. m.
La paloma de la paz voló, voló y voló porque este gobierno cambio el rumbo del proceso de paz y permitió que la violencia retornara a muchos de esos territorios que fueron liberados de las manos criminales de las Farc. Se necesitaba consolidación del control territorial por parte de las fuerzas armadas y presencia estatal para llevar desarrollo, pero nada de eso sucedió por la tozudez de Duque.
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