A dos días de bajarse el telón de la COP16 -el principal evento multinacional celebrado en Colombia- el mundo espera que la variada gama de acuerdos encaminados a garantizar la protección de la diversidad biológica y regular su sostenibilidad, refrendados por signatarios de 196 países, en Cali, no se quede solo en buenas intenciones y se haga realidad. La obligación de reforzar acciones para revertir los estragos ocasionados a la biodiversidad, en cumplimiento a la implementación de la Agenda 2030, es inaplazable, porque se está agotando el tiempo para sortear la crisis que sufre el mayor patrimonio del planeta y la piedra angular del desarrollo.
La acelerada destrucción de los ecosistemas es causa de la drástica disminución y desaparición de numerosos seres vivos en todas sus variedades, fenómeno agravado en el último medio siglo, con la desaparición del 73 % de la fauna silvestre en el planeta. En reciente informe de las Naciones Unidas se advierte que de los ocho millones de especies que quedan en la actualidad, un millón se encuentra en peligro de extinción, presagiando un premonitorio escenario sobre la subsistencia de este invaluable capital natural.
La cumbre de Cali resulta ser uno de los últimos llamados de atención a los líderes gubernamentales para concretar estrategias dirigidas a promover la cooperación internacional, facilitar mecanismos de financiamiento, compartir conocimientos y recursos, e impulsar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Enfrentar la crisis climática y promover la sostenibilidad se convierten en los mayores desafíos para garantizar el futuro de las distintas formas de vida en el planeta.
Para la industria turística, la salud de los ecosistemas y de la diversidad biológica es vital por los aportes y beneficios que produce a lo largo de su cadena de valor. La conservación de los recursos naturales, a través de la regeneración de hábitats y áreas protegidas, potencia el gran atractivo de la naturaleza, generando un universo de oportunidades para la promoción de la actividad.
Los entornos naturales son la materia prima con la que cuenta esta industria para despertar el interés de viajeros hacia propuestas regenerativas, conscientes, seguras y de calidad. La pandemia permitió repensar las formas de viajar, siguiendo hábitos saludables. De ahí que modalidades como el ecoturismo, el turismo de naturaleza y el turismo sostenible pasaron a ser alternativas priorizadas por los paseantes modernos, reforzando la necesidad de ensamblar el desarrollo turístico con la conservación de la diversidad biológica.
El sector tiene el compromiso de enfocar sus actividades en defensa de la naturaleza, asumiendo directrices debatidas en ONU Turismo, el organismo rector de la industria, y en pasadas conferencias ambientales, como la anterior en Canadá. Integrar salvaguardas para la biodiversidad, mitigar el impacto de la contaminación, reducir emisiones de carbono, limitar el uso insostenible de los recursos y restaurar la naturaleza y la vida silvestre, son medidas dispuestas sobre la mesa.
Varios son los caminos que orientan a la industria turística para empalmar con la biodiversidad. En la COP13, realizada en Cancún, se decidió fijar políticas, programas y marcos nacionales coherentes con el turismo sostenible y acordes con las circunstancias propias de cada destino, incluyendo la participación de todas las partes interesadas, es decir, sectores público y privado y consumidores. Colombia y otro medio centenar de países ya tienen abonada buena parte de este terreno.
En la COP15, de Montreal, se propuso la implementación de alianzas e instrumentos financieros para complementar y respaldar la inversión pública, y la presentación de informes e intercambio de conocimientos entre gobiernos alrededor de las actividades turísticas conexas con la biodiversidad, temas nuevamente debatidos en la cumbre caleña.
La suma de esfuerzos e intereses públicos y privados en torno a una visión compartida de viajes y turismo que armonice con la naturaleza es, sin duda, el contrapeso que se requiere para detener y revertir la pérdida ocasionada por la práctica de esta actividad.
El tiempo ya no corre sino vuela, y se agota, para frenar el ecocidio que amenaza a la humanidad, y la industria turística debe ser corresponsable en la búsqueda de las soluciones. Una de ellas, y no la menos importante, es concienciar a los viajeros sobre su contribución en la sostenibilidad de los destinos mediante la práctica de un turismo responsable. La naturaleza hay que cuidarla, a flor de piel, sin dejarle cicatrices.
En el sector 1: La COP16 fue perfilada por el New York Times como la más importante de su tipo realizada hasta la fecha. Para Colombia representó una oportunidad única para mostrar sus avances de defensa de los ecosistemas e impulsar acuerdos que faciliten la cooperación internacional. El país, el de mayor diversidad biológica del planeta, logró, además, afianzar su imagen como líder en la conservación de la biodiversidad a nivel mundial.
En el sector 2: La situación del turismo en Argentina, desde la presidencia de Javier Milei, viene de mal en peor. El primer semestre de 2024 fue crítico, con un descenso de 640,000 pasajeros en comparación con el mismo periodo del año anterior, representando una disminución del 7,9 % en el transporte aéreo interno. En el último mes el turismo receptivo registró una caída del 24 %. Las condiciones económicas adversas de ese país por causa de la inflación y la recesión han influido en la capacidad de los ciudadanos para viajar.