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Quite a las turbulencias

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Gonzalo Silva Rivas
26 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
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La Procuraduría decidió meterle el diente al tema de la infraestructura aeroportuaria y de seguridad aérea, como reacción a las recurrentes quejas de pilotos y trabajadores sobre la falta de mantenimiento y modernización de terminales y equipos de aeronavegación.

El asunto es tan espinoso como controvertido, y desde hace años divide opiniones entre los protagonistas. La Aerocivil, en boca de sus diferentes directores, enfatiza en que la seguridad aérea es un factor adecuadamente controlado y que el país se encuentra entre los de mejor nivel en la región. Los sindicatos, al contrario, advierten que la tecnología de radioayudas acumula el rezago de un par de décadas, y que gran parte del espacio aéreo nacional carece de cobertura de radar y de frecuencias de comunicaciones.

Y la verdad sea dicha. Aunque en los últimos tiempos, Colombia registra avances en la seguridad aérea y presenta disminución continua en accidentalidad, las inversiones que realiza el Estado en ayudas de navegación, radares, sistemas de comunicaciones y software tecnológico, para citar ejemplos, no son suficientes ni marchan al mismo ritmo del crecimiento del mercado y de los planes de renovación de flota de las aerolíneas.

Los sistemas de aterrizaje instrumental (ILS) son escasos y prestan servicios básicos. De 47 aeropuertos controlados apenas siete tienen ayudas de aproximación y estas se clasifican en categoría de calidad intermedia, como es el caso de Rionegro y Bonilla Aragón. Buena parte de radares y otras radioayudas de comunicaciones supera su vida útil, y en algunos casos presentan limitaciones de cobertura o de fidelidad de señal. Y valga recordar la mala herencia de anteriores administraciones que hicieron escandalosas inversiones en equipos incompatibles con los antiguos y que han terminado arrumados.

El radar de Santa Ana, en Tambo, Cauca, destruido por la guerrilla en enero de 2012, sigue siendo un bache para el desplazamiento seguro por el espacio aéreo del Pacífico y para el control del tráfico de drogas por el suroccidente del país. La buena noticia, según lo anuncia la Aeronáutica, es que el nuevo radar se encuentra en puerto de partida, en Francia, y seguramente estará disponible para el primer trimestre del próximo año.

Factores como mala gerencia, politización, clientelismo, ausencia de personal calificado y el enraizamiento de cuestionados funcionarios en cargos operativos, resintieron la gestión de la Aerocivil, y la relegaron al retraso. Solo, hasta hace poco, comenzaron a destacarse ciertos progresos, y habrá de ser su director, Gustavo Lenis, quien le marque el norte a la entidad para sacarla del cumulus nimbus en que se encuentra.

No cabe duda que es amplio el horizonte para modernizar la infraestructura de seguridad, y Lenis Steffens ha hecho expresa su decisión de ponerle mejoras tecnológicas a las terminales en la medida de su crecimiento e incremento del tráfico. Entre tanto, deberá prepararse para capotear ante la Procuraduría el cartapacio de quejas que se ventilan y para presentarle al país la hoja de ruta con la que deberá hacerle el quite a las turbulencias que zarandean los niveles de seguridad del espacio aéreo.

gsilvarivas@gmail.com

 

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