La cadena internacional Marriott se puso los tenis -tan de moda por estos tiempos- y comenzó a pisar fuerte sobre el territorio colombiano.
Varias de sus 19 marcas entrarán a formar parte del decorado urbano de las grandes capitales, como parte de un vertiginoso proceso de expansión por el país, previsto para los próximos cinco años, que bien pudiera terminar con la presencia de por lo menos medio centenar de lujosos establecimientos operados bajo la garantía de su firma.
La incursión de Marriott, además de darle un necesario sacudón a la hotelería en el país, proyecta un positivo mensaje sobre las condiciones en seguridad y rentabilidad para hacer negocios y sobre el potencial turístico existente, tanto para atender servicios corporativos como de placer. Su participación encaja dentro del “boom” hotelero que se vive por estas tierras desde hace una década, a raíz de la vigente exención tributaria decretada en 2003, con la cual se pudo desatrasar y modernizar la exigua y rudimentaria infraestructura hotelera del siglo pasado.
Marriott representa la cadena hotelera más grande del mundo, con más de 6.000 hoteles, un millón cien mil habitaciones y 72 millones de personas vinculadas a Rewards, su exitoso programa de fidelidad comercial. Mediante un hábil juego de fichas, hace escasos meses adquirió por US$13 mil millones a la Starwood Hotel & Resorts, dueña de los prestigiosos Sheraton, Westin y St. Regis, y consolidó una oferta habitacional que supera ampliamente la de Hilton, su principal competidor, para asumir en solitario el liderazgo de la hotelería mundial.
En la actualidad opera cinco hoteles en el país, cuatro en Bogotá y uno en Cali, a través de sus marcas JW, AC, Courtyard y Marriott Hotels. Sin embargo, desde el año pasado apuntala la firma de una docena de proyectos que hoy avanza por etapas de diseño o construcción. Entre ellos, dos en Cartagena, Medellín, Santa Marta y Bucaramanga, respectivamente; uno en Cali y otro en Barranquilla. Para 2017 la apuesta será incorporar otra veintena de establecimientos y por este camino terminar el quinquenio con un paquete cercano al medio centenar.
A finales de este año Marriott dará al servicio el primer hotel en Santa Marta, frente a la Marina, y aunque lo operará, como la mayoría, a través de franquicias, en 2018 romperá el celofán al entrar a manejar directamente el complejo que -con 198 habitaciones de lujo- abrirá sus puertas en Barranquilla y será pionero en la modalidad de cinco estrellas para esta frenética ciudad caribeña. Su gran propuesta, sin embargo, estará centrada en la construcción de dos megahoteles en Bogotá y Cartagena, que formarán parte de su emblemática y exclusiva marca Ritz Carlton.
En la región, Colombia -después de México donde avanzan 23 proyectos- constituye el segundo mercado de mayor atractivo para esta cadena norteamericana creada en 1993. El tamaño de la oferta y la demanda locales; las expectativas que genera un cambio de ritmo para la industria turística; los aires de paz que se respiran en el territorio, y el crecimiento de la economía, no obstante los retos que producen el desplome de los ingresos petroleros y el bajón exportador, se suman a los intereses de sus directivos por fortalecer ciertos mercados estratégicos como parte de una reorganización global que arrancará el mes próximo.
Su plan de expansión por el país tiene la mira puesta sobre un pujante puñado de capitales de rápido crecimiento, entre las que se cuentan Armenia, Pereira, Montería, Riohacha, Neiva, Ibagué y Valledupar, y en las que pese a su galopante desarrollo prevalece la pequeña hotelería doméstica. Estas y otras ciudades podrían descubrirse y visibilizarse internacionalmente, colgadas de una marca de reconocimiento global que en 2015 contabilizó utilidades por U$1.718 millones y realizó transacciones superiores al millón de dólares solamente a través de su sofisticado sistema de reservaciones. Podría ser la oportunidad frente a una coyuntura que les permita mirar hacia afuera, salir del parroquialismo hotelero y exportarle al mundo el indescifrable encanto de su realismo mágico.
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