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Un buen balance de gestión dejó el saliente ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, durante los dos años y ocho meses en los que estuvo al frente de ese despacho. En lo que le correspondió, como aporte a la recuperación económica del país, cumplió papel activo en la promoción de políticas orientadas a elevar la competitividad y a oxigenar el escenario de los negocios. En cuanto al manejo del sector turístico también marcó impronta, pese al colosal desplome en el que se encuentra esta industria, consecuencia de la letal pandemia que aún mantiene asolado al planeta.
Restrepo se la jugó por la carta de la sostenibilidad como factor determinante para ir reorientando el rumbo que debe seguir esta actividad, corolario obligado de la crisis sanitaria y de los llamamientos de la comunidad internacional y de la Organización Mundial del Turismo (OMT), que abogan por que la sostenibilidad sea punta de lanza en su proceso de recuperación económica.
Para iniciar el rumbo trazado, Restrepo expidió la primera política de turismo sostenible en el país, bautizada “Unidos por la naturaleza”. La mira va dirigida a posicionar la sostenibilidad ambiental como pilar del desarrollo turístico y del despegue social y cultural local, mediante la transformación de los negocios del ramo, los territorios, las comunidades y las prácticas de los propios turistas. Una tarea de largo aliento, cuyo éxito dependerá de la participación responsable de todos los actores de la cadena, comprometidos en el propósito de sacarle provecho y disfrute a la actividad, sin poner en riesgo la seguridad del patrimonio.
Dentro de esa hoja de ruta, Restrepo consiguió la aprobación de la reforma a la ley general del sector, cuya médula normativa se encamina a fomentar el desarrollo sostenible del turismo como factor de competitividad. En coordinación con ProColombia y Colombia Productiva, entidades adscritas al Ministerio, se coordinó un trabajó en la misma dirección y fruto de este esfuerzo se lanzaron documentos pioneros como el Manual ilustrado para guías de turismo de naturaleza y la Guía de buenas prácticas, para fortalecer la sostenibilidad en el turismo de naturaleza.
La mutación del sector turístico plantea la necesidad de proteger el capital natural, representado en la envidiable biodiversidad de nuestro territorio, por constituir el activo estratégico más valioso para abordar las próximas décadas. A tenor del apropiado aprovechamiento del recurso será posible optimizar el producto y darle un giro a la reputación turística del país, en aras de lograr su reconocimiento como destino sostenible de primer nivel en el mundo.
Es evidente que la pandemia del coronavirus produjo un choque global, con lecciones y advertencias claras sobre la urgencia de volver los ojos hacia la naturaleza, realidad que obliga al turismo a repensar el camino, hasta ahora concentrado en la masificación. La irrupción del nuevo escenario le implica replantear propósitos y reconstruirse a partir de una oferta sostenible, en concordancia con esa creciente tendencia que se ha venido dando alrededor de esta modalidad en los últimos años, dada la presencia de atractivos destinos futuristas que marcan la pauta en el mercado.
Pero aparte de su política de reinvención hacia lo verde, el saliente ministro muestra resultados en otros ejes, que merecen destacarse. Frente a un contexto extremadamente difícil, con pronósticos poco alentadores, se afrontaron retos que no frenaron el ritmo de gestión. Se emprendieron proyectos de inversión por valor estimado de US$447 millones en nueve departamentos y se articularon campañas de promoción internacional, junto a una doméstica, reciente, “Colombia sin ti no es Colombia” para estimular el turismo interno. El 40% de la oferta de sillas y frecuencias que se tenía en febrero de 2020 se recuperó y se abrieron nuevas rutas en trayectos internacionales.
Para sortear la coyuntura de turbulencias, provocada por la prolongada y costosa recesión, se ofreció un toque de atracción inversionista, que contempló la ampliación del beneficio de la tarifa del impuesto sobre la renta para la construcción de hoteles, muelles náuticos y parques temáticos de ecoturismo y agroturismo, así como la deducción de la renta para inversiones realizadas en conservación y mejoramiento del medio ambiente.
Dentro de las medidas tendientes a recuperar la actividad se incluyeron beneficios tributarios transitorios, como la reducción del IVA en los tiquetes aéreos y servicios conexos hasta el 31 de diciembre de 2022 y la suspensión del pago de la sobretasa a la energía para los prestadores de servicios turísticos de los subsectores hotelero, alojamiento, eventos y parques.
Otras acciones, como identificar iniciativas comunitarias con potencial para comercializarse en mercados internacionales e impulsar proyectos turísticos especiales en sitios estratégicos por conectividad, ubicación geográfica, vocación turística y valores culturales, ambientales y sociales se suman a una positiva gestión, que deberá ponerle el acelerador a esta empantanada industria, una vez se superen las dificultades intrínsecas que viven el país y el mundo.
El turismo pierde un buen ministro, el más destacado, sin duda, dentro de esa sombría galería de funcionarios del actual Gobierno. Y el presidente Duque, seguramente, tendrá en este economista de sobrada experiencia, riguroso perfil académico y serena y amable interlocución un alfil clave para sosegar, desde el Ministerio de Hacienda, la violenta tempestad política y social desatada tras el terrible desacierto que, paradójicamente, vincula a quien será su sucesor: el acucioso portavoz de la malhadada reforma tributaria, en la que se empecinó aquel prepotente y controvertido ministro que no sabía de huevos pero sí de “bonos Carrasquilla”.
En este extraño y sorpresivo enroque, mientras Juan Alberto Londoño encontrará un Ministerio en fase de crucero, a Restrepo le tocará iniciar el carreteo en Hacienda, comprometido a solucionar —con la habilidad con la que manejó el sector turístico— el enredo de las finanzas en ese temible polvorín en el que se ha convertido dicha cartera, en la que, por ahora, tanto falta el billete.
