Los constantes retrasos de vuelos de Eldorado, en especial durante los puentes festivos y los cuatro grandes períodos vacacionales del año -épocas en las se multiplican las operaciones-, hacen visible la necesidad de ordenar cuanto antes el espacio aéreo, un desafío pendiente de solucionar, que se agrava con el crecimiento del tráfico.
Los problemas meteorológicos, tan comunes en la sabana, son un determinante, cuyos efectos se pueden contrarrestar con el rediseño de los parámetros operacionales y la puesta en funcionamiento de la nueva torre de control, equipada con tecnología de punta, que suma ya un retraso cercano al primer par de años. Hoy en día, Eldorado opera entre 55 y 60 vuelos por hora, y una alternativa viable para neutralizar las congestiones será elevar las operaciones -como mínimo a 90 vuelos- durante el mismo lapso.
Para efectuar maniobras de aterrizaje, buen número de aviones sobrevuela por tiempos inusuales los cielos de la ciudad debido a la imposibilidad de realizar procedimientos en paralelo que les permita aproximarse y desplazarse de manera simultánea por las dos pistas existentes. Las aeronaves deben entrar por el mismo cono de aproximación, una especie de embudo de acceso, que obliga a escalar su descenso de a uno en uno. Los tiempos de separación entre cada aterrizaje se incrementan, situación que se refleja con las demoras en el aire. Una situación semejante se registra durante los despegues.
El crecimiento operacional de la ciudad durante los últimos años sobrepasó todas las expectativas, luego del estancamiento vivido por más de una década. La capacidad de Eldorado se vio súbitamente superada. Estudios previos a su reconstrucción indicaban una proyección de 14 millones de pasajeros para este año, cifra que quedó corta frente a una realidad de 24 millones. El primer aeropuerto del país registra el 80% de la movilización nacional, que hoy en día le apunta a los 30 millones. Entre tanto, tecnología e innovación de procedimientos quedaron en rezago.
La nueva torre de control se encuentra terminada, según anuncios del director de la Aerocivil, Gustavo Lenis, y desde ya se adelanta el proceso de capacitación de personal sobre el funcionamiento de los modernos equipos con los que contará. De no presentarse mayores contratiempos, a finales de junio próximo se procederá a su dotación para darla al servicio. El Centro de Gestión, otra pieza fundamental en el área de seguridad, estaría listo un mes antes. La inversión en ambas obras superó los $125 mil millones, $20 mil millones por encima de lo adjudicado, consecuencia de múltiples imprevistos.
Dentro de las novedades de Eldorado se contempla la instalación de un moderno sistema instrumental (ILS), fundamental para optimizar maniobras de aterrizaje en condiciones de mínima visibilidad. Esta ayuda le permitirá a un piloto descender a menos de 50 pies, casi encima de la pista, –hoy lo hace a 400 pies-, para valorar la seguridad de su aterrizaje.
Todas las obras previstas, incluyendo la instalación de luces de aproximación categoría 3, deberán minimizar las graves deficiencias en el sector de aire del aeropuerto bogotano, siempre en permanente noticia -con invierno o sin él-, por los monumentales trancones aéreos que afectan su operatividad, crispan los ánimos de los usuarios, y le impiden a la terminal proyectar su verdadero liderazgo en la región.
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