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Los vientos cruzados que golpean a los sectores de la aviación y del turismo en Venezuela, provocados por las políticas económicas y los últimos ajustes al control de cambios, acentúan la inestabilidad y amenazan con desencadenar una profunda crisis, que bien pudiera reflejarse en la masiva suspensión de los servicios de las aerolíneas extranjeras y en la restricción de los flujos turísticos emisores y receptores.
Las 26 empresas de aviación foráneas que operan el mercado venezolano han puesto en marcha una estrategia de presión contra el gobierno para exigir el pago de la deuda causada por la venta de boletos, que acumula US$3.700 millones en el último año. El problema obedece a que las aerolíneas venden sus tiquetes en bolívares y luego deben esperar a que el Estado los convierta en dólares, operación dilatada y llena de trabas que se complica aún más, por cuanto el cambio se hace a la tasa mínima oficial del dólar, lo cual se traduce en detrimento económico y pérdida de rentabilidad.
A comienzos de enero fueron evidentes los primeros conatos de rebeldía cuando una decena de empresas, como American, United, Copa, TAP, Iberia, Air France y Air Europa, decidieron suspender o restringir temporalmente la venta de boletos. La falta de soluciones oficiales obligó a que varias de ellas, y otras más, como es el caso de Avianca, realizaran ajustes en sus vuelos. Esta última, a la que se le adeuda un monto superior a los US$300 millones, redujo a siete sus 21 frecuencias semanales.
Aunque poco productivas, el gobierno venezolano acordó reuniones con las aerolíneas para amainar la tempestad y ofreció saldar el pasivo con combustible y bonos del Estado. La posibilidad de aceptar el canje por gasolina solo la acaricia Alitalia, pero la descartan de plano las demás compañías por el bajo precio que tiene el carburante en Venezuela, donde tanquear un Boeing 767, con más de 185 asientos, apenas cuesta unos US$7.000, es decir el valor de dos pasajes en primera clase.
La alarmante rebelión generó una de las habituales amenazas del presidente Maduro, quien anunció sanciones a las líneas aéreas extranjeras que reduzcan o suspendan sus vuelos, con la advertencia de que aquella que se vaya no volverá a operar en el país. El desafío lo acaba de asumir Air Canadá, al formalizar la cancelación hasta nuevo aviso de sus tres vuelos semanales entre Toronto y Caracas, y con ello prende las alarmas ante decisiones semejantes que puedan tomar otras aerolíneas.
Un eventual retiro de importantes compañías de aviación, la sustancial reducción de frecuencias por algunas más, la escasez de boletos de salida y llegada, así como los escandalosos precios que alcanzan, junto con el altisonante pleito de Maduro con los operadores, coloca a este país frente a una turbulencia aérea de repercusión mayor.
gsilvarivas@gmail.com
