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Los considerables niveles de saturación y pérdida de la biodiversidad que enfrentan numerosos destinos turísticos del mundo -principalmente los más emblemáticos-, con señales de alerta que ya merodean sobre nuestro país por sus serios desafíos de deforestación, le están abriendo el camino a una novedosa tendencia global que toma impulso en la pujante industria de los viajes. Se trata del turismo regenerativo, un revolucionario concepto que pretende convertir al visitante en actor activo del cambio y que se perfila como el salvavidas que tanto requiere el sector para no naufragar en medio de su acelerado éxito.
Luego de su notable recuperación pospandémica, el turismo ha retomado en todo el mundo el ritmo constante de crecimiento que marca la historia de sus últimas dos décadas y que lo afianza como motor estratégico del desarrollo económico global. Sin embargo, en la medida en la que la bonanza turística se multiplica, se extiende una estela de impactos negativos por el planeta, reflejada en ciudades sobrecargadas, ecosistemas degradados, comunidades desplazadas y una huella de carbono que contradice cualquier narrativa acerca de su sostenibilidad.
Frente a un panorama apocalíptico, el turismo regenerativo emerge como una necesidad urgente, que va más allá de la propuesta del turismo sostenible, que solo busca minimizar los impactos negativos. El nuevo concepto propone una transformación profunda dirigida a contrarrestarlos, por cuanto su pretensión no es frenar la destrucción, sino sanar los destinos y dejarlos mejor de lo que estaban antes de nuestra visita. Es una visión inspirada en los principios del desarrollo regenerativo, donde la actividad humana no representa una carga para la naturaleza, sino una oportunidad para su revitalización.
Este concepto gana terreno en los círculos técnicos del sector, y la extensión de su cobertura avanzará en la medida en que los operadores turísticos trabajen de la mano con las comunidades locales desde la planificación y los turistas se integren a las actividades de conservación. La Organización Mundial del Turismo ha comenzado a referirse a la importancia de promover modelos más integrales, y es a través de esta apuesta como algunos destinos pioneros ya están demostrando que es posible cambiar el rumbo.
En España, por ejemplo, la isla de Menorca puso en marcha estrategias de regeneración turística que incluyen restauración de senderos históricos, promoción de productos locales y limitación del acceso vehicular a zonas frágiles. En Costa Rica, el lujoso hotel Pacuare Lodge, en medio de la selva, opera con energía renovable y con prácticas de bajo impacto, contribuyendo a la reforestación de la zona y al fortalecimiento de las comunidades indígenas cercanas.
Colombia viene adelantando diversos emprendimientos productivos a partir del Acuerdo de Paz con las Farc, punto de apoyo para implementar su formalización como política pública y estrategia de desarrollo. En regiones martirizadas por la violencia, víctimas y excombatientes, unidos en cadena de valor, suman esfuerzos para promover el turismo y la cultura de la reforestación, mientras que, en Guapi, Tumaco y Nuquí, en el Pacífico, comunidades afrodescendientes desarrollan proyectos de turismo cultural y ecológico que incluyen recorridos por manglares, avistamiento de ballenas y una variada oferta de gastronomía nativa.
Opciones semejantes toman camino en otras regiones del país, como sucede en ciertos territorios rurales de Antioquia, donde el turismo regenerativo se explora como alternativa al extractivismo. En la región de Calima El Darién, Valle del Cauca, avanza un proyecto en una finca agroecológica, donde los visitantes reparan el suelo, plantan árboles nativos y fortalecen la economía local.
Colombia, tierra de contrastes topográficos y de biodiversidad increíble, es un campo fértil para liderar esta estrategia disruptiva en el mercado internacional y, de paso, voltear la página de esa larga historia de dolor escrita por la guerra. Este enfoque turístico, atado al turismo comunitario y al ecoturismo, permitiría emprender la reforestación de los ecosistemas, validar los saberes ancestrales, reconstruir vínculos sociales y, de contera, generar bienestar en los territorios afectados por el conflicto armado.
Aunque algunas plataformas de reservas han comenzado a priorizar alojamientos que promueven prácticas regenerativas, el avance de este modelo en el escenario global exigirá voluntad política de los gobernantes y un cambio audaz en los modelos de negocio y en la mentalidad de los viajeros. El sector deberá tomar conciencia sobre los efectos de la actividad en la crisis climática y el turismo de masas, dada su elevada participación en las emisiones globales de gases de efecto invernadero -cerca del 8 %- y el fuerte impacto del sobreturismo en ciudades como Barcelona, Ámsterdam y Venecia, donde residentes denuncian la pérdida de calidad de vida, el encarecimiento de la vivienda y la turistificación de sus barrios.
La única salida, entonces, que le espera a la industria de los viajes para no sufrir una devastadora crisis es cambiar de libreto. Empresarios y viajeros deberán dejar de ser vendedores y consumidores de destinos, para convertirse en creadores de experiencias que curen y reconstruyan el planeta, pues, de lo contrario, llegará el día en el que no habrá lugares para visitar. Y es este concepto turístico el que se ofrece como parte de la solución, no del problema, más aún, en un país como el del realismo mágico, que, parodiando a Gabo en Cien años de soledad, bien podría asegurar su segunda oportunidad sobre la Tierra, jugándosela por el turismo regenerativo.
En el sector: El renunciante director de la Aerocivil, Brigadier General (R.A) José Henry Pinto, dejó sobre el tapete una enmienda a los reglamentos aeronáuticos que permite el ingreso de personal de la fuerza pública, en servicio activo o en retiro, a la aviación civil, propuesta que genera preocupación entre los sindicatos del sector, ante lo que consideran un conflicto de intereses. La medida contempla su participación como pilotos, tripulantes o en cualquier otra actividad aeronáutica comercial, siempre que acrediten experiencia y conocimientos. Cabe preguntar si dicha enmienda podría desdibujar el carácter civil de la entidad y alterar los equilibrios en el acceso a cargos y funciones dentro del sector.
gsilvarivas@gmail.com
