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La elección de Colombia en el Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y el nombramiento de la santandereana Natalia Bayona, experta en Relaciones Internacionales, como directora ejecutiva de dicho organismo multilateral es, además, de un reconocimiento a los niveles de figuración que el país viene alcanzando en el mercado turístico durante los últimos tiempos, el homenaje a una compatriota que a lo largo de varias décadas le ha aportado una visión empresarial, con resultados visibles, al desarrollo económico de la actividad.
Esta joven colombiana, obsesionada por posicionar, desde la segunda escala más alta del sistema de las Naciones Unidas, la innovación, la educación y la transformación digital en la industria del turismo, tiene en la mira la promoción de un turismo responsable, sostenible y accesible, conceptos que encajan dentro de las estrategias anunciadas en campaña por el Gobierno Nacional, dirigidas a encauzar la actividad hacia un modelo de desarrollo extensivo, armónico con la vida y generador de divisas.
El plus que otorga contar con su estrecha colaboración le permitiría al país, como destino turístico, ser socio favorecido del organismo, en apoyo y promoción de iniciativas y en servicios de mentoría, que contribuyan a impulsar con mayor énfasis la innovación y el emprendimiento. Natalia Bedoya conoce, muy bien, de estrategias de inversiones y formación de capital humano, y la educación es para ella un factor de productividad, tan necesaria, por estos lados, para facilitar la reorientación del sector.
El futuro del turismo no solo está en su amplitud de oferta, sino, también, en el desarrollo de sus recursos humanos. Los destinos con los mayores flujos de ingresos turísticos van de la mano con la formación y la capacitación del personal. La educación superior es parte activa de sus industrias, en consideración a que la calidad turística exige trabajadores profesionales, sin distingos en la escala laboral, preparados en carreras técnicas, con habilidades en comunicación, tecnología y liderazgo gerencial. En Colombia, como en una gran parte de los países, los centros académicos le apuntan exclusivamente al segmento hotelero, olvidando que todo el sector, en conjunto, forma una misma unidad económica, que requiere semejantes niveles de capacitación.
El personal turístico debe estar perfilado como agente de cambio, capaz de reinventarse, de proponer transformaciones hacia lo técnico y de alinearse a la flexibilidad que demanda el sector, tanto en eficacia organizacional, profesional y social, como medioambiental. Una capacitación integral, soportada en el conocimiento de la tecnología y la informática, es herramienta inevitable para desarrollar el potencial de esta industria y hacerla competitiva internacionalmente.
En un mundo interconectado, que avanza en el crecimiento tecnológico, el país debe encauzarse por este norte y dar los pasos necesarios en materia de innovación turística. Los cambios disruptivos, con los que se rompen repetidos paradigmas, contribuyen a mejorar, crecer y mostrar diferencias como destino, haciendo del turismo un sector altamente competitivo, protagonista de primer orden en el logro de una transición económica, cuya fuente de divisas sea de un bajo impacto negativo en la balanza de pagos.
Junto a la formación de líderes y profesionales en el sector se debe diversificar la oferta, priorizando el desarrollo sostenible y dándole cabida al turismo de naturaleza, al comunitario y al cultural -hacia donde se orienta la industria global-, a través de experiencias y soluciones turísticas más sostenibles, adaptadas a las expectativas de las futuras generaciones, que son las que prevén mayores flujos de viajeros y de divisas. Aprovechar la considerable capacidad del turismo en servicios y empleo es irrigarle consecuencias positivas a su vasta cadena de valor, integrada por sectores económicos diversos, con resultados favorables en la reducción de la pobreza y de las brechas de desigualdad social.
Son varios los gobiernos que, en cooperación de la OMT, están irrumpiendo en procesos orientados hacia modelos educativos y de negocios innovadores, con los que buscan la recuperación y el desarrollo de sus indicadores turísticos. El organismo se mueve en distintos frentes y cuenta con una red de más de 200 inversores internacionales que desean colocar sus dineros en esta industria, priorizando su enfoque en los frentes de sostenibilidad, cambio climático, gobernanza e impacto social.
El turismo tiene que entenderse en el país como una alta prioridad en el desarrollo económico de las regiones y, para ello, tendrá que convertirse en una ficha estratégica de las políticas públicas, promoviendo innovación, capacitación e infraestructura. El medio para ponerlo a transitar hacia una economía productiva y no extractivista es dándole carácter de política de Estado, como lo plantea Natalia Bayona, ya que los beneficios económicos, sociales y medioambientales, justificarían dar el salto. Y qué mejor que de la mano de una compatriota, que sabe bien de esta materia, para no seguir dando pasos al vacío.
En el sector: Tras la salida de Viva Air y Utra Air del espacio aéreo, el mercado nacional se ha venido reacomodado. Ahora, la torta se reparte de la siguiente manera: Avianca asume la mayor tajada, con el 48 %; Latam le sigue con el 27,4 %, y detrás figuran Easyfly (5,2 %), Satena (3,75 %) y Copa Airlines (3,1 %).
