Nadie duda que el turismo es un sector económico fundamental que marca el ritmo del crecimiento de muchos países, desarrollados o en vías de serlo
Genera divisas, crea empleo y conlleva progreso, pero por el mismo camino, y con impacto semejante, desata serios problemas que afectan ambientes ecológicos, sociales y culturales.
En el sector de la aviación es quizás donde se dan los mayores avances en la materia. La existencia de entidades globales de carácter normativo y asociativo como la OACI o la IATA contribuyen a formar conciencia sobre la necesidad de enfrentar los desafíos de la sustentabilidad mediante la promoción y el desarrollo de estándares adecuados en los desempeños de gestión. Y los progresos –aunque parcialmente alentadores– saltan a la vista. En el área ambiental se dan adelantos ecotecnológicos, como mejoramiento de aeronaves, diseño funcional de motores y reducción de niveles de ruido y de emisiones contaminantes en los combustibles. En el campo social y económico, apalanca el desarrollo, eleva niveles de bienestar y contrarresta la pobreza.
Algunas pequeñas acciones puntualizan el compromiso de las aerolíneas con las comunidades. Acaba de suceder con la estadounidense Jetblue, que luego de abrir su ruta entre Nueva York y Cartagena lideró una jornada de limpieza y aseo general en el pequeño y ecoturístico pueblo pescador de La Boquilla, donde liberó tres kilómetros de playa de una veintena de toneladas de basuras y residuos sólidos. Cuando es clara la visión de negocios, la responsabilidad social empresarial se convierte en ganancia para todo el mundo.