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¿Cómo financiar la conservación del bosque amazónico?

Guillermo Rivera
29 de agosto de 2022 - 05:30 a. m.

La amazonía no es un territorio adecuado para la agricultura tradicional ni tampoco para la ganadería extensiva. Sus riquezas están principalmente en sus bosques. Una de ellas surge de su capacidad para capturar carbono y contribuir a mitigar el cambio climático. Además, sus bosques juegan un papel crucial en el ciclo del agua.

Conservarlos implica, por una parte, cerrar eficazmente la frontera de colonización para evitar más deforestación y, por otra parte, reforestar áreas ya intervenidas como consecuencia de la actividad agrícola, ganadera y cocalera. A estas actividades de reforestación y cuidado del bosque convendría vincular a la población campesina, indígena y afrodescendiente que vive en la zona rural de la Amazonia. Ese trabajo solo podría ser compensado por el Gobierno mediante un subsidio que les asegure a estas comunidades una vida digna. La gran pregunta es cómo financiarlo.

El presidente Petro le propuso a la comunidad internacional canjear deuda externa por conservación de bosque amazónico. Esa es una buena idea, pero me asalta el temor de que una negociación de esa naturaleza se tome demasiado tiempo.

Así las cosas, vale la pena empezar a hacerlo con fuentes propias, sin que eso signifique renunciar a un eventual apoyo internacional. Una de ellas podría ser el cobro de una sobretasa en la facturación del servicio de agua de los estratos altos de la población que vive en las ciudades del interior del país cuya fuente hídrica está en los páramos. El agua procedente de los océanos que se desplaza en forma de vapor hacia las cordilleras es alimentada por la humedad que evapora el bosque amazónico; por lo tanto, entre mayor sea su deforestación, menor será la cantidad de lluvia en los páramos.

Lo mismo podría pensarse de los sectores productivos rurales de mayor emisión de gases de efecto invernadero. Según Greenpeace, la ganadería en el mundo es responsable de la emisión de hasta el 14,5 % de estos gases. Esa realidad debería compensarse con la imposición de tasas cuyo destino sean las actividades de reforestación y de cuidado del bosque amazónico

La sobretasa a los combustibles, como es apenas lógico, se destina fundamentalmente al mantenimiento de la red vial y a la financiación de los sistemas de transporte masivo; sin embargo, una parte de ella debería destinarse al mismo propósito conservacionista del bosque.

En la Amazonia vive apenas el 2,4 % de la población colombiana. Si desagregamos de este porcentaje a la población que vive en las ciudades de esa región, concluiremos que la que habita en la ruralidad amazónica es ínfima comparada con la población total del país. Esos pocos colombianos tendrían la responsabilidad de ser reforestadores y cuidadores del bosque amazónico y por ello deberían tener el derecho a un subsidio.

Desde una perspectiva neoliberal, se diría que este subsidio sería un asistencialismo insostenible. En cambio, desde la perspectiva de la solidaridad nacional e incluso global, habría que decir que ese subsidio cumpliría un propósito estratégico: contribuir a la preservación de la vida.

Guillermo Rivera

Por Guillermo Rivera

Guillermo Rivera es abogado de la Universidad Externado de Colombia y actualmente es profesor en esa misma universidad. Fue congresista por el Partido Liberal y fue ministro del Interior en el gobierno de Juan Manuel Santos.

 

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