Las elecciones periódicas y con garantías para todos los aspirantes son un elemento fundamental de un sistema democrático. En el debate electoral en curso, las garantías para los aspirantes que no son de los afectos del Gobierno han brillado por su ausencia. El propio presidente lleva meses descalificando públicamente las propuestas de uno de los candidatos, el comandante del Ejército violó flagrantemente la prohibición de deliberar que les impone la Constitución a los militares sin que se le llamara al menos la atención y en plena época electoral las entidades del Gobierno Nacional suscribieron convenios con entidades territoriales por miles de millones de pesos.
Como si todo esto fuera poco, corren rumores de que el Gobierno está promoviendo, tras bambalinas, la suspensión del registrador para tener una excusa que le permita aplazar las elecciones, y Laura Gil, directora del portal La Línea del Medio, le ha preguntado pública e insistentemente a Duque si le entregaría el poder a Petro, pero no ha obtenido una respuesta. De tal tamaño es la incertidumbre acerca de una transición pacífica del poder, que el propio Gobierno está impulsando un proyecto de ley para reservarse el derecho de negarle información al presidente electo durante el empalme.
Hace cuatro años el presidente era Santos. Duque fue uno de sus más feroces opositores desde su curul de senador y, a pesar de que encabezó las encuestas de intención de voto desde muy temprano, nunca recibió de parte del Gobierno la más mínima descalificación de sus propuestas. Jamás nadie llegó a dudar de que Santos le entregaría el poder a Duque ni tampoco nunca corrieron rumores de que algo se estaría tramando desde el Gobierno para aplazar las elecciones. Ningún candidato se quejó de falta de garantías y mucho menos se firmaron millonarios convenios interadministrativos en época electoral.
Hace cuatro años se vivió el proceso electoral más pacífico de los últimos 40 años. No se tuvo que trasladar una sola mesa electoral. No hubo un solo hecho de orden público que lamentar. En cambio, en lo corrido de esta campaña se han registrado asesinatos de líderes sociales, masacres, desplazamientos, atentados contra policías y militares, y hasta un paro armado ordenado por una organización narcotraficante que paralizó varios departamentos del país. En un informe de seguimiento a la Alerta Temprana 004-2022, la Defensoría del Pueblo “constató que entre febrero y mayo se pasó de 79 a 84 municipios en riesgo extremo y de 195 a 206 municipios con riesgo alto de vulneraciones a los derechos ciudadanos”.
Hace cuatro años Santos lideró un empalme ordenado y transparente que le permitió a Duque recibir sin traumatismos el gobierno. El talante democrático de un dirigente político se pone a prueba en el trato y el respeto a sus contradictores; por el contrario, las actuaciones de Duque lo han hecho ver como un dirigente autoritario, soberbio y torpe.
P. D. El próximo domingo votaré por Sergio Fajardo, porque creo que es el mejor de los candidatos. Es un hombre honesto, de ideas liberales y sus gobiernos en Medellín y en Antioquia han sido ejemplares.
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