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Desde hace tiempo me intereso por las reflexiones de Alejandro Gaviria. Sigo sus textos, al igual que sus intervenciones virtuales y presenciales, y he colgado varios en Twitter y en Facebook. Es un intelectual humanista con el que comparto el interés por autores como Aldous Huxley y George Orwell. Me gusta la forma en que se expresa y posiciones suyas como el agnosticismo, la no criminalización de las drogas; su sí al aborto, al derecho a la eutanasia, su negativa a la fumigación con glifosato, su defensa del proceso de paz, su apoyo a los jóvenes cuando comenzaron las protestas, el impuesto a las bebidas azucaradas y varias otras.
Hay algo de Alejandro Gaviria, que es lo fundamental: me inspira confianza, tiene carisma; siento que es un buen ser humano, lo que no me ocurre con otros políticos. Claro, no solo a mí me pasa esto. Políticos de las más variadas tendencias lo han buscado para que se una a ellos. Baste recordar que cuando Gustavo Petro sintió que era inviable la candidatura de Hollman Morris a la Alcaldía de Bogotá, Petro le ofreció que fuera su candidato, lo cual Gaviria declinó. Y apenas hace dos meses Petro y Roy Barreras invitaron a Alejandro Gaviria a que se uniera a la consulta del Pacto Histórico y que, en caso de quedar de segundo, sería la fórmula para la vicepresidencia de Petro. Incluso Petro le ofreció a Gaviria el ministerio de Hacienda. Pero, oh sorpresa, sólo fue que Alejandro Gaviria lanzara su candidatura independiente, para que el otrora candidato ideal de Petro, para casi todo, pasara de la noche a la mañana a ser lo peor para Petro y sus seguidores: un neoliberal, gallo tapado de la ultraderecha uribista.
Como lo conté en redes, en su momento recibí con entusiasmo la decisión de Gaviria de lanzar su candidatura. Al poco tiempo cometió su monumental desacierto de ponderar al inhumano exministro Carrasquilla. Sentí desilusión, desconcierto, como también lo expresé. A las pocas horas, Alejandro Gaviria se rectificó; señaló que fue un ERROR, con mayúscula, producto de su cansancio; adujo que improvisó una respuesta, luego de cuatro entrevistas, sin haber dormido bien, en un tema difícil que involucraba al reemplazo de su esposa.
Horas después, viendo diversos informes, repensando los hechos y viendo la guerra que se intensificó contra Gaviria, me vino a la memoria otro grave error de un político. Aquella vez en que Petro votó a favor de la elección del procurador de corte fascista Ordóñez, quien luego destituyó a Petro. Tiempo después, Petro aceptó su error.
Pensé entonces en aquella frase “errar es humano”; en que todos nos equivocamos y nadie es perfecto. Así que retomé en parte mi entusiasmo por la candidatura de Alejandro Gaviria, un ser humano que me inspira confianza, al que le creo… espero no caer de nuevo en la desesperanza. Era un excelente precandidato; está por verse si logra convertirse en un buen candidato. Clave en este momento conocer más a fondo sus planteamientos sociales y económicos.
Además, siento que es un hombre de centro, que puede rescatar el debate político de la cloaca en que ha caído por cuenta de las difamaciones y mentiras desatadas por extremistas. Y que posibilite el regreso de Colombia a un sistema más democrático, para comenzar a desmontar el terror, la corrupción y el crimen que han impuesto como forma de gobierno. Dar forma a una especie de gobierno de transición, porque este régimen inescrupuloso, que maneja todos los organismos de control del Estado, las Fuerzas Armadas y tiene el respaldo de varios poderosos, se las ingeniaría para no entregar el gobierno a la izquierda. Ah y algo más, al ver la campaña en contra de Alejandro Gaviria que adelantan la revista de Uribe y los suyos, más ganas me dan de apoyarlo.
Por último, lo que me parece más importante es parar la masacre contra jóvenes que protestan, líderes sociales, exguerrilleros, y habitantes del campo. Y pienso que, si en verdad nos une un interés común por el país y sus gentes, hay que bajar el tono a la confrontación entre centro e izquierda; pues difícilmente uno solo llegará al poder, así que no se deben ocasionar heridas profundas que después sea imposible curar. Lo básico ahora es lograr sacar del poder a la corrupta ultraderecha, aliada con las más diversas mafias que pululan en el país, y que está acabando con la democracia en Colombia.
