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Posesión, niños, guerra, aulas y cultura

Guillermo González Uribe

09 de agosto de 2022 - 04:36 p. m.

No puedo comenzar a hablar sobre un tema distinto, aunque estrechamente relacionado con este, sin citar la posesión del presidente Gustavo Petro. Aparte de la emoción que generó un acto pleno de simbolismos, marcó una ruptura en la historia de la hegemonía ejercida por las élites tradicionales, y sentó las bases para dar vida al comienzo de una revolución pacífica, mediante anuncios sin antecedentes en busca de fortalecer la democracia y buscar superar la inequidad a través de medidas concretas, entre ellas una inteligente reforma tributaria ya presentada. El apoyo incondicional al Acuerdo de Paz de 2016, que conlleva la puesta en práctica de profundos cambios, tales como la siempre pospuesta reforma agraria y el apoyo al campo. El acoger plenamente el Informe Final de la Comisión de la Verdad, apoyar la Justicia Especial para la Paz y el anuncio de buscar una Paz Total, o Paz Grande. La llegada de un grupo de ministr@s, en su mayoría de comprobada rectitud, trayectoria y capacidad de acción. El lograr tener una robusta bancada democrática propia y sentar los cimientos que permitan tener mayorías en el Congreso para dar paso a las mediadas más urgentes, tendientes a buscar la paz con justicia social y ambiental. La orden en el sentido de que los organismos de seguridad en adelante no serán utilizados para perseguir a la oposición, ni al periodismo, ni a los activistas y líderes sociales y ambientales. Y tantas otras que el nuevo presidente esbozó y que deben ser objeto de especial atención, como sus pronunciamientos sobre Venezuela, América Latina y la política sobre las drogas ilícitas.

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Frente a la polémica sobre la conveniencia de divulgar el Informe Final de la Comisión de la Verdad en las aulas escolares, proyecto que tendrá lugar este viernes 12 de agosto bajo el título, La Escuela abraza la verdad, a raíz de una experiencia personal no tengo ninguna duda. Recordé las jornadas que realizamos en diversos centros educativos alrededor del libro Los niños de la guerra, quince años después.

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Dentro del Plan Lector que deben cumplir las entidades educativas y contando con el apoyo de directivos, docentes y un activo impulsor de la Editorial Penguin Random House, durante dos años varios colegios públicos y privados escogieron dicho libro como de interés particular. Fue así como profesores de varias materias trabajaron con los alumnos sobres sus contenidos, para llegar a un encuentro final, con presencia del autor, durante el cual los estudiantes compartían sus reflexiones y sentires a partir de la lectura del libro, utilizando los más diversos lenguajes.

Bien se sabe que en estos tiempos de las redes sociales es difícil despertar la atención de los muchachos por otros lenguajes. Pero en este caso el tema los atrae, pues los protagonistas de las dramáticas historias de vida allí relatadas tenían edades similares a las de los jóvenes lectores y en varios casos vivieron experiencias relacionadas con las suyas. Además, lo fundamental fue que se contó, en los momentos más exitosos, con maestros compenetrados con su misión, que ligan el arte de la enseñanza con la cultura, logrando despertar pasión entre los educandos.

Previa lectura y desarrollo de los contenidos durante varios meses en distintas materias, el día de la jornada con el autor varios estudiantes de los últimos cursos hacían representaciones teatrales, otros interpretaban canciones compuestas por ellos mismos o leían textos escritos a partir del libro; mientras algunos más mostraban sus trabajos: pinturas, esculturas, carteleras, grafitis, maquetas con puestas en escena de pasajes del libro. Así mismo, en público o en las cortas charlas personales durante la firma de los libros, varios narraban experiencias propias o de familiares en el conflicto armado. Claro, también había pasivos escépticos, pero cuando la mayoría jala hacía la participación, el ejercicio resulta positivo. Recuerdo especialmente las reuniones en la Institución Educativa distrital Darío Echandía y en el colegio Refous, por el grado de participación de los estudiantes y la labor de los docentes. También se hicieron actividades similares hace varios años, cuando salió la primera edición del libro, con editorial Planeta; de esta época llega a la memoria el encuentro en el colegio José Max León, con presencia de la totalidad de los estudiantes.

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Fueron intensas las jornadas de trabajo, re-creación y emociones que se interrumpieron por la llegada de la pandemia. La constante: sentir como estos niños, niñas y jóvenes se impactan frente a las duras historias que cuentan en el libro muchachos y muchachas como ellos, que han sido víctimas y victimarios en la guerra. Se siente también el deseo de conocer y aprender, y en varias ocasiones se logra palpar el rechazo frente a los atropellos cometidos por todos los armados, sin distingos: paramilitares, guerrillas y las Fuerzas Armadas del Estado. No hay sentimientos de admiración o respeto frente a ellos; solo miedo, temor, resentimiento y e incluso odio; la labor de las Fuerzas Militares para superar esta realidad a partir de hechos concretos, no puede dar espera.

Proyectos semejantes de educación y cultura se podrán desarrollar en distintas regiones del país alrededor de diversas áreas abordadas en el Informe Final de la Comisión de la Verdad, y dentro del trabajo conjunto anunciado por los ministerios de Cultura y Educación. Estas acciones pueden llegar a ser algo así como una vacuna contra la violencia. Un llamado a la cultura de la paz y la convivencia, en contra de las voces que, velada o abiertamente, aún añoran y claman por la continuación de la guerra.

La Escuela abraza la verdad puede convertirse en el inicio de una amplia labor para llevar a cabo la misión de mostrar con creatividad a los niños, niñas y jóvenes el terrible daño causado por la guerra, que solo sirve a poderosos que se benefician de ella y trae miseria, destrucción y muerte a personas y comunidades a lo largo y ancho del país.

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