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Expropiar

Guillermo Zuluaga

29 de abril de 2022 - 12:30 a. m.

Te la mencionan, la repiten, la cuestionan, la defienden, tratan de evadirla. La palabra está en boca de tantos. No en programa de gobierno alguno y por más que intentes no podrías encontrarla, aunque algunos la mencionan con tanta seguridad que hasta se podría pensar que no la ves o no quieres verla. Se ve solo lo que se quiere ver, dijo, clarividente, Saramago.

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Te hablan de “expropiar”. Te dicen que uno de los candidatos expropiará capitales y en especial tierras. Que al otro día de su posesión —o quizá desde su elección misma— tropas de amigos y leales —no me imagino al ejército opositor a ese líder haciéndolo, por ejemplo— llegarán hasta haciendas, hatos y fincas a arrebatar sus propiedades a empresarios del agro y terratenientes. Eso te afirman con tanta seguridad en este país que todo lo ha visto, desde paramilitares jugando fútbol con cabezas humanas, guerrillas humillando con cadenas al cuello a sus secuestrados, tropas del Ejército matando y haciendo pasar por bajas a jóvenes para cobrarse unas vacaciones, hasta ministros que se “abudinean” el dinero para la conectividad de los niños, empresarios que se quedan con los recursos para el desayuno de escolares… vuelvo y digo, estos ojos colombianos que todo lo han visto, las vilezas más inimaginables en una sociedad civilizada, ahora perfectamente ven posible que un hombre se apropie de sus riquezas o sus únicas pertenencias.

Porque uno va a ver y es probable que ocurra. En Colombia hace rato nos han expropiado, y no voy a hablar desde el inicio de nuestra vida republicana. Mirar solo los últimos 30 años nos da una idea: nos expropiaron empresas nacionales rentables y apreciadas, nos expropiaron la salud digna universal, las horas nocturnas y extras con que el asalariado ajustaba su sueldo, nos han expropiado ríos para alimentar con sus aguas a empresas de capitales transnacionales, nos expropiaron un contrato indefinido que daba para soñar con una casita a cuotas y unas vacaciones (y nos lo cambiaron por otro a tres meses con posibilidad de prórroga). Nos han expropiado los parques naturales y hasta playas públicas, como hemos visto en estos días —gracias, señora vicepresidenta—. Y digo “hemos visto”, aunque hay tantos que no ven esas expropiaciones, tantos a quienes no les interesa verlas ni mencionarlas. Nos viven expropiando los de siempre, pero siempre se hacen los que no.

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Sin embargo, ahora ellos mismos te alertan de que ahora sí. Como si esas otras tales “expropiaciones” fueran tan fáciles. Eso quizás en una dictadura o con el beneplácito militar. Nada más alejado, a pesar de ese país apocalíptico que te pintan en el futuro próximo. Esa expropiación que ellos ven solo sería posible vía ley de la república y no se ve a un Congreso con mayorías terratenientes o con amigos de terratenientes apoyándola y volviéndola real, oficial. (Eso lo saben hasta los amigos de Uribe, que le apoyaron la Ley 1152 de Desarrollo Rural en 2007, que al final la Corte Constitucional declaró inexequible).

Te hablan pues de expropiar. Por fortuna a las nuevas generaciones parece que ya les expropiaron también hasta el miedo y no les creen ya tanto.

Y por fortuna no nos han expropiado del todo la dignidad ni la capacidad de razonar y cuestionar.

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